06 octubre 2010

Llego tarde

(Escrito el día que balearon, gasearon y detuvieron a Correa. Fue imposible postearlo: los caños de internet fibertel estuvieron llenos todo el día. Y el día siguiente, también.)

El día empezó con inquietud: de pronto, había desaparecido el blog de Manolo.
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Hebe, cuando ya habían chupado a Azucena y a las monjas, ocupó el liderazgo (interpersonal, como siempre) vacante en el único colectivo que enfrentó públicamente a Videla en 1977, una construcción existencial creada desde la más valiente desesperación. Madres tenían que ser.
Eso sólo ya la exculparía de toda hipotética denuncia contra sus hechos de palabra. Porque “¿dónde están?”, “con vida los llevaron, con vida los queremos”, “aparición con vida y castigo a los culpables” son palabritas que recordamos no sólo porque las oímos y dijimos mil veces, sino, sobre todo, porque desde la primera vez que las escuchamos, que las sentimos, entendimos todo. Y crecimos entretejidos con ellas, porque ellas se enfrentaron al régimen terrorista en su período de mayor potencia de muerte.
Eso solo la exculparía de todo a Hebe, de todo de verdad, hasta que se muera. Porque no es eterna y algún día la lloraremos, como a Alfonsín, o mucho más. Pero vaya si sobrevivió, vaya si educó. Y a los ochentaipico, Hebe hace casas. Nadie más anciano que ella talla públicamente en Argentina. Salvo Fayt. Sólo que ella no es suprema, sino del llano, su propio llano, el piso mínimo de derechos que ella se arriesgó a establecer. Y lo logró.
Así que más respeto.

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