“Quisiera ser una efigie de dientes apretados”, acabo de decirme mientras pensaba cómo me gustaría argumentar en discusión encarnizada. Fue un destello del que fui apenas consciente, programador. Menos aun lo fui cuando, mientras corregía en casa de Malala y oía Old Boy –una película que ella estaba mirando–, creí escuchar, como palabras españolas intercaladas en medio de una conversación en coreano: “Es vergüenza del guerrero desoír su voluntad”*, una frase surgida casi totalmente del mero afán de lenguaje que ostentamos –literalmente– los humanos. La consideré bella, gallarda: dos perfectos octosílabos castellanos.
Y bueno... quería compartirla (u ostentarla, no sé).
* Si alguien lo sabe, que me diga, por favor, si es una frase conocida, una frase más ajena aun que la mía, escuchada por mí en algún momento y resucitada en un determinado choque de circunstancias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario