24 octubre 2007

Me recontracago en el Banco Galicia: el efecto Pelagatos


Umberto Eco codificó una forma de la distribución de la información y la llamó “efecto Pelagatos”. Pelagatos es uno de los tantos marineros de un barco cuyo capitán los cita para decirles que a uno de ellos (a Pelagatos, desde ya) se le ha muerto su padre. El modo de informar es el siguiente: ante la formación en fila sobre la cubierta, se les pide que den un paso al frente todos aquellos marineros que tengan a su padre vivo; cuando Pelagatos da su paso al frente, el capitán le descerraja un “«Vivo», Pelagatos, dije «vivo» ¿o no entendió?”. Eco dice que así operan los medios masivos.
Pero es sabido que los medios manipulan la realidad sólo en la medida en que la economía ya lo ha hecho previamente. De modo tal que el efecto Pelagatos no se restringe sólo a la información y la opinión publicadas, sino que se da, entre otros casos, en eso que se conoce como “letra chica” (“está acá, bien clarito, ¿o no lo leyó?”). Pero el efecto Pelagatos en los intercambios y contratos comerciales no se detiene, y también te lo pueden enrostrar de palabra.
Durante los últimos tres años, saqué plata del cajero apretando la opción “cuenta corriente en pesos”. Claro que hasta este mes, nunca había tenido cuenta corriente alguna, pero el sistema validaba mi error dándome el dinero de mi caja de ahorro. Sin embargo (más bien debería decir “con embargo”), hace poco me habilitaron una cuenta corriente (cuya apertura me informaron de palabra), de donde terminé extrayendo a principios del mes esos primeros 990 pesos que pagan las cuentas que sostienen mi infraestructura vital. El domingo pasado, sorprendido por tener en la caja de ahorro más plata de la que suponía, pido los últimos movimientos y me entero de que tengo una deuda, hasta el 19/10/2007 de mil pesos. Cuando el lunes llamo al banco para enterarme qué está pasando, se me informa que estoy operando en rojo por sobre el monto establecido y que, por lo tanto, debo 1040 pesos. Es decir, en quince días, el Banco Galicia se hizo con cincuenta pesos, un tercio de lo que me quedaba para llegar a fin de mes. Indignado, pregunto cómo puede ser que no me avisen. La conchuda del banco me respondió: “¿Y qué querés? ¿Que te llame todos los días para avisarte que tenés una cuenta corriente”. Efecto Pelagatos. “Mató tu onda”, le dije y corté.

PD: Y no, no esperaba que me llamen todos los días, con un aviso en el cajero automático hubiera bastado, algo como “Ojo, macho, que es la primera vez que hacés esto, ¿tas seguro?”. Con eso solo hubiera alcanzado, tampoco soy tan pelotudo (Pelagatos, sí, obvio).

PD 2: Con este post siento que el lema del blog es harto adecuado.

No hay comentarios.: