Tal dinámica replicada hasta la náusea promueve la concepción de que toda corruptela privada, el pequeño y gran chuleteo (connatural de las empresas gerenciadas) resulta nimio ante cualquier ilegalidad económica del Estado. La justificación que subyace (y que casi nunca tienen los medios necesidad de aclarar) es que todo delito perpetrado por el Estado es más grave que cualquier otro protagonizado por -o en- una empresa.
***

Por otro lado, las dudas y sospechas sobre los árbitros de fútbol vienen desde antaño. Sin embargo, si mi memoria no me falla, en Argentina no hubo ningún denunciado ni caso de demostrada culpabilidad. A tres meses de iniciado el Fútbol para Todos caen ahora Aníbal Hay por presionar y Cristian Faraoni por dejarse. ¿Qué es mejor? ¿Que salte o que no salte un caso de corrupción, donde sea que se dé?
De todos modos, nada comparable con la venta de imágenes del triple trasplante a que fue sometido Sandro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario