¡Qué tupé! Superávit, subejecución, más endeudamiento y encima ampliación del presupuesto de 1500 millones (consensuada con la Coalición Cínica), de los cuales 200 van (y ya van 1000, casi tres palitos por día) a las empresas recolectoras de residuos, que él no gerencia, desde ya, y por eso ni duda cabe de que él no lucra más con ellas.
(Además, cien millones para subsidios a escuelas privadas y 99 para arreglar veredas; a los premios entran: 24 millones para el Instituto de la Vivienda y seis para becas estudiantiles. El gas en las escuelas públicas seguirá faltando.)
“El gobierno usa de menos y pide de más. La insistencia en mantener el nivel de endeudamiento se está convirtiendo casi en una afrenta a la sociedad”, sintetizó Hourest. Ese "casi" está de más: es una afrenta cabal, tanto como el mutis mediático que mima su gestión.
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