Las buenas formas de las gentes de pro se evidencian por estos días con creciente intensidad. De tal modo, un día leemos que el dictador de Venezuela acaba de tomarse revancha (electoral) del revés (cívicamente aceptado) propinado por la oposición en 2007 a su intención de no limitar la sucesión de mandatos presidenciales. Y otro día, hoy por ejemplo, escuchamos un aire que, desde la garganta de Biolcati, dice:
De Crítica de la Argentina
"Debemos ocupar espacios en la política y no dejarlo en mano de los marginales". "Los marginales", es de suponer, en el discurso de esa clase dirigente y propietaria, hace metafórica referencia, cuando menos, a los representantes del kirchnerismo y, cuando más, a todos quienes no sean ni propietarios ni dirigentes. Por otro lado, cabe imaginar qué ánimo alienta el juicio de Biolcati hacia los marginales, los reales, los indigentes y todos los otros malvivientes. ¿Será garantista Biolcati o cabe más bien en el perfil del gatillo fácil? Son preguntas de blogs, todos tendenciosos, claro, no como la masiva prensa libre, que es capaz de promover el tipo de soliviantados chistes del New York Post.
Por el chiste, como vemos en la imagen, muchos impenitentes se debaten con taimada sumisión sobre si es o no racista. Pero lo evidente para quien no se haga el Felipe Solá es que la viñeta no sólo establece la comparación de un chimpancé con un hombre negro (por más letrado, e incluso presidente, que sea), sino que también promueve la idea de que a Obama bien podrían caberle un par de corchazos en el pecho. De esto nada se menciona en las obstinadas (y mínimas por otra parte) referencias a la publicación. Y si bien esa lectura tal vez suene un poco brutal en un país bárbaro como Argentina, es sabido que en los democráticos Estados Unidos han sabido enhebrar su propio cuarteto de la muerte, de presidentes asesinados durante sus mandatos. Al parecer, algunos sueñan con ampliarlo a quinteto.
Mientras tanto, Strauss-Khan anuncia el advenimiento de un segundo crack financiero, María Esperanza Casullo teme por los rasgos que va adquiriendo nuestro presente, los porteños con altos estudios se informan más por internet y algunos se lamentan de que los granaderos no hayan acompañado a Cobos a Yapeyú para rendirle tributo a su muerto más ilustre. Berlusconi, por su parte, días después de decir que los vuelos de la muerte fueron unas bellas jornadas, legaliza patrullas populares: civiles en principio no calzados que la van de canas.
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