El domingo por la noche converso con una amiga sobre las actividades del fin de semana. Menciono, luego, que no trabajo lunes ni martes. "Ah, cierto... era eso por lo que yo no tenía que hablar con vos, vos tenés esos asuetos y a mí me da mucha bronca."
En Pacífico, a punto de subir a tomar el tren, me encuentro con un amigo periodista a quien hacía mucho tiempo no veía. Luego del up-date de rigor le cuento que estoy yendo a Hurlingham, a una casa con pileta, que no trabajo porque tengo asueto. "Ah, ustedes los municipales, por favor..."
Gente que está indignada por esta súbita inyección de días no laborables, ¡luchen por sus derechos! Que es más productivo que quejarse de envidia.
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