No negaré que cuando titulé "días de neokirchnerismo" aún auguraba una victoria de Néstor contra De Narváez. Te digo más: con un margen de 5 puntos (+/- 4).
Pero el neokirchnerismo arribaría igual post 28J.
Ganar, claro, es mejor que perder.
Pero el juego de la democracia representativa es siempre aproximativo. De modo que ganar por cinco o perder por cinco no te hace mucha diferencia.
La diferencia tiene que ser amplia, cómoda. Como la que Cristina le sacó a Carrió en 2007, diferencia desmontada ipso facto por la guerra gaucha.
No lloremos sobre la brecha derramada. Ya se había perdido el lábil electorado de Capital en 2007; ahora perdimos el de varias ciudades del interior, sobre todo el pampeano.
Desde ya que hay una construcción mediática en tal éxodo cívico.
Pero también hubo en el kirchnerismo una carencia sistémica... o dicho de otro modo, formal.
Entonces diré lo que por cobardía callé en aquel post.
Auguro días de neokirchnerismo, porque el kirchnerismo será fernandista o no será nada.
Cristina -ejecutiva con los gobernadores- y Aníbal -gabineteando con los sectores y partidos- articularán una muñeca de la pulseada. La otra muñeca, desde ya, la conformarán las corporaciones, cuya mano ostenta la tradicional sartén (y el gas y el aceite y las milanesas y el pan rallado cuando sólo era trigo).
La pulseada se compondrá entonces del mentado diálogo y de la negociación general que ella pueda encauzar hacia el Congreso, itinerario en el cual terminará de dirimirse.
Si todo sale mal para el kirchnerismo, será hora de acoplarnos con énfasis y enjundia al zaffaronismo y exigir ya mismo una reforma parlamentarista.
Pero todo no puede salir mal. Bah, se me antoja que no debería.
La oposición reclama, formalmente, más institucionalidad, cosa que, por su parte, al kirchnerismo nos resulta nuestra mejor carta: nunca en estos últimos 25 años hubo tanta mejora en el respeto de los derechos y garantías como que en los últimos seis. De modo que ahí hay un valor.
Disvalores hay en el hambre perenne y el negreo de tantos millones, en las leyes de facto heredadas de la dictadura (la aún vigente "de entidades financieras", la aún imperante "de radiodifusión").
Así al voleo, vanamente empenachado como el primer ideólogo del neokirchnerismo fernandista, enunciaría la primera preceptiva militante: todo kirchnerista debe velar siempre, allí donde esté y según sus posibilidades, por el trabajo, la institucionalidad y el salario.
A largo plazo estamos todos muertos.
A lo mejor resulta bien.
"Hagámoslo en serio", propondrá Aníbal a los participantes del diálogo.
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