05 octubre 2006

Las dos vanidosas razones (de un día aciago)

Lo reconozco: soy una persona vanidosa (“soberbio”, me espetó alguien alguna vez). Ahora bien, parafraseando: ¡quién que es no es vanidoso! Pero bueno, en parte por eso me comí un día aciago, por eso... por eso y por creer obstinadamente en el valor del capricho (siempre hay que tener dos razones). En tal virtud, sólo diré que: a) la casi perfecta indiferencia que generaron mis dos últimos posts, en cruce con b) la intención de cernirme a los radicales lineamientos explicitados en el post del 19 de septiembre, me llevan a buscar otras dos razones de mi aciago día. Por ejemplo:
1) La propaganda de Jumbo sobre la semana alemana (una aberración de la mente con que se insta a comer como un bruto salchicha con chucrut) me recuerda dos prejuicios que tengo por pilares: a) el capitalismo tiende a destruir al Estado, pero lo necesita como el campeón al sparring o al retador (así que Tony Negri y “su imperio sin imperialismo” me la chupan desde la Luna). b) Siendo que lo mejor que tienen para ofrecerme es que coma como un troglodita salchichas con chucrut, no me queda más remedio que pensar que efectivamente el que se come lo del nacionalismo es porque tiene boca de esclavo.
2) Después del día de mierda que para mí representó el miércoles 4, vi y disfruté del capítulo de Montecristo, la primera sostenida intervención televisiva en tratar el tema del terrorismo (no hace falta aclarar “de Estado”, porque todo terrorismo siempre es de Estado: no hace falta aclarar la distinción entre el miedo y el terror). Un gran capítulo, porque: a) reconoció ser una “novela K” (es decir, auspiciada por la Rosada), ya que al encadenamiento de pícaras coincidencias que se vienen dando entre la trama de la novela y la política gubernamental de derechos humanos, se le agregó la aparición –un día después de puesta en vigencia la ley que tiende a erradicar al fumador de la vida pública– de un desubicado abogado de pobres y ausentes que dice vencido sobre el cigarrillo: “Esta es mi condena”; b) me alentó la esperanza, aunque más no sea por unos minutos, de que los dinosaurios finalmente habrán de desaparecer. (Y porque María Onetto la rompe de lo bien actúa.)

(Otras dos razones posibles para pensar que tuve un día de mierda: a) que a la mañana el clima estaba bueno pero después se fue al carajo; b) que esperaba un día tranquilo en el laburo pero laburé hasta pasadas las ocho.)

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