25 agosto 2007

Si necesitás algo, chiflá

“Pedime cualquier cosa, lo que necesites... que yo estoy.” A veces nos gusta decir frases como esta... de lo que esperamos una reacción inmediata del individuo receptor. Es una apuesta narcisista que nos autocomplace (esto es redundante, lo sé). Pero ¿hasta qué punto estamos interesados en estar? Vamos a los ejemplos prácticos. Alguien te dice: “Me estoy mudando”, y vos respondés: “Avisame si necesitás una mano”. Es obvio que necesita una mano, pero inmediatamente se lee entrelíneas que es una señal de cortesía y no un compromiso real. Si el agente mudante (o sea, el que se está mudando) responde a nuestra frase con un “por qué no te venís y tomamos unos mates”, es posible que esté tratando de engañarte para que cargues la colección de mayólicas o los seis potus limón que representan cada uno a un ex novio... Pero lo único que sabemos es que no conoce nada, absolutamente nada de los códigos de la comunicación.
Por mi parte, jamás tomé en serio un “estoy para lo que necesites”.

Distinto es el caso de quien tiene un favor que cobrar. Ahí como única excepción a la regla es donde uno puede agarrarse de una frase cortés y reclamar el favor real... pero el diálogo sería distinto y cito: “¿Sabés que me estoy mudando, no?”, “Sí, sí, lo sé” (nótese que no hay ofrecimiento), “Entonces, por qué no me ayudás a mover los muebles… que yo te conseguí el laburo, papá” (aquí la pregunta es claramente retórica).

En este caso está bien reclamar el favor, porque existe una contrapartida real; es lícito.

Como verán existe un gris, una zona donde las cosas no son del todo transparentes ni opacas... El favor es una figura que no queda del todo clara y por lo tanto no tiene reglas tan definidas. Es muy probable que un favor pueda convertirse fácilmente en chantaje. Y es ahí donde estaríamos en una situación más del lado de lo negro y menos del lado de lo gris. Sería un “vení, mudame, rasqueteame el piso, que si no le cuento a tu jermu adónde vas los jueves cuando le decís que vas a jugar al paddle”. Nos fuimos del otro lado, es evidente que el buen uso de un favor como figura jurídica queda supeditado a los valores éticos de los actores. Es falto de ética convocar a la consecución de un favor ofrecido bajo una frase de cortesía, siempre que no exista historia previa de un favor adeudado, sólo en ese caso se puede reclamar. Y por supuesto, no está bien visto el chantaje...

Como último punto, y para no dejar cabos sueltos, quiero referirme a los valores éticos antes nombrados. Cuando hablamos de esto, nos estamos refiriendo a un tema que podría ser determinante a la hora de establecer qué es y qué no es un favor. Pero como siempre, les dejo ese ejercicio... Definamos qué es un favor y a partir de allí podremos definir cómo serán la ética y la moral del favor...

Ya, a esta altura, estimado lector, podrá comenzar a ver que me es extremadamente difícil creer en las acciones altruistas. Como decía Rumpelstilskin, “yo no doy puntada sin hilo”, e hizo de la paja... oro. Y, según la moral cristiana y occidental, la paja es un pecado. Y ¿quién va a negar que convertir la paja en oro no es una acción altruista? Si yo hubiese podido convertir la paja en oro, tendría unos cuantos kilos.

(
Tweety no postea, pero manda estos mails generales.)

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