24 mayo 2009

Las afinidades electivas

Hace algunas horas, Agustín Rossi fue atacado por segunda vez por un grupo de patrones agrarios.
Huevazos, patadas, descontrol. Todo por haber cumplido su deber como presidente del bloque de diputados oficialistas, tarea en la que le cupo, además, ser el catalizador político de las casi veinte modificaciones que hubieran beneficiado a tantos que ahora añoran la vigencia de lo que no fue por el voto panqueque del vicepresidente.
Crítica dijo que el ataque "generó repudio" de parte de la oposición democrática y consensualista, la que, sin embargo, sólo dijo que el hecho era repudiable o lamentable, aunque se eximieron de repudiarlo.
La Nación dijo que fue unánime el repudio, aunque no se abstuvo de citar al aguardentoso Biolcatti, quien dijo que el ataque es "lógico" y "comprensible".
Según Clarín, Rossi le respondió a Biolcatti de este modo.
(Página* no publicó nada al respecto. Será por el paro de sus trabajadores, que, como tantos otros en tantas otras empresas del rubro, reclaman los demorados aumentos de este año.)

Ahora, a eso de las ocho de la noche, la noticia ya salió del centro que ocupó apenas por algunas horas de un domingo previo a un feriado.
Las atribuciones de la libertad de expresión. Legítimas, desde ya, aunque también notoramiente tendenciosas: si el atacado hubiera sido Giustiniani o Reutemann esos mismos gallos seguirían cantando.
Más objetables son las decisiones que llevan a dar plena cobertura a las manifestaciones antikirchneristas en la campaña oficialista en Buenos Aires, cobertura desmedida, de una relevancia en esteroides que contrasta con lo minoritario de dichas acciones de rechazo.
Lo que no, lo que es imposible de bancar, es la contradicción flagrante de esta noticia de Clarín (levantada por Catanpeist), que con preverbial deshonestidad intelectual se opone a la resolución del gobierno boliviano que determina que los medios deberán cederles a sus trabajadores espacios en sus publicaciones y emisiones. El argumento con que se desea justificar tal rechazo es que el derecho de los trabajadores de prensa a opinar sin censura atenta contra la libertad de expresión. Un absurdo, un asalto a la razón.

Mientras tanto, y a pesar de las prepotentes pretensiones monopólicas, los blogueros seguimos nuestro camino. En esa dirección, ya está confirmada la presencia de Ernesto Laclau en el próximo encuentro bloguero en Rosario, inscripto en la justa y necesaria campaña del compañero Agustín Rossi.


*Mandé cualquiera: en Página salió en la edición impresa de hoy.

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