No siempre el quilombo implica una transformación positiva, pero es imposible que se dé una transformación positiva sin quilombo. Por lo demás, hacer quilombo es liberador, al menos en un mundo comandado a distancia por la orden de la gerentelogía (no confundir, o sí, con gerontología), donde la regla es norma y la sujeción toda la moral.
Para hacerlo bien, hay que conocer el panorama y acicatear determinadas tensiones para generar un cimbronazo, cuyo reacomodamiento subsiguiente daría lugar a mejoras en la vida de los quilomberos y asociados. Hacer quilombo, en definitiva, es un derecho democrático: todos, desde los más pobres hasta los más ricos, somos sujetos con potencial quilombero.
Por ejemplo, Cristiano Rattazzi es un gran quilombero. Digo esto sin entrometerme en sus sábanas; sólo apunto a que el hijo de Susana Agnelli (de la familia más rica de Italia) al mando de Fiat Argentina (empresa radicada en el país desde 1923) descerrajó hace una semana que debía resurgir el G-7, la representación total de los sectores patronales de la Argentina, quilombera corporación ligada con la caída de Alfonsín y el apogeo del menemismo. Complementariamente, el mentado quilombero también adoctrinó: "Vivir con lo nuestro no trajo más que pobreza" y "Argentina no aprendió la lección del '29".
Y con eso nomás -que de algún modo no son más que meras palabras-, armó quilombo madre desde la UIA y en la UIA.
Ah, también dijo que había que cortarla con las empresas que viven de subsidios y diversos apalancamientos estatales. Raro para alguien como Rattazzi, quien en los 80 comandó el sector privado de Yaciretá, alguna vez señalado en los 90 como "el monumento a la corrupción".
Parece que no le salió muy bien y mandó en cana al presidente de la UIA, que si bien es parte de la entente neoliberal, tampoco tiene demasiado margen para hacer cualquiera. En fin... a veces se quiere hacer quilombo y sólo se hace bardo.
Por otro lado, el Gobierno va dando a conocer los nombres de los directores que representarán al Estado argentino en los directorios de las empresas que luego de haber cedido acciones a manos de las AFJP finalmente tuvieron que cederlas al Estado. Aldo Ferrer, autor del libro Vivir con lo nuestro, va a Siderar.
Finalmente, el acto del 30 de abril (foto) fue una muestra de representación democrática, expresión cívica y manifestación popular. Sin quilombos.
Para ampliar el panorama, como siempre, Manolo.
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