22 enero 2007

En el principio fue la vaca


–(...) Las tierras del sueño son tan ilimitadas que si un hombre al trote se largara a por ellas no le alcanzarían todas las noches de una vida para cruzarlas. Y recorrería lugares que no son de este mundo tampoco. ¿Usté oyó hablar del paraíso?
–No.
–¿Y del infierno?
–Algo más.
–Mi mama que era santa me contaba el cuento de una estancia muy al norte, más que el Paraguay todavía; se llamaba Los Paraísos y la cuidaba una pareja de puesteros, que se bastaban solos porque allá se daba todo tan fácil que bastaba llenarse la boca de semillas y escupir para tener al otro día un huerto, y las vacas venían trotando al cuchillo cuando usté las silbaba. Una vuelta el patrón viajó a la capital y les dijo que podían comer de todo menos de las dos higueras que daban sombra a la casa, sin darles un porqué. Una yarará que por ahí andaba le dijo a la señora que si comían de los higos serían sabios como el patrón, y ahí nomás mordió uno y le dio de probar al marido. Como avisao el patrón volvió y por las caras vio que habían comido, y los echó al desierto, donde padecieron hambre y sed. Esa primera noche se acostaron bajo las estrellas y cuando se durmieron se encontraron de nuevo en la estancia, donde el patrón sonriendo, sin asomo de enojo, los invitaba a sentarse a una mesa con manteles de hilo blanco, perdices asadas, tortas fritas y vino en jarra. Les explicó que así era porque habían comido de los higos del sol, cuyo néctar dorado da la sabiduría de las cosas del día, y por eso de día estaban condenados a errar a pie por el desierto; pero gracias a que no habían probado la miel plateada de los higos de la luna, a la noche se les permitía, y todo lo que hicieran en sueños era inocente. Pero al despertar se olvidarían de todo, o casi todo, y nunca podrían entender lo que soñaban, porque de esa fruta no habían comido. ¿Qué le ha parecido el cuento, joven Rosendo?

El sueño del señor juez, Carlos Gamerro, 2000.

19 enero 2007

Viernes Bochatón

Planetario, 22 hs.

A T R A V É S D E T O D O

tu sangre en mi boca
se pierde
tu boca tan roja
se enciende
y lame los besos que nunca nos damos
quieres
que alumbre tu sueño
quieres
que abrace tu cuerpo
quieres
que llene de espacio todos tus deseos
de cielo
intentar abarcar el cielo al despertar
inventar un espacio quieto
se inundó con un mar azul lo que quería
y es mejor
y es mejor
las calles que tiemblan
se alejan
caminan veredas
las musas
y cae el pañuelo de todos los días
te llevo
atado en el cuerpo
tan veloz
acude las noches todas a mi cama
a pedírmelo
intentar abarcar el cielo al despertar
inventar un espacio quieto
se inundó con un mar azul lo que quería
y es mejor
y es mejor
inventar la distancia que se crea
esperar a que el sol nos dé su luz
a la paz de los ojos que ven a través de todo
inventar la distancia que se crea


Más Bochatón por acá.

15 enero 2007

Siesta

"La vida moderna, con su constante ajetreo y sus innumerables problemas, constituye una amenaza perenne para la salud física y la estabilidad emocional de la mujer. Sin embargo, algunas reglas sencillas de higiene permiten hacer frente a este problema. Entre las principales está el reposo. Es obvio que ningún organismo, por saludable que sea, puede mantener consistentemente el rápido ritmo a que se ve sometido. El reposo nocturno es desde luego indispensable; pero necesita un complemento que bien puede ser la siesta.
"La palabra siesta proviene del tiempo de los romanos que identificaban con 'sexta hora' el período correspondiente al mediodía, momento que ellos consagraban al descanso por ser el momento más caluroso del día.
"Si es posible la siesta debe practicarse todos los días después de la comida. No es un reposo que deba realizarse con prisas. Hay que consagrarle una hora como mínimo y para que sea útil debe elegirse, para realizarla, un lugar bien ventilado, pero sin corrientes de aire. No se duerma la siesta en una butaca, sino en una cama, y no permanezca aprisionada en sus ropas; aflójese todo lo que le apriete o mejor aun póngase un camisón o un pijama.
"No coloque la almohada debajo de la cabeza, sino debajo de los pies. la siesta no significa necesariamente dormir, pero si durante ese período se siente inclinación al sueño no se le haga oposición. En caso de mantenerse despierta procure apartar la mente de todos los problemas y preocupaciones; deje vagar las ideas hacia las más variadas fantasías.
"La siesta parece, al principio, una pérdida de tiempo, pero al cabo de unos días de practicarla se observará cuán indispensable se hace para abordar la segunda mitad del día con el dinamismo necesario. No la termine con un timbrazo de despertador; es preferible darle fin con cualquier otro medio menos brusco e irritante. Terminada la siesta practíquense 10 movimientos respiratorios que contribuirán a despejar la agradable soñolencia."

