Bueno, ahora parece que la onda mediática es hacernos creer que nacionalizar empresas es algo funesto. Toda la última década nos pasamos criticando la anterior para que de pronto, sólo por la mala pata de Techint con un par de inversiones en el Caribe, nos quieran meter por la ventana la loca loca idea del libre mercado.
Libérrimo, cómo no.
Para colmo, unos años atrás, vaya y pase. ¡Pero con Obama haciendo lo mismo! Siguen con la cantinela de la libertad de empresa como principio rector de toda viabilidad social. Pero Obama y Chávez hacen lo mismo.
Hay quienes matizan: "En Estados Unidos es temporaria la decisión; en Venezuela es eterna". Hay que ser comprensivos con ellos, pero sin dejar de advertirles que todas las decisiones políticas son eternas hasta que se revelan temporarias. Y, por otra parte, ya lo dijo Keynes: a largo plazo, estamos todos muertos.
De modo que sólo resta comparar la inmanencia del evento. La nacionalización, la tenencia estatal de una propiedad antaño privada. Tan sólo eso. Y, eso, es lo mismo cuando lo hace Obama "rescatando" empresas que se caen en picada o cuando lo hace Chávez "reparando" a los propietarios de empresas que daban ganancias. El evento es el mismo, muchachos. Con al menos una coincidencia estratégica: apuntalar el mercado de trabajo.
Por nuestro lado, en Argentina ya hemos conocido períodos de estatizaciones y de privatizaciones.
Hagamos números y saquemos las cuentas, a ver cómo nos fue con cada cual. Y votemos en consecuencia.
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