Hace tan sólo un año, vivíamos las vísperas de elecciones presidenciales más vacuas y anodinas de que se tenga memoria. Y era raro. Se sentía raro. Uno sospechaba y sospechaba, y fatigado finalmente alzaba los hombros y concluía en que, en definitiva, este país es raro.
Pero el paranoico argentino no se aquieta así como así ante el reconfortante sosiego de los enunciados más evidentes. (Ante esos, seguro que no, no se aquieta.) Y, en esa vorágine, hasta llegamos a pensar que Crítica sería un diario cristinista. En fin...
También más o menos por esa época, escuché de boca de dos jefes laborales sus vaticinios para este año: uno susurraba un avance golpista contra Cristina; el otro, más simple, explayaba proyecciones salariales sobre el horizonte de “un año muy complicado”.
Los malos augurios del primero me parecieron demasiado delirantes como para ser desechados; los otros, si bien más difusos, transitaban una huella igual de ominosa. Por consiguiente, hicieron sistema.
Mientras tanto, en Ciudad Gótica, los medios hegemónicos no daban cuenta de nada trascendente, como siempre, y mucho menos de algo relevante respecto de ese secreteado porvenir. Hablaban sí, en cambio, de Antonini Wilson, del armado de fraudes electorales, de invitaciones al ballottage… y de Bailando por un sueño, por supuesto.
Reduciendo hasta el absurdo, podríamos decir que, si bien no dedicaron su costoso espacio a temas de interés general –como la demoradísima autocrítica de los medios masivos respecto de su actuación ante los asesinatos de Kosteki y Santillán o de la dictadura–, sí se lo otorgaron a otros infinitamente más intrascendentes, como la mediocridad de la blogósfera.
Sin embargo, y aquí viene el meollo, es el día de hoy y me encuentro con que aquellas profecías sobre este presente, deslizadas casi al acaso en el ámbito laboral de una empresa de medios, resultaron más pertinentes que cualquier información publicada, en aquellos momentos por esos mismos medios, con pretensiones ya de panorama ya de actualidad.
La otra cara de esta misma moneda (falsa, desde ya) es que, hoy mismo, son los blogs los que me informan sobre la represión en Córdoba capital. Este blog, sobre todo, es el que cuenta lo que todos los medios masivos callaron –al menos hasta el anochecer de ayer jueves 31 de julio–: la represión cordobesa fue con apremios ilegales. Ni más ni menos.
Los tiempos son otros, sin duda, y la estación Avellaneda queda más lejos de los diarios nacionales que la ciudad de Córdoba, pero sin embargo, nuevamente, la crisis pudo causar dos nuevas muertes.
Este, este y este blog citaron (y me acercaron) el ya linkeado blog. La foto, de Catenpeist.
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