07 junio 2009

De pibes chorros y piolas vagos 2

"Moreno aprieta para sumar divisas" dice la tapa de Crítica de hoy. Algo más ecuánime, en el interior del diario la nota se titula "Moreno levanta un muro para contener la fuga de verdes". Qué diferencia, ¿no? La distancia que hay entre "aprieta" y "levanta un muro" -el abismo entre un patotero y un albañil o un ingeniero civil- es similar a la que enfrenta "sumar divisas" (¡la Kaja, la Kaja!) con "contener la fuga de divisas", es decir, operar contra el accionar crónico de la Argentina prebendaria, hoy en campaña por salvaguardar sus inmoderados privilegios.
Mauricio Macri y Francisco de Narváez son dos ejemplos indisimulables de esa Argentina regida por el choripaneo y la expoliación. Desde el gobierno delfín, Macri es el heredero de un conglomerado que ha hecho de los contratos con el Estado argentino el cogollo infumable -inmarcesible pero sin semilla- de su acumulación. El segundo, al parecer, ha medrado más bien con la etapa de la acumulación financiera desatada por el 1 a 1 y la liquidación de empresas de capital nacional. Coinciden también en el manejo turbio de exportaciones e importaciones, incluso a veces de sustancias prohibidas. De trabajar con el riesgo de oportunidad, de innovar teconologías, de expandir su producción por fuera del amparo del Estado, no aparecen ni rastros ni atisbos.
De modo que el salto a las lides electorales se enmarca en la más entrañable de las utopías restauradoras: la política atendida por sus propios dueños. Porque los piolas vagos son criados por Dios (o el Cardenal Newman) y amontonados por los vientos de la historia. Y si necesitan algo para sumar a su amontonamiento electoralista, pueden pelar chequera y forrarse de comentarios halagüeños, ya del periodismo independiente ya de la libérrima creatividad publicitaria.
Hicieron las cuentas y decidieron "jugarse". Jugarse el mundo el marketing electoral, por ejemplo, donde desarrollan ecuaciones que llevan del asco al vómito en cuestión de segundos. Así es que arriesgan cosas como "Mauricio + Gabriela + Francisco = vos". Pero la ecuación no da. O da cualquier cosa, como un empate "técnico", eso sí, con 20% de indecisos.

Retomando, los métodos de Moreno serán todo lo "polémicos" que se quiera refunfuñar. No así sus fines, que se inscriben positivamente dentro de una problamática nacional. Problemática en la que el kirchnerismo ha operado complementando el morenismo con la supervisión estataal e interestatal de acuerdos sectoriales, como los que han firmado Brasil y Argentina la semana pasada. Acciones tendientes a estimular la integración coordinando la transformación de la fallida burguesía nacional, bastante piola vaga ella.
Pero más allá de las operaciones que se monten para legitimar la restauración neoliberal, este es tiempo de renovar el relato. Y el relato, en una sociedad de masas, pasa en hegemónica medida por la interacción de los medios masivos de comunicación. Para destrabar este nudo, no vendrá un Moreno transfigurado en Mariotto.
Será por ley, una ley debatida, entre otros, por los legisladores que no aborrezcan del trabajo parlamentario, grupo del que ni Francisco ni Gabriela han participado jamás en lo que va de sus vidas.

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