24 enero 2008

¿A ver a ver cómo es eso?

Si uno hoy hace la búsqueda «“tren bala” rosario córdoba», encuentra como segundo acierto una noticia de Clarín, de abril del año pasado, en la que dice que el tren de alta velocidad costará unos 1320 millones de dólares. Tal información es confirmada por Perfil, La Voz y La Gaceta, digo, como para dármelas de federal. La Nación por su parte, siempre mucho más metódica en el seguimiento de las cuentas oficiales –en general cuando estas son kirchneristas o aliadas–, coteja los anuncios con lo que figura en el presupuesto para este año y afirma que el costo total de la obra, según lo presupuestado por el mismo Ejecutivo, asciende a 11.627.415.143 pesos.
Por lo que se ve, es más caro el camino rumbo al NOA. Por otro lado, el proyecto arrastra el halo nocturno de toda modernización megalómana, al menos en un contexto como el argentino, con déficit infraestructurales muchos más urgentes. Aun así, para un proyecto de tal envergadura, no parece doloroso abonar cuatro cómodas cuotas anuales de 900 millones de dólares, con tal que lo terminen, claro, y podamos al mediodía comer un dorado en Rosario (pongamos que en la bajada España) y tomarnos un fernet en Córdoba capital ya a la tardecita. Todo sea por la integración argentina.
Más o menos esto último habrán pensado Cristina Fernández y Mauricio Macri cuando acordaron llevar adelante acciones conjuntas para el soterramiento del ramal Sarmiento e los tramos Caballito-Liniers-Moreno. Según La Nación, “el Gobierno evaluó que no le convenía enfrentarse con un mandatario que ganó con el 60 por ciento de los votos y Macri concluyó que a él tampoco le servía quedar fuera de la lista de obras que financia la Casa Rosada”. Yo hasta podría compartir la descripción. Lo que no termino de entender, más allá de que una de las empresas que llevará adelante las obras pertenece a un primo de Macri, es cómo puede costar casi lo mismo el tendido de 700 kilómetros de un tren de alta velocidad que soterrar 32 kilómetros de un tren decimonónico. Cuesta 1000 millones menos, un 9 por ciento menos. No lo entiendo.
Bah, entender, creo que entiendo, lo que no tiene es remedio.
Addenda
Ambos datos monetarios constan en el anexo al artículo 11 del presupuesto.
En línea con los grandes proyectos infraestructurales, este aporta su granito de arena a la incesante palermización de la ciudad de Buenos Aires y a su correlato monetario: el encarecimiento de la vivienda (¡vida paria en la burbuja inmobiliaria!).

23 enero 2008

Bolsa de valores: a la baja

¡Ay, la fama, la fama! Maldita estragadora que levanta monumentos desde el barro, luego esparce pátinas perfectas sobre objetos que no lo son y así nos arrebata la chance de tocarlos y, por consecuencia, de conocerlos al dedillo. La fama y la genialidad son las hijas putativas de dios y la trascendencia, conceptos derivativos nunca corroborados que circulan orondos por la opinión y el juicio (como si estos fueran la misma cosa).
Como iba diciendo: Malala se compró un futón. Para el estreno, El Padrino III. El plan perfecto: observar, entre el sillón y el dvd, el magnificente ocaso de una familia brutal, en la consabida solvencia de un cineasta mayor. Coppola, el renovador de las formas del cine estadounidense, y el final de su obra consagratoria.
Ni mierda: El Padrino III es un fiasco. Hace unos días habíamos visto las otras dos. La primera, impecable, como podría esperarse de quien dos años después dirigiría La conversación, ese perfecto panegírico del encierro y la paranoia. La II, con su narración paralelística, oscila entre la belleza y la intrascendencia, amén de que como historia cerrada queda boqueando, invocando ansiosa una secuela. Pero la secuela llegó dieciséis años después, podríamos decir, ya en las postrimerías del talento del director, quien entregaría sólo una muy buena película más (Drácula). Incluso hay planos que parecen sacados Drácula, en una suerte de ensayo que le perpetra a la saga una fatal ruptura de su primigenia isotopía estilística. (También Al Pacino practica, para el futuro, su rol genérico de galán maduro con que asombraría a nadie en Perfume de mujer.)
De modo que en mi misérrima bolsa de valores, Coppola cae un 8 por ciento y ratifica la tendencia volátil del mercado, tal vez como efecto contagio de la crisis mundial, correlato financiero de un mundo desbaratado por sus propios dueños.
(Por el contrario Alta fidelidad sostiene estables sus valores, con una leve tendencia al alza.)

17 enero 2008

Help!


No sé cuántos veranos hace que no paso enero en la ciudad. No es tan grave lo de los posibles cuarenta mil grados de sensación térmica como las cosas que leo en los diarios y pasan en mi oficina y zonas aledañas.
Me quiero ir. Macri me deprime, Michetti me paspa y los comentarios de los lectores de La Nación me crispan los nervios.