Cuántos periodistas, digamos mejor, cuántos compañeros de rubro desean revivir la sensación de trabajar en algo aventurero, ya riesgoso ya curioso, innovador o desconocido. Escribir (y diseñar) algo aún no escrito (ni diseñado), y olvidar de una vez este período de permanentes reescrituras genéricas, casi cristalizadas, más o menos estilizadas.
Los artículos, las notas, los segmentos, las secciones... los separadores y hasta incluso también las publicidades (propaganda, bah) que llenan sitios internéticos y páginas de papel de los grandes medios vienen reportando menos a su credibilidad que a su prosperidad, satisfacen asimétricamente las expectativas que los presuponen (la información y el lucro). Se enfrentan diariamente con escollos para consolidar el pacto de lectura. Puestos a buscar la verdad que sea rentable, el lucro hegemonizó la información. Hace rato.
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Acabo de escuchar por Canal 7 el discurso del cardenal primado de la Argentina (es decir, el Arzobispo de Buenos Aires) hablando sobre los "volquetes existenciales, de hombres y mujeres que son despreciados y los chicos que no caben, que son despreciados, se los trata como mercadería", según transcribe La Nación.
Y si bien sólo Canal 7 cubrió la explícita referencia del Cardenal a la situación de la ciudad de Buenos Aires, al parecer estamos en campaña: Iglesia Católica Argentina para Todos, bien compendiada esta vez por Clarín.
Abel dice esto al respecto.
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¿Viste que ahora Clarín cuelga enseguida los videos con los goles de los partidos? Eso tiene valor.
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-Malala, leí de los estromatolitos en Clarín.
-¿Dónde?
-En Clarín, en Clarín.
-¡¿Compraste Clarín?!
-Nooo. En Clarín [dije señalando el monitor].
-¡Ah! En el blog de Clarín...
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