Veo desde el colectivo 93 (de Las Heras y Salguero a Córdoba y Carranza), el ambiente es de este lluvioso frescor que acompaña nuestra alicaída primavera. A la altura de Metrópolis, un morochito de no más de 20 años, esmirriado con campera y mochila, es pecheado por un cana (también morocho él, pero con uniforme y reglamentaria). Cuando ambos pechos terminan de rebotar, el cana pide ver el interior de la mochila. El pibe la abre y le enseña que dentro no hay más que un sánguche envuelto en papel film y un sobre de papel madera todo arrugado y un par de boludeces más. Zafó el pibe, pero la próxima... (Que alguien me confirme o desmienta, pero hasta lo que yo tengo entendido, en Capital la policía no tiene derecho de revisar ni bolsillos ni bolsos.)
Colectivo 65 (de La Plata y Carlos Calvo a Dorrego y Guzmán). El ambiente es el mismo de ayer y el colectivero juega carreras con cualquier motor que se le ponga a la par (cuando el bólido competidor es un colectivo, la carrera se pone áspera). A veces, sin carrera de por medio, la aspereza sin embargo continúa. Si no, preguntarle al dueño del nuevo sedán blanco que quedó sin espejo retrovisor y con un largo y grueso rayón en sus puertas izquierdas.
La deuda externa (de Rivadavia y Baring Brothers a Kirchner y Emisión de Bonos) suma 140 mil millones de dólares. Para que después digan que ya dejó de ser una pesada carga para los argentinos. Daniel Muchnik nos lo explica un poco.
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