En este artículo el polémico Joaquín se empeña por alcanzar un nuevo estadio de la clasificación de la pragmática lingüística. Si acá parecía que derrapaba con un título (“Un estilo que sólo resta”) que coqueteaba con predicar sobre la presidente pero que finalmente se aplicaba mucho mejor a su propio huerto, hace unos días se despachó con un “Nadie hizo tanto para dividir el país”, que si bien no puede aplicarse a su autor (ya que la potencia y el valor de su función -social- no dan para tanto), sí connota los impulsos que lo movieron la tardenoche en que la presidente enviaba al Congreso la legitimación de sus legales retenciones.
De modo que si la lingüística pragmática (cómo hacer cosas con palabras) da cuenta de los enunciados performativos (“doy por iniciado el ciclo lectivo”, “lo sentencio a 15 años de prisión”, y casi incluiríamos “mando al Congreso la legitimación de estos decretos”), Joaquín rompe los esquemas con su alocada producción de nuevos enunciados para la tipología pragmática: los enunciados deformativos o retroformativos, popularizables como enunciados “culo” (por la reconversión de los hechos que opera esa palabra en los juegos de dados).
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