...y porque no tengo un minuto para escribir nada, transcribo el testimonio de una trabajadora sexual que acabo de leer en una investigación que estoy editando:
“Mis clientes saben mis horarios, el lugar donde paro y mi teléfono celular. Son hombres correctos, no son estafadores o hijos de mil; todos mis clientes, treinta más o menos, son hombres casados. Nada de jóvenes, ni hombres separados, divorciados, solos, sino familiares, los que tienen sus esposas, hijos, su familia (…)”
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