Eran las 21.30 y necesitaba urgente agenciarme la cena. Algo simple. Eso sí: con cebolla de verdeo. (Porque sin ajo no se puede cocinar, ¿pero sin cebollita?)
Pido una plantita y saqué dos pesos, esperando incluso recibir las monedas. "Cuatlo peso." "¡Cuatro pesos!" "Sí: veinte el kilo. Está calo lo velde."
¡Menos mal que no tenía que cocinar empanadas para seis! Porque entre la mother, el micro y la cebollita de verdeo...
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