27 septiembre 2006

Tal vez...

Tal vez tenga razón Malala, tal vez los juegos electrónicos estrictamente no te enseñan a perder; sino tan sólo fomenten la compulsión por ese horizonte evanescente llamado “éxito”. Ese horizonte lejano que también mueve a las mentes esperanzadas que compran su entrada para Live Aid.

PD: Ah, confirmado: Live Aid trabaja para el Lado Oscuro de la Fuerza. (Bah, confirmado para mí, que, a pesar del desprecio que me causaba, todavía seguía empeñado en la duda entre si eran idiotas o hijos de puta, como si lo que importara no fuera la función antes que la intención.)

La vida es como te la tomás

Se pone uno en un brete cuando se impone una tarea. Tanto más si ella supone tratar con un objeto que, en su medio natural, expresa condiciones de posibilidad fuertemente emparentadas con las experiencias de asco, alienación y temor. Tal es el caso de la crítica de la propaganda que me propuse emprender.
Entonces es difícil, como deja entrever Evelyn, no ponerse más solemne que un merquero o no quebrar en un planto de borracho ante las tremendas injusticias de este mundo hoy. Hay que tener muñeca para no girar como un trompo y terminar haciendo el pavo, un vencido pavo pomposo.
De modo que mejor cortita y al pie que perder la pelota por calesitear.
Martes. Último día de cierre de revistas: espero irme temprano. Ambiente enrarecido: despiden a una empleada que filmaron robando un sobre. Alienación: por un lado, asco por corroborar la eficacia de la instalación de cámaras; por el otro, interés morboso por el cadáver despreciado (compartíamos función con la muerta, pero ella trabajaba mucho menos que yo). Prepondera esta última orientación: nada peor que sentirse estafado por un compañero y tener la convicción de que no hay que operar contra ellos. El desenlace se desarrolla, como toda acción dirigencial, fuera de mi mirada. Mientras, trabajo. Se hace tarde para mi seminario marxista. Tres horas tarde, finalmente llego. Entro en el aula y escucho: “Por eso es que Adorno... Adorno y Horkheimer sostienen que la publicidad recae en el mito”. Un rato después, ya en casa de Malala, mientras tomo un vasito de fernet con coca: propaganda de Coca en que se ve un sinnúmero de portentos en el interior de una máquina expendedora. “Más claro echale agua”, me digo, mientras miro bizco el oscuro líquido que va del vaso a mi boca.

19 septiembre 2006

En el camino

“Bajo estas circunstancias, una verdadera actividad literaria no puede pretender desarrollarse dentro del marco reservado a la literatura; esto es más bien la expresión de su infructuosidad. Para ser significativa, la eficacia literaria sólo puede surgir del riguroso intercambio entre acción y escritura; ha de plasmar, a través de octavillas, folletos, artículos de revista y carteles publicitarios, las modestas formas que se corresponden mejor con su influencia en el seno de las comunidades activas que el pretencioso gesto universal del libro. Sólo este lenguaje rápido y directo revela una eficacia operativa adecuada al momento actual.”

Walter Benjamin, Dirección única, 1928.

Avasallando al soberano I

Antes que nada, dos salvedades.
a) Hace ya mucho tiempo me enteraron de que propaganda y publicidad no significaban lo mismo. Tomé nota y apliqué la diferencia: propaganda para las manipuladoras campañas políticas y publicidad para los informativos avisos mercantilistas. Era lo correcto y yo era un chico correcto, o al menos eso pretendía, lingüísticamente hablando. Ahora, miro hacia atrás y siento que estuve un poco boludo. Ahora finalmente –“mientrasmente” podría decir Malala– trabajo como corrector y hoy tuve la posibilidad de reemplazar “propaganda” por “publicidad” en un texto que versaba sobre un spot de comida para gatos. No lo hice, no me pareció pertinente, ya que siguiendo esa lógica, habría que hacer la distinción teórica, por ejemplo, entre propagandas de bienes y propagandas de servicios, y sería una soberana pelotudez.
b) Un recordatorio de La sociedad del espectáculo, de Guy Debord. Citando de memoria: el espectáculo somete al hombre porque la economía lo ha sometido previa y totalmente.

