01 marzo 2007

Experiencia de la catástrofe: noticias de ayer

Conversábamos anoche con amigos (D. y S., digamos). Nos contaban el sinuoso camino hacia su actual domicilio. Cada punto del relato se abría más o menos hacia lo mismo: un mínimo error de cálculo, una pizca de indiferencia u hostilidad, o el mero caos climático pueden conducirnos a vivir en los caños, o a alguna calamidad semejante. Una frase de S. quedó flotando: “El mundo es hostil”. Y Malala concluyó: “Lo que pasa es que damos muchas cosas por sentadas, las creemos firmes como el suelo que pisamos. Pero cuando el piso cede, lo que antes considerábamos decisión personal se nos aparece como un cruce, más o menos favorable, de contingencias”.
Hoy a la mañana, mientras el agua avanzaba sobre (y bajo) Buenos Aires, recordaba la charla de anoche y, vagamente, como en un eco o un rumor de la conciencia, me preguntaba dónde estarían en ese momento los desplazados por el incendio de Villa Cartón. Luego recordé que la lluvia es apenas un instrumento de la catástrofe, uno entre medio de muchos otros, algunos mucho más devastadores.

(Arde Tokio)

Entre la conversación de anoche y el diluvio de hoy, vi por i-Sat Niebla de guerra, un muy buen documental sobre Robert Strange McNamara. El tipo, menos en Corea, estuvo casi en todas. Empezó su carrera en Harvard; organizó la reclutación de pilotos de bombarderos mediante las fichas computadas de la IBM; fue parte del equipo que planificó el bombardeo incendiario sobre decenas de ciudades japonesas; trabajó en la Ford, donde introdujo innovaciones en seguridad tendientes a salvaguardar la vida de los consumidores, y de la que fue el primer presidente con un apellido que no fuera Ford; mano derecha de Kennedy y después también de Johnson. Todo eso, entre 1942 y 1968.
Habla McNamara y solito va dando una idea acabada de eso que se ha dado en llamar complejo industrial-militar estadounidense y sus consecuencias en la sociedad de su país y en el resto del mundo. Una simple historia de vida contada en primera persona por alguien consciente de que, de haber perdido, él –y tantos otros– habrían sido juzgados como criminales de guerra.
LA escena: en off, McNamara cuenta que la innovación que revitalizó a la Ford fue copiar ciertas características de los Cadillacs. En pantalla, un plano detalle de la cola de un Cadillac recordaba los misiles que antes habían sido mostrados. Luego, la cola del Cadillac, se transforma en la de un Falcon. Así salió adelante la fábrica de Henry F. Usted sabe lo que un Ford (Falcon) significa.

PD: entre 1968 y 1981 fue presidente del Banco Mundial. Parafraseando a Clausewitz: la economía es la continuación de la guerra por otros medios.

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