De modo que el problema fue de Cristina mucho más que de Clarín en el caso de la "guerra gaucha" (tal como se refería el fenecido diario Crítica de la Argentina), y probablemente por eso se perdió frente ese ataque planificado el 28 de junio del año pasado. Dicho ciclo tuvo su auge con el menor apoyo popular al Gobierno en medio de un leve empobrecimiento de la población más pobre. En ese panorama (“se derrumba la producción de automóviles”), las duras embestidas de Clarín contra el Gobierno tenían cierto correlato con la realidad de ese mes, de ese trimestre, de ese año; y hasta los más tiernos capullos están en condiciones de entenderlo.
Pero ya no, y los correlatos del horror de la dictadura kirchnerista brillan más bien por su ausencia y, en virtud de la necesidad, hay que sonsacárselos al intercambio comercial con Venezuela o al procesamiento de Macri. En este momento, entonces, la alegre pendejada argentina que aún no es irremediablemente opositora y (filo) clarinista tendrá que atravesar una etapa de aprendizaje.
Los mayorcitos deberíamos aprender la enseñanza de nociones básicas, como que los derechos son las necesidades reconocidas por el Estado, por cuya satisfacción éste debe velar. De ese modo, jamás volveremos a producir argentinos de 25 años con estudios terciarios, de clase media-media baja, que estén en contra de la universalización de un derecho.
Es tarea de todos crecer.
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