25 julio 2007

Me cago en la verdad (Oleup X)

–¿Pero podrías ir al fondo, León? –pregunté, mientras pensaba todavía en el pantano.
–Es que hay varios fondos.
Pero la verdad, ¿cuál es la verdad?
–Me cago en la verdad. Cuando importa, la verdad es sólo consenso. Las grandes masas atraen a otras más pequeñas. Ahí tenés una verdad: la gravedad. Las grandes masas atraen a otras más pequeñas. Sí, ¿pero a quién le importa? ¿Quién lo va a discutir, si todo el mundo lo ve, y el que no lo ve se cae igual? Pero todas estas muertes, estas compras a mansalva de tierras y tierras, la podredumbre del pantano, ciertos incendios que nadie puede apagar con un lago al lado, o incluso estos días de retiro que vos llamás “encierro”, todo eso puede deberse a una simple especulación inmobiliaria, a la preparación de un gran latifundio de producción única, a una reconversión del Estado provincial o a una toma de precauciones antes de la gran transformación del terreno que produce una mina o una represa hidroeléctrica. Es más, si te vas por los vericuetos, si te enfrascás a explicarlo todo, ni siquiera te resultarían descabelladas las versiones que hablan de seres extraordinarios que habitan el interior de las montañas.
»Acá enfrente, por ejemplo, hay una cancha de rugby. En realidad se juega más al fútbol que al rugby, pero los partidos más importantes para el pueblo se juegan con guinda. ¿Vos te preguntarás por qué? Fácil: porque lo normal no coincide con lo común. Y porque cada enclave tiene su llave. Por ejemplo este. Acá hablo casi yo solo. Y nosotros somos siete y vos. Y yo no soy el jefe, sólo el portavoz. Y sabemos que vos para ellos ya cumpliste. Y sabemos que eso es lo que ellos quieren: que cumplas, que cumplamos. Y sabemos que nosotros cumplimos. Y sabemos que esta charla que estamos (estoy) teniendo con vos, para nosotros es un derecho, mientras que ellos la piensan como la propina de su lesé fer. Pero también sabemos que un almuerzo no se le niega a nadie, y sin embargo sumarle la merienda ya es un signo de amistad. Así que andá yendo, Ariel. Porái algún compañero se hace una picadita y te dice algo en el camino. Salí a la derecha y a quinientos metros tenés la ruta. En donde hacés la seña, el colectivo te para. Para viajes internos, seguro que no vas a tener problemas.

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