Abel Posse dice que los pibes son todos unos drogones estupidizados por el rock. Podría ser una línea de “Policía vs. hippies” de Capusotto, pero es la percepción de la juventud que expresa el actual ministro de Educación de la ciudad luciérnaga de América del Sur.
Abel Posse también dice que la clase política es inculta. Ahí tal vez no le chingue tanto, pero, antes, habría que discutir a muerte qué es “clase política” y “qué es cultura”. Y nadie que viva en sociedad es estrictamente inculto, puesto que vive y sobrevive en un hábitat cultural.
Si en cambio convenimos que la frase significa “los dirigentes argentinos carecen de herramientas y dispositivos conceptuales básicos”, tal vez asentiríamos un poco más con Posse, aunque no tanto. ¿Él está dentro o fuera de la clase referida? Si lo está, es también él un inculto.
Y lo más importante, ¿qué se desprende de todo esto? Si los de abajo caminan hacia (o “por”) el camino de la perdición y nuestros pares son incultos, ¿cómo se hace política en ese contexto? ¿Qué tipo de lazos extiende esa cosmovisión hasta definir su estructura?
Yo creo que Posse ya lo pensó. Y eligió la pedagogía de Homero.
Coda. ¿Puede una persona con semejante biaba en el marote ser ministro de Educación, maestro de nuestro futuro?
“No lo mires que se tiñe.”
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