12 abril 2009

Jodeme las pelotas


Entre lo noticiable y lo relevante, al lado del prestigioso arte del periodismo, y justo debajo de la nueva mascota de la Casa Blanca: la blasfemia personificada.
Por gente como Ratzinger entiendo un poco a los lefebvristas.
Me imagino a cualquier cura pegando un coscorrón con ganas en la azotea del impío: "¡¿Cómo que «devolverle la esperanza al hombre»?! ¡¿Quién se la podría haber sacado acaso, pedazo de adoquín del Demonio?! ¡Si la esperanza del hombre radica en el amor de Dios!".
Wojtila al menos decía que los pobres no podían esperar.

Volví del sur, medio pastoral.

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