En medio de la crisis económica mundial más tremenda desde el crack del 29 –probablemente esta vez resulte peor, y no tanto porque las guerras no sean locomotoras de la economía (como entonces) sino porque ahora somos 7000 millones de habitantes (y no 2000 como antaño)–, la responsabilidad de los gobernantes (el FpV en nuestro caso) es emprender transformaciones que aprovechen, conjuren, mitiguen y piloteen las múltiples variaciones de la debacle universal.
En octubre tendremos elecciones presidenciales, cuyo anticipo en agosto inaugura EL bimestre electoral. A la hora de elegir la fórmula que gobernará nuestro país durante el período de agudización de la crisis mundial, yo –al menos yo– me inclino por un equipo que conozca la máquina: mejor no cambiar de caballo en medio del río.
Ayer un amigo me acicateó con un: “... Porque convengamos que hay una tendencia conservadora en el gobierno”, y él lo justificaba en la inercia propia de las reelecciones. Y ampliaba con que Cristina no es Evita, sino que es la persona que ya va dejando el poder. Entonces le pregunté si pensaba que eso de “dejar el poder” era por 2015 o por 2011. Y él, que no, que por 2015, pero que aun así Cristina estaba ya dejando el poder.
En ese sentido, noté que él andaba necesitado de Grandes Medidas, a las que el kirchnerismo de algún modo nos ha acostumbrado. Y yo le decía que esas medidas hay que pensarlas muy bien y que tal vez, ya que llegamos a agosto, tal vez sigamos así hasta octubre. (Aunque no estoy muy convencido de esto.)
Pero también noté el efecto que causa la prédica de la prensa militantemente opositora. Y obvio que no lo culpo por eso, cuando es uno más entre los millones que somos.
PD: Que el domingo nos vaya lo mejor posible.
PD 2 (qué estuve leyendo): Manolo (como siempre), Ezequiel 1 y 2, Mendieta 1 y 2, y, esta vez, sobre todo: Fede Vázquez, y toda la seguidilla de comentarios (hasta el 27, al menos) en Artepolítica.
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