No sé cuántos veranos hace que no paso enero en la ciudad. No es tan grave lo de los posibles cuarenta mil grados de sensación térmica como las cosas que leo en los diarios y pasan en mi oficina y zonas aledañas.
Me quiero ir. Macri me deprime, Michetti me paspa y los comentarios de los lectores de La Nación me crispan los nervios.
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