El deseo mira a través de la ventana y el favorito siempre está fuera de campo. Vito Corleone quiere a Michael fuera, lejos de la sangre e incluso de la familia. Hasta borronear el apellido. Porque Michael es brillante y la división es brava: en la barra, está quien va al frente y quien aguanta los trapos (también está quien porta los estandartes, y en Argentina suele ser el presidente del club).
Con el candidato electo había pasado lo mismo: aunque no por brillante, su padre lo sacó del campo. Digo “lo sacó” porque el hijo fue ladero y primera espada, fue delfín. Hasta que vació un par de empresas, contrabandeó con otras y, lo peor, trascendió. ¡Fuera de campo! Desapareció; cientos de días por propia decisión, otros por comisarios bonaerenses. Después, de lleno al club de sus amores, con Nosiglia en el cabaret: la realización, por fin, del sueño tardo-treintañero de la vida propia; el desafío de lo real a riesgo de la desventura, el fracaso y la solidaridad consecuente de la oligarquía exitosa (no son sus palabras, pero así pinta él su epopeya de gerente).
Ahora ya se agenció un campo propio y con más potencial. El delfín en pleno campo, montado sobre una corriente poderosa, con un poder que no podrá no ejercer. Pero, hacia atrás, esta oscilación entre el delfín y el fuera de campo ¿está configurada desde el vamos como un movimiento de tenazas? Porque si hay plan, hay reservas de trabajo y excedente de contactos: los fundamentos de este espléndido momento que está atravesando la familia.
Paralelamente, ¿hay expansión en la parte argentina de la clase hegemónica (imperial)? Porque si la expansión es hasta acá, en adelante todo será atrincheramiento y administración de la pobreza, y la mano vendrá más fulera.
Las oscilaciones en las respuestas marcarán los límites del gobierno delfín.
De esos límites para adentro, por mi lado, y a 109 días de esa misérrima asunción, mi pregunta sobre qué hace un delfín en pleno campo se resuelve en: va al frente sobre las olas como el primero de la clase, aguanta remolón los trapos a la salida de algún Cromañón o –siempre por el medio como para no pifiarle– porta el estandarte hasta, aproximadamente –espero– octubre de 2011.
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