09 julio 2010

En memoria

El 21 de junio murió el abuelo de Malala, uno de esos humanos exitosos, esos ejemplares de la especie que mueren muy viejos, no de vejez, sino por exceso de vitalidad. Un abuelo de los que inspiran, lo opuesto a un viejo de mierda.
Veinte días antes, ya había proyectado don Julio un cerramiento temporario para el patio de su casa, en medio de la vorágine de una amplia refacción, sustentada por sus ganas de vivir bien y en particular por el ajuste de su jubilación (a la suba, se entiende) y su correspondiente retroactivo. Y lo estaba llevando a la práctica.
Intentaba colgar entonces don Julio un plástico grueso para cortar el aire invernal que entraba sobre la puerta, a través de una media pared de celdillas huecas. Pero apenas subido a la escalera, un tajante mareo lo hizo irse de espaldas hasta darse el marulo contra el piso, o tal vez contra la pared de las habitaciones.
Sin embargo, para cuando vino la ambulancia, el tipo ya estaba repuesto, y médico y enfermero tuvieron apenas la necesidad de limpiarle la herida y cerrársela con la gotita. Le charlaron un poco, constataron su lucidez, y finalmente aprovecharon para comerle unas empanadas que don Julio venía horneando para la noche. Cuatro empanadas se llevaron puestas. Si todavía había un montón y estaban calentitas...
Pero el daño ya estaba hecho. Hacía rato que había pasado los 90 y, en dos semanas, una ínfima hemorragia instiló sangre en su cráneo y echó a perder diría –aunque justo es que concluyó– todo ese dicharechero, peronista y funebrero trabajo.
Fue llorado por varios y más lo recordaremos.
LTA.
¡Viva Chacarita!

4 comentarios:

Gonzalo Agustin Sueiro dijo...

hay personas que viven bien su vida, eso es lo que importa. Muy lindo recuerdo.

saludos

Colo dijo...

Un abrazo para vos y Malala, No tenés idea cuánto comprendo lo que contás, mi abuelo cumplió 95 hace una semana y está hermoso, se queja porque se le cansa la vista cuando lee el diario y que los dedos se niegan a agarrar bien la lapicera por una artrosis que vino a joder justo ahora.
Y a mi me da una desesperación tremenda cuando pienso que personas como él casi no quedan.

Un abrazo.

Malala dijo...

Gracias, Ari, hubiera querido escribir algo yo, pero no podía, de hecho es la cuarta vez que intento hacer un comentarioo.

Cuando pase un poco el tiempo seguramente voy a ir escribiendo alguna cosita menos necrológica y más vivaz... por ejemplo, ayer, mientras con mi vieja y mi hermano juntábamos algunas cosas de su casa, papeles, fotos... encontramos que en un cajón de la mesa de luz había un forro.

Gracias, Gonzalo. Colo, disfrutalo.
Besos.

fd dijo...

Un abrazo y beso para ambos. Entrañable, querible y con una energía tremenda, así parece... No lo conocí, ni tampoco a mis abuelos, solo una abuela tengo y tuve pero la relación es otra, igual la quiero mucho.
Así que tu abuelo, Malala, a través de las historias está vivo, quizás aunque sea raro, mucho para los que no lo vivimos, para que los que no tuvimos la referencia así se nos aparece esa figura. Es simplemente algo ajeno que se mira con cariño, como en una película...
Besos,
fd