Hay un racimo de frases que viene dando vueltas por mi cabeza. La original, de allá por los inicios de los 60, es "El medio es el masaje", título de un libro de Marshall McLuhan, uno de los intelectuales felizmente integrados. La frase luego derivó en "El medio es el mensaje", que es una reformulación democrática o una crítica del "Miente, miente y miente que algo quedará" goebbeliano. La estructura es esa, sólida y flexible, hegemónica.
Sobre ella, de aquí hasta el viernes, las variaciones serán "La esperanza –el aguante– es el mensaje" y, cada vez más cerca del partido, "El miedo es el mensaje". Después de Alemania-Argentina, el mensaje será planto o diatriba o, tal vez, el masaje será la euforia del panegírico.
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