06 julio 2007

El oro y el barro

“Las leyes mineras de la época de Menem tendrían que ser quemadas, son lo más criminal que hizo ese gobierno. Entonces uno dice: ¿qué pasa señor presidente, por qué no anula esas leyes escandalosas, si usted no es un neoliberal? Cuando se ve lo que están haciendo en la Cordillera, se te achica el corazón.", Luis Mattini en La Vaca
El capitalismo no avanza como una locomotora en un único sentido, sino que lo hace como un fractal, en dos sentidos y medio. (Sabemos desde el affaire Sokal que las metáforas científicas aplicadas a cuestiones sociopolíticas suelen disimular la chantada congénita de su autor.) El capitalismo se expande –con más y nuevas mercancías–, se concentra –con más y nuevos ricos– y promueve con ello las condiciones para replicar el proceso (más y nuevas pobrezas).
El Estado, según el caso, acompaña, estimula o limita el proceso, según la estructura del juego político, que suele asemejarse mucho al económico pero nunca es idéntico.
Así pueden entenderse dos nuevas legislaciones surgidas en Mendoza.
Una ley provincial tiene el aspecto de ser conservacionista, al prohibir las actividades mineras con cianuro, veneno que se filtra en el subsuelo haciendo del agua potable una virtual causa de muerte.
Pero en Malargüe se fueron perfectamente al carajo. Su Concejo Deliberante ha prohibido taxativamente el debate abierto sobre ecología, que ahora deberá ser informado al mismo Concejo para que éste lo autorice. Pero no sólo que es una norma anticonstitucional, totalitaria y persecutoria, también sirve para que los porteños –entre otros–, siempre tan alejados de todo aquello que no suceda en Palermo o Caballito, nos demos por enterados de las grandes movilizaciones que se están sosteniendo en la cordillera a raíz del auge de la actividad minera, la joya de la corona, el ejemplo más acabado del capitalismo de rapiña, depredador y transero.
Como muestra, basta un botón: si bien los que apoyan la actividad dicen que es una fuente de recursos legítimos para los trabajadores y el Estado, lo cierto es que ella conchaba mano de obra en condiciones infrahumanas y, al Estado, le cabe algo así como el 1,3% del total de lo producido. Como contrapartida, eso sí, destruyen el hábitat y las relaciones sociales que allí se venían dando. Pueden parecer datos de ecología pedorra, pero no es uno o dos negocios, son muchos, en muchos pueblos cordilleranos de Chubut, Río Negro, San Juan, Mendoza, ¡La Rioja!... y siguen las firmas.

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