28 noviembre 2006

Capacidades diferentes

Hace unos días me llamó mi mamá y me dijo que tenía un cuento que me iba a gustar.
Una nena con síndrome de Down camina todos los días cinco cuadras para ir a la escuela que queda en 24 de Noviembre. Esto ocurre luego del almuerzo. Por la tarde del día en cuestión, su abuela va a la escuela a buscarla, pero la maestra le dice que la nena no está, que no fue. Obvia desesperación de la familia.
Por el revés de la trama, la historia se completa así: la chica llegó a la puerta del colegio y siguió de largo, caminó derechamente no sé muy bien por dónde y llegó a un McDonald's. Entró y se sentó en una mesa, acaso contando con el recuerdo de que alguna vez allí le habían dado de comer. Los empleados, al rato de ver a la nena ahí, se acercaron, le dieron una hamburguesa y una coca y buscaron en la mochila el modo de comunicarse con la familia, que finalmente la pasó a buscar.
-¿Qué te pasó que no fuiste al colegio?
-Nada, llegué hasta la puerta pero no tenía ganas de estar ahí, así que seguí caminando.
Tenía razón mi vieja, el cuento me gustó bastante.
Keep walking.

10 noviembre 2006

Cuando lo mismo parece diferente

1) Durante al menos dos días consecutivos, Telefe tomó una decisión aberrante para la lógica que privilegia la venta de publicidad como razón suficiente de toda la programación televisiva. Durante dos días, Montecristo fue emitido como un único bloque de más de cuarenta minutos sin ningún tipo de interrupción publicitaria. La propaganda, tanto en su forma tradicional (la tanda) como en la no tradicional (Macro, Garbarino y todos esos cartelitos de canjes que aparecen antes de o en paralelo a los créditos del final de los dos o tres bloques que suelen constituir cada envío), fue cancelada. “No hay tanda” (“¡No hay tanda!”) escucho que me digo en mi cabeza. Raro, muy raro, rarísimo. ("¡Qué reacción tan interesante! Pero, ¿qué significa?", decía la marioneta protagonista de El extraño mundo de Jack.)

2) La conclusión de Gimnasia-Boca, que terminó con un segundo tiempo, de resultado 0-4, lisa y llanamente inverosímil. Tanto el presidente de Gimnasia como el ex tripero Guillermo Barros Schelotto “presagian” una goleada histórica de Boca sobre Gimnasia; la terna arbitral se equivoca siempre a favor de Boca; Palermo (archienemigo de Gimnasia y súper pincharrata) ni grita su gol, como tampoco lo grita Palacio; Clarín dice que fue una demostración de potencia ofensiva de Boca, y La Nación que fue “un simulacro de partido”; después del encuentro, cuando ya no importa, La Nación informa que la barra brava de Gimnasia, calzada con cuatro armas, amenazó al plantel de Gimnasia en su propio lugar de concentración para que perdieran el partido... (Si me pongo exhaustivo, podría seguir 2.000 caracteres más.)

A lo que voy: son dos hechos extrañísimos que pueden pasar por irrelevantes o folclóricos, pero que en realidad condensan por la negativa la regla que nos rige, la estructura económica de un tongo tan descomunal que nadie sabe bien dónde empieza ni dónde termina y para cuyo sostén se contratan cientos de marionetas destinadas a sembrar la confusión.

06 noviembre 2006

Sci-fi

Hace diez días estuve en Tucumán. Como viajé por un asunto laboral, no tenía mucho tiempo para dar ninguna vuelta macanuda, pero eso no impidió que me hiciera una pasadita por la casa histórica.
En la peatonal sobre la que ha quedado, hay una serie de carteles que mezclan datos históricos y arquitectónicos con el texto de la declaración de independencia y hasta hay una cita de Félix Luna (!). Pero no es eso de lo que quería hablar. Cada uno de esos carteles presentaba al pie una síntesis de la casita que estaba flanqueada por dos años, 1816 y... 2016.
Me pregunté cómo eso era posible y al día siguiente consulté a un tucumano, que me explicó que la ciudad ya se estaba preparando para el bicentenario.
La semana pasada, al llegar a Florida y Diagonal, escuché a un hombre que, con un equipo de sonido portátil y subido a una tarimita, militaba por Dios, pero lo hacía en inglés.
El absurdo me invadió otra vez y no pude evitar el recuerdo de los carteles tucumanos. Algo me había parecido raro en ellos, pero me aguanté hasta enterarme de qué se trataba y con eso creí que me iba a quedar tranquila, que una justificación había, que yo estaba mirando una ciudad con ojos ajenos, etc. Pero el señor que hablaba en inglés me avivó cierta inquietud nuevamente.
Me dije que podría averiguar de qué se trataba su militancia políglota, pero lo cierto es que me importaba un velín... lo mismo que el 2016, 2016 que, aunque tuviera una explicación, dejaba en descubierto lo ridículo de festejar algo con ¡diez! años de anticipación (Y ahora se me ocurre el gesto de desagrado de algunas personas al recibir un saludo de cumpleaños en un día que no le corresponde y que es anterior al aniversario).
Quiero decir: podría ocurrir cualquier cosa, cualquiera... (desde una invasión alienígena hasta que explote un polvorín... no sé) y quedar la ciudad desierta pero ostentando unos carteles que hablan de un futuro que no es sino sólo eso, un número al pie de un afiche... Yo creo que por el momento ese bicentenario es de ciencia-ficción.