08 junio 2012

Colaboradores de prensa


Lo encontré acá, viene de acá y acá va:

Feliz día del periodista precarizado

Por Bruno Bimbi*

Hay noticias que la mayoría de los medios —o quizás todos— nunca te van a contar. Ni los medios oficialistas, ni los opositores, ni los demás. Hoy es el día del periodista y muchísimos periodistas, en distintas redacciones, trabajan en negro. Las empresas abusan de figuras tales como “colaborador” y “pasante” para tener profesionales haciendo el mismo trabajo que los demás, pero por mucho menos dinero, sin obra social, sin aportes jubilatorios, sin vacaciones pagas, sin aguinaldo, sin derechos gremiales y sin estabilidad laboral. Obvio: esa noticia no sale en los diarios. Ni en los oficialistas, ni en los opositores, ni los demás. Hay cosas en las que los dueños de casi todos los medios están de acuerdo.
La ley 12.908, más conocida como Estatuto del Periodista, promulgada por Perón en 1946, establece en su artículo 2º que “se consideran periodistas profesionales a los fines de la presente ley, las personas que realicen en forma regular, mediante retribución pecuniaria, las tareas que les son propias en publicaciones diarias, o periódicas, y agencias noticiosas. Tales el director, codirector, subdirector, jefe de redacción, secretario general, secretario de redacción, prosecretario de redacción, jefe de noticias, editorialista, corresponsal, redactor, cronista, reportero, dibujante, traductor, corrector de pruebas, reportero gráfico, archivero y colaborador permanente”, y más adelante, en el mismo artículo, aclara que “se entiende por colaborador permanente aquel que trabaja a destajo en diarios, periódicos, revistas, semanarios, anuarios y agencias noticiosas, por medio de artículos o notas, con firma o sin ella, retribuidos pecuniariamente por unidad o al centímetro, cuando alcance un mínimo de veinticuatro colaboraciones anuales”.
¿Qué significa eso de las veinticuatro colaboraciones anuales?
En todos los medios hay colaboradores ocasionales que realizan notas, entrevistas, columnas u otro tipo de trabajo de manera no permanente, por varias razones: puede tratarse de periodistas que trabajan de manera independiente para varios medios, sin tener vínculo fijo con ninguno, o inclusive profesionales de otras áreas que escriben con cierta periodicidad sobre el tema de su profesión, sin ser empleados del medio y sin que ese trabajo sea su principal fuente de ingreso. Sin embargo, la ley fijó un límite para eso: si en un período de un año, una persona escribió veinticuatro notas, debe ser incorporada a la planta como colaborador permanente. O sea, en blanco, con todos sus derechos garantizados. Se buscaba así evitar que pase lo que, violando la ley, pasa actualmente en casi todos los medios: un alto porcentaje del plantel periodístico está irregular, escondido tras la figura de “colaborador”. Según un fallo de la Cámara Nacional del Trabajo que ya tiene varias décadas, “la incorporación de un colaborador al régimen del periodista profesional se determina en forma objetiva por la intensidad de sus prestaciones, fijados legalmente en un mínimo de 24 colaboraciones por año; no obsta la concurrencia discontinua o el pago no sujeto al cumplimiento de horario determinado” (CNTr., 1 *, 10/2/72, 11 149-25).
Pero, ¿qué importa lo que diga la Cámara Nacional del Trabajo? ¡Esto es Argentina!
Cuando empezás a trabajar en un diario, la mayoría de las veces es así. Provisoriamente, quizás para siempre. Los “colaboradores” son obligados a inscribirse en la AFIP como monotributistas, cobran un precio unitario por nota publicada o un fijo arreglado verbalmente y, además de no gozar de ninguno de los derechos laborales y sociales que la ley les garantiza, deben pagar el monotributo e Ingresos Brutos. En algunos casos, cuando cumplen las 23 colaboraciones, los editores les dicen: “No te puedo publicar nada más por ahora” y esperan a que pase el año, para seguir publicándoles. Durante ese período, no cobran nada, y cuando se vence el año, les vuelven a publicar, siempre como colaboradores no-permanentes. En otros casos, las empresas les siguen publicando las notas, haciendo de cuenta que las 24 colaboraciones nunca se cumplieron. Total, no pasa nada. El sindicato (una entidad que dice llamarse “Utpba” y nadie sabe muy bien a qué se dedica) no hace nada y el Ministerio de Trabajo tampoco, así que esa situación irregular puede mantenerse, provisoriamente, para siempre. Algo parecido ocurre con los pasantes, pero generalmente es peor: se sientan en la redacción al lado de otro periodista que cumple el mismo horario y desempeña las mismas tareas, pero ellos reciben muchísimo menos. Y un día, de repente, les dicen: listo, gracias, no vengas más. Repito: el sindicato y el Ministerio de Trabajo no hacen nada. Ni con los medios oficialistas, ni con los opositores, ni con los demás. Parece que en eso también, están todos de acuerdo. ¿Y cómo no van a estarlo, si el propio Estado —nacional, provinciales y municipales— tiene miles de trabajadores en negro con el mismo sistema: monotributistas con factura y sin derechos. Es la regla en el Estado, ¿cómo controlar a los privados? Vos no digas nada, yo tampoco. Una mano lava a la otra.
En mi último trabajo, en un diario que no existe más, que no nombro únicamente porque estoy en juicio con el empresario que lo llevó a la quiebra, trabajé durante más de dos años como “colaborador”. Cuando la empresa empezó a caminar hacia el precipicio, cada vez más rápido, los primeros que dejamos de cobrar fuimos nosotros. Primero nos dijeron que había un problema, pero quedate tranquilo, que en quince días como máximo cobrás. Después nos dijeron que el mes que viene cobrás los dos meses juntos, quedate tranquilo. Después que quedate tranquilo que en un mes o dos esto se soluciona. Cuando ya nos debían cuatro meses —y ni el sindicato no el Ministerio de Trabajo hacían nada, repito otra vez—, tomamos la iniciativa de organizarnos. Con la ayuda de colegas y de varios editores logramos contactar a la mayoría de los colaboradores y les mandé a todos una planilla para hacer un censo. El primer corte del censo daba resultados increíbles: nos debían más de 200 mil pesos, hacíamos cada semana entre el 25 y el 30% del diario, éramos más de 30 personas, buena parte estábamos desde el primer mes, la mayoría habíamos superado por mucho las 24 colaboraciones —¡algunos habían superado las 240!— y no cobrábamos hacía varios meses. A mí me echaron. Al final, en pocas semanas, echaron a todos. El diario ceró y nadie cobró nada.
Esa situación se repite en distintas redacciones de diarios y revistas. Están todos tan acostumbrados que parece normal. Trabajadores que retroceden en sus derechos al período anterior al primer peronismo. En negro. Sin vacaciones. Sin obra social. Sin aguinaldo. Sin aportes jubilatorios. Sin derechos gremiales. Sin obra social. Son periodistas, pero ningún medio te lo cuenta.
No es noticia.
Toda esa gente son mis compañeros. Feliz día.

*Bruno Bimbi (33) es periodista, profesor de portugués, máster en Letras por la Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro y doctorando en Estudios del Lenguaje en la misma universidad. Actualmente coordina la campaña por el matrimonio igualitario en Brasil. Es activista de la FALGBT y autor del libro “Matrimonio igualitario” (Planeta, 2010). Escribe el blog Tod@s en la web de TN.



En otro orden de cosas, o no tanto, hoy hay fiesta del gremio en Alsina 1762, en la Asociación Argentina de Actores.