Hoy, en pleno siglo dieci… veintinuno, después de tanta concentración económica, herencia y olvido, después de tanto muerto, tanto ruido blanco y tanta claudicación, ¿cuánta de la circulación que todavía conserva la palabra “oligarquía” (y sus derivados) se sostiene en la ofensiva asimilación oligarca > garca? ¿Y cuánto del desaprendido resentimiento de clase todavía perdura cacofónico entre los pliegues de dicha asimilación? Es más: aun en plena puja simbólica, ¿cuánta inconsciente potencia puede promover el sinsentido de que un oligarca como Luciano Miguens, presidente de la Sociedad Rural, considere que tal epíteto aplicado a él tenga, no ya un carácter descriptivo, sino uno inequívocamente injurioso? ¿O acaso los Ocampo-Bioy se habrían mosqueado tanto? ¿Eh?
(Podría haber puesto la foto y el ejemplo de Martínez de Hoz, pero sería seguir conjurando el recuerdo de nuestro Vietnam, y al menos hoy no estoy de humor para un mambo así.)
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