Si bien es conocida la tendencia de Morales Solá a producir "enunciados culo", a veces Joaquín se zarpa de piola vago. En tal sentido, titula su nota de hoy "La reacción de un hombre desesperado". La reacción de Kirchner, el supuesto desesperado, sería ni más ni menos que la citación del Colo por una causa por tráfico de efedrina, en la que comparte abogado, y tres llamadas telefónicas, con el principal acusado. No parece una reacción desesperada, sino más bien lógica. Y de un juez, no de Kirchner. Lo que resulta desesperado es afirmar que "Kirchner se apoderó del gobierno legítimo de su esposa", por todo lo inverosímil y desmesurado que implica interpretar con tremendismo rupturista un evento natural en la clásica esfera de los bienes gananciales, en este caso, la representatividad del matrimonio.
De modo que lo desesperado es el presente político de la apuesta De Narváez. La consecución que lleva hasta su citación como acusado no comienza en la primera de las tres llamadas con Segovia, sino que es la marca en el orillo de la inconducente asociación entre "los tres chetos", tal como gusta referirlos Jorge Rial, quien se ha convertido en un analista político a partir de la desaforada trascendencia mediática asignada a "Gran Cuñado". Los tres chetos, decíamos, que en realidad son dos -ya que Solá no se sabe si es Jazmín, o un caballo de Troya o sólo otro Felipe más- coinciden en haber integrado en su construcción política grandes representantes de la policriminalidad y poliladrones de fuste.
Es de suponer entonces que el candidato de Ramiro Agulla (otro gran piola vago argentino, vendedor de De la Rúa, Menem y ahora De Narváez) tragará saliva seca todo lo que le resta de campaña, a tres semanas de las elecciones.
La perentoriedad de los plazos, y la desesperación que genera, conlleva a la insoslayable
suspicacia sobre los motivos y los impulsores de decisión judicial. A tres semanas de las elecciones, pocos candidatos se ven conminados a pasar por el brete judicial, razonan algunos con menos motivos que los que sustentan la citación. Los antecedentes del juez Federico Faggionato Márquez, cuyos 36 pedidos de juicio político lo describen como otro sospechoso piola vago, son algunos de ellos. Y si bien no es desatinado adjudicar la celeridad de la causa más en las flaquezas que en la capacidad del magistrado, tampoco puede ignorarse la existencia de pruebas materiales. Pruebas que, complementariamente, pueden multiplicarse por milagro del tendal de víctimas que acarreó la desduhaldización desperonizante del peronismo antikirchnerista.
Así la vida, el Colo queda en la incómoda situación de enfrentar la crispación de los ofendidos y humillados, toda una constelación de defecciones relacionadas no sólo con los fiscales electorales sino también con los jueces penales.
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