Hace un par de años, recuerdo conversar después de hora –ya hacía calorcito, ponele que fuera octubre– con uno de mis tantos jefes, un abogado uruguayo hourestista.
Era entonces el período post-cletazo, y aquel jefe uruguayo que supe tener me invitaba una charla sobre política, y yo justo andaba con ganas:
–¿Y? ¿Llega Cristina?
–¿Cómo si llega? ¿A terminar el mandato o a ganar las próximas elecciones?
–Noo, olvidate de que no termine. Ya pasó, fueron.
–Ah, las elecciones entonces. Eh... mirá: si llega, pasa, sigue de largo, hasta 2015.
Mmmh... quién te dice.
No, en realidad aquellos meses en tren no positivo ya se habían esfumado, detrás de ese barrilete cósmico que fue la nacionalización de las cajas de las AFJP. Así que sería en noviembre.
–¡Y sí! ¡¿Qué más se le puede pedir a un gobierno?! Con la Sociedad Rural no pudo, bueno, son jodidos esos. Pero ya mandó en cana a los milicos, les encajó las paritarias, ahora las AFJP... –detallaba animado ese buen jefe que tuve hoy ya ascendido a la Nave Nodriza (por suerte ese puesto ahora lo ocupa un amigo). –¿Sabés la cantidad de cosas que se puede hacer con esa guita?
Arengado, ya en pleno anochecer, me animé a bartolear escenarios futuros:
–Además, está esta crisis financiera de la burbuja inmobiliaria. Y algunos dicen que va a ser como el 30. Pero para mí que, para nosotros, puede ser como el 45.
Mmmh... quién te dice.
Ahora recuerdo que éramos tres esa tardenoche, y que yo hice esa ostentación de peronismo explícito para acicatear a un compañero entrañable que, si bien gorila, se afiliaría un años después, junto con 45 compañeros más, a la UTPBA, y que fue mencionado en este post cuando todavía ni él había sido despedido, ni nosotros, sus compañeros, reaccionado al instante, repudiando el despido con sendas cartas (a la jefatura editorial y a recursos humanos), tan urgentes como simbólicas.
Todo pasa. Todo queda.
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Mientras Méndez dice que el proyecto de participar a los trabajadores en las ganancias empresariales nos acerca a Cuba, lean cómo es el sistema de participación obrera en la producción alemana, gentileza del imprescindible Manolo.
Y, de paso, también péguenle una leída a este aporte del compañero Aníbal sobre la trata de personas y el tristemente célebre Rubro 59.
Y para terminar bien arriba, sabé que a medida que nos acerquemos a noviembre, menos faltará para una nueva semana de festejos, por el Día de la Soberanía, nos colme de satisfacción nacional, y en un marco de exposiciones de ciencia y tecnología argentinas, será donde, tal vez, Cristina haga oficial la capacidad cierta de que Argentina ponga, ponele que en tres años, sus propios satélites en órbita, con sus propios cohetes. ¡Bombita en el espacio exterior!, pero esta vez fuera de joda.
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