Hoy te quiero decir
que hoy no me
decidí tampoco...
Hoy que tengo un rato, entre laburo y la mudanza, puedo decirte que...
...En mis momentos más hoscos, el hecho de que Calamaro sostenga seguir la difícil dirección que sigue el salmón, sobre una melodía de un facilismo con ecos orteguianos (de Palito, que no del Burrito... aunque no sé), revive un poco en mí el momento en que Fito cantaba su lamento sobre preferir estar borracho en el subte. “¿Ah, sí? ¡¿Y por qué no te das el gusto?!”, le respondía para mis adentros ponele que en el 96, mientras esperaba en un kiosco el vuelto de un Beldent (todavía no fumaba).
Pero no. Para qué ser tajantes cuando supongo que nadie ha prescindido de inaugur una época de su vida con una larguísima patinada que, recién detenida contra una pared, nos deja justo en el trasfondo que lleva a los baños, o bien, a la salida de emergencia.
No y no. Porque además Calamaro (y no digo “Andrés” sólo porque me avergüenza, a esta altura de la cultura, llamar por el nombre a mis perfectos desconocidos) convenció a su discográfica –¡cualquier discográfica!– de editar un disco quíntuple al precio de uno doble.
Ese solo portento de artesano, y el hecho de que sea el único cantautor masivo –incluso entre los reivindicados como nacionales y populares– que menciona lo material de nuestra “vida paria en la burbuja inmobiliaria”, sólo esos dos actos, nada más, lo rescatan ante mis ojos de todo ese trasfondo de transas que rige la vida en la vida mainstream.
Ahora, sin embargo, en medio de este rescate calamariano, recuerdo que lo último que supe de él fue su agradecimiento en los premios Gardel, en el que mencionó los “piquetes paquetes”.
Pero ya basta. Ni quiero estar solo nunca más, ni tampoco que mi mente funcione como una mera reacción a la permanente revolución turra actual. Y sin embargo tampoco quiero mitigar la modulación entre (dos) bandos. Porque es una lógica a la que yo –aunque desdeñada por alguno de los bien retornados Trabajos Prácticos–, por el momento, no puedo ni quiero no suscribir, aunque más no sea por lo que dice Chabrol: “Hay dos clases de personas: los burgueses y los que quieren llegar a serlo”.
Hoy me quedo a escuchar
algunas canciones preferidas
O no, mejor no.
Mejor me voy volando a lo de Rolo, que por suerte no es un típico vigilante medio argentino.
Así que voy con gusto allí, donde me comprendan y me dejen vivir a mi modo.
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