28 noviembre 2005

nuevas bases

Luego de un comienzo de semana laboralmente estresante, luego de un jueves de relax por el corto plazo pero con un par de reuniones de trascendencia para el mediano; luego de un viernes laboral súper relajado que terminó a las cuatro de la tarde; luego de un viernes mundano que comenzó con una cerveza en Constitución, y siguió con otras dos en Villa Elisa ya con Verónica, y con otras dos en Antares –un bar harto recomendable de La Plata–, y otras dos más en Siddharta –en boliche donde tocaron Cursi y Estelares–; luego de un sábado cuyo amanecer se dio al mediodía, luego de una tarde a la sombra de un tilo, y después parado con la vista en el cenit a la vera del río de la Plata en Punta Lara; luego de unas cervezas con Diego, y unos fasos también; y luego, además, de un negligente y exhaustivo análisis de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, concluyo en que Simmel tenía razón: la “Libertad” no es un concepto discreto, definible intensamente, sino que más bien es como un estado de ánimo, una palabra-comodín que sirve para validar un gran relato, junto con “felicidad”. Pues bien, propongo que para cuando avenga la siguiente revolución, se conserve la “felicidad” y que nuestra otra palabra-comodín sea “onda”. Es tan definible como “libertad” y, además, garantiza otras cuestiones.

“IV. La libertad política consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los demás. El ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene otros límites que los necesarios para garantizar a cualquier otro hombre el libre ejercicio de los mismos derechos; y estos límites sólo pueden ser determinados por la ley.”

En ese apartado, habría que reemplazar “libertad política” y “derechos naturales” –conceptos emparejados en el párrafo– por “onda”. “Onda” se define como “capacidad de la cognición humana que proyecta más de una hipótesis causal para un mismo fenómeno”. Sería una institucionalización del Plan B.

16 noviembre 2005

Y ahora...

¿A qué se va a dedicar toda la gente que estaba pidiendo la cabeza de Ibarra?

02 noviembre 2005

A confesión de parte, relevo de prueba (Apostilla a “Yo lo sospechaba”)

Título:
«“pierde” horas»

Bajada:
«algunos especialistas se indignan”

Cuerpo de nota:
«en lo que va de 2005 el conjunto de los trabajadores estadounidenses perdió el equivalente a 551.000 años leyendo blogs»
«están "ganseando" durante casi dos horas por día»

Es notorio, pero incluso en el trabajo más descaradamente ignominioso hay algo de nobleza. Si no, notar el caso del tristemente célebre Clarín Digital, y nótese el cariz que toma la pérdida, desde ese “pierde” entrecomillado del título hasta el perder existencial de ¡551.000 años! ¡Las cuitas del poder por la vida de sus empleados: se hace el bueno y de paso genera culpa vital!
Y también hay algo de la clásica maña del botón, porque aquel “perder” entrecomilladamente patronal, obvio, se aclara con la indignación de los especialistas; y con el “ están ganseando” posterior... por si quedaba alguna duda.
Ahora, a botones no me van a ganar: ¡póngase a argumentar mejor, chicos vagos de Clarín! Porque lo que dice el mentado Ferrer es algo distinto. Ferrer dijo que tal vez la “pérdida de tiempo” esté contemplada en el proceso de producción de ciertas organizaciones, que si no es en esto será en aquello; pero aceptarlo sería desacreditar a American Online y a Salary (¡¡¡Salary!!! No tienen límites: habría que quemarlos en la plaza pública), empresas asociadas, al menos desde el linkeo, cuando afirman que el bloggeo representa una pérdida de ¡759.000 de dólares! La mera existencia de este cálculo es ya una afrenta a la inteligencia.
No pierdo más mi tiempo.