A Diego F., el Grupo Clarín, por medio de su empresa Artear, le sale a enrostrar el copyright de sus imágenes. Más específicamente, lo amenaza con borrarle su cuenta de YouTube.
Así como se apropian de las imágenes de eventos públicos como los partidos de fútbol y prohíben su reproducción hasta que Macaya se despide cada domingo de Fútbol de Primera, del mismo modo quieren prohibir la circulación de las imágenes que ellos ponen en el aire.
El derecho de copia es el tratamiento legal que se hace de una mercancía en la era de la reproductibilidad. Surgió en el tiempo en que poquísmos en el mundo tenían una imprenta. Fue algo así como una protección gremial.
Desde ese momento, han pasado más de cuatro siglos. Ahora cualquier boludo reproduce productos y fragmentos culturales.
De modo que aquello que comenzó como una protección gremial a la innovación tecnológica se transforma ahora, por equis circunstancias en las que el Grupo es un actor privilegiado, en una salvaguarda corporativa para restarle potencia democrática a las innovaciones tecnológicas.
Una democracia que no pueda hacerle frente a esos "recursos de amparo" de la corporación mediática no podrá tampoco afincar su poder en el pueblo, ya transformado en la clientela de Clarín, Telefónica o el operador monopólico de turno.
Basta de clientelismo: la información no es una mercancía.
Mi solidaridad, hoy, ahora, con Diego F.
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