Hechas las salvedades, digo:
Incluso en la propaganda más abyecta existe un resto de verdad. “Atrevete a más” es una muestra patente: hasta ellos, meros vendedores de gaseosas, saben que existe un resto de posibilidades vitales por fuera de la cristalización social y lo sugieren como prueba de verdad en su panegírico del brebaje. Lo mismo puede observarse en cualquier medio conservador, como casi todos con más de 10 mil ejemplares de circulación, cuyos contenidos no son más que propaganda encubierta (ver si no las secciones: autos, moda, tiempo libre, tecnología...). Hay en ellos rarezas como el artista “comprometido”, en que se resalta un valor ninguneado, cuando no obliterado, y se lo restituye con un ejemplo de vida. Es decir, lo mismo: incluso ellos, meros propagadores de la razón de empresa, reconocen la existencia del compromiso como valor vital.
Ampliaremos.

13 septiembre 2006

En pleno siglo dieci...

RTZ aka B XVI
- Calificó de "irracional" la teoría de la evolución de Darwin y afirmó también que "el odio y el fanatismo destruyen la imagen de Dios".
- Arremetió a fondo contra el científico inglés y "al menos una parte de la ciencia" moderna, que no tiene en cuenta que "la fe es imprescindible en el mundo moderno y trabaja infatigablemente desde el Iluminismo para encontrar una explicación del mundo en la que Dios sea superfluo".
- Condenó las teorías "irracionales" que "explican la existencia de la humanidad como resultado del azar".
- "Todas las formas de la ciencia necesitan referirse a Dios."
- "Sin Dios los cálculos sobre el hombre no encajan."
- Dijo que es necesario plantearse qué existe en el origen. "La razón creadora, el espíritu que obra en todo, o la irracionalidad que, despojada de toda razón, produce extrañamente un universo ordenado de manera matemática, así como el hombre y su razón."

¡Seradedió!

11 septiembre 2006

Avasallando al soberano

Estoy pensando en una saga crítica sobre publicidades. Creo que la llamaré “Avasallando al soberano”. Porque, tomando como referencia la preceptiva sarmientina de “Educar al soberano”, la función de la propaganda consiste en moldear al ciudadano hasta convertirlo en consumidor, hasta que deje de ser un hacedor político transformándose en un comprador mercantil. Este pasaje que va desde el hacedor hasta el consumidor es un proceso de enseñanza, de avasallamiento, de hacer vasallos.
Creo que la primera será sobre la propaganda de Personal, esa que con un cinismo a toda prueba predica: "Que la comunicación no nos incomunique".

01 septiembre 2006

La aldea global

Antes era el planeta, el mundo. Y la literatura y la prensa (luego junto al cine) conformaban un entramado mental que integraba las selvas vírgenes, el campo y las grandes metrópolis. Cosmopolita era ese entramado, y organizaba un mundo de ciudades ante las que las selvas y el campo se reportaban con sus mercancías, piedra de toque de una construcción social que se abría al cambiante futuro y dejaba atrás las rémoras conservadoras del mundo rural. Antes era así o así decían. Y ahora también. Sólo que el incesante avance del capital tiende a la homogeneización del flujo de mercancías –entre ellas, y a la vanguardia, las representaciones culturales hegemónicas–, lo que coadyuva a la cristalización de una forma de representación del mundo cuyos adláteres han denominado, no sin cierto cinismo triunfalista, “aldea global”, es decir, ni más ni menos, el retorno farsesco al mundo feudal.

Nadamente

LXXV

Estáis muertos.

Qué extraña manera de estarse muertos. Quienquiera diría no lo estáis. Pero, en verdad, estáis muertos.

Flotáis nadamente detrás de aquesa membrana que, pendula del zenit al nadir, viene y va de crepúsculo a crepúsculo, vibrando ante la sonora caja de una herida que a vosotros no os duele. Os digo, pues, que la vida está en el espejo, y que vosotros sois el original, la muerte.

Mientras la onda va, mientras la onda viene, cuán impunemente se está uno muerto. Sólo cuando las aguas se quebrantan en los bordes enfrentados y se doblan y doblan, percibís la sexta cuerda que ya no es vuestra.

Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás. Quienquiera diría que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros sois los cadáveres de una vida que nunca fue. Triste destino. El no haber sido sino muertos siempre. El ser hoja seca sin haber sido verde jamás. Orfandad de orfandades.

Y sin embargo, los muertos no son, no pueden ser cadáveres de una vida que todavía no han vivido. Ellos muerieron siempre de vida.

Estáis muertos.

César Vallejo, Trilce, 1922.
Gracias, Martín.