Ah... el año de la edición es 1964.

14 enero 2007

Suerte

Hoy me robaron una mochilita en la terminal de ómnibus de Retiro. A los quince segundos el personal de seguridad la había recuperado. Esos brevísimos instantes bastaron para el inventario (cámara de fotos, billetera, tarjeta de débito, libro prestado, plata, cartas de las muy buenas, un aro de pluma verde, documento) y para generar una angustia que, aunque el asunto se resolvió prontísimo, tardó un buen par de horas en disiparse.
Siempre me critico mi apego a los objetos, una suerte de fetichismo de "mis cositas, mis mundillos". Lo que no me critico es mi apego a las personas, y por suerte, porque lo que no tiene precio es tener al lado a alguien que sabe ponerme en calma cuando siento que el piso tiembla.

Eso sí: aunque me negué a hacer una denuncia policial, le tuve que dar la mano a un agente uniformado. No sé cómo impactará eso en mis chakras.

04 enero 2007

La alegría no es siquiera brasilera

Vemos aquí a Sérgio Cabral (gobernador del estado de Río de Janeiro, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, quien apenas asumió pidió la intervención del Ejército en tareas de represión interna contra "los narcos terroristas"), en el preciso instante en que remataba su intervención con la siguiente frase: "Los que sostienen que utilizo la cantinela del terrorismo para control de la revuelta, que me chupen esta. Y los que dicen que no soy democrático, que me la chupen también".
Salud a Sérgio, entonces. Y a la Lula, que si bien no mandó al Ejército, mandó a la Fuerza Nacional, especializado organismo de represión creado por el izquierdista presidente del PT.
Eso sí: por suerte acá apareció Gerez.

"¡Lo radial, no lo lineal! ¿Entendés?" (Parte I)

Bueno: acabo de viajar con un tachero in-cre-í-ble.
Era ya la 1.20 de la mañana y yo seguía esperando tierno, en el yermo cruce de Beiró y Constituyentes, la llegada de un 111 que aun a esa insólita hora de miércoles me alcanzaría hasta mi casa, a la vuelta del que fuera el cumpleaños 91 de mi abuela materna.
Esperaba, luego de que la empleada de la Shell de la esquina que tan bien conozco me reconociera como paisano viejo y, después de que yo le dijera “Bien, ¿y vos?”, me respondiera: “Tirando... acá ves: enjaulada”. Mi sonrisa fue plena (“estamos todos en la misma”, pensaba) y acepté con ella su visión del asunto, mientras cerraba la reja que separa el playón de la estación de servicio y su encerrado comercio. Le pedí cigarrillos y un encendedor y pagué, sin perder ese aire de familiaridad que luego me describí como: “No sé cómo se llama ni ella sabe mi nombre, pero ella sabe que yo soy de la zona y yo sé que ella tiene una hija, probablemente ya de cuatro años”.
Decía entonces que esperaba aquel hipotético 111 y, mientras, repetía el mismo gesto de labios apretados y la cabeza que niega como diciendo “¡Qué ilusión tan descabellada!”(o: “No seas boludo, Ariel: no va a venir”). De modo tal que decidí tomarme un taxi.


“Ma sí, me tomo ese”, y paré uno detenido por el rojo del cruce.
–Vamos a Dorrego y Cabildo.
–Vamos por..?
–Los Incas-Forest-diagonal-Elcano-Ciudad de la Paz-Cabildo. A menos que tengas un camino mejor, es probable que haya uno.
–No, no, perfecto; te sigo. Eso sí, vamos despacio porque... –y comenzó a detallar los problemas de su auto mientras yo me investía como persona abierta ante la certeza de que iba a ser un viaje largo y sinuoso. Palabras más, palabras menos–: ...tengo problemas con el electrocarbuhidrato de termocompresión.
–¿Ah, sí?
–Sí sí. Parece que se partió por el calor de las criptovúlvulas, encargadas de mandar la orden a la turbina de sinergiodistribución. Ojo que ahora los empalmes se los hice yo: sólo voy al mecánico para que los suelde; y los hice con espacio, así labura mejor el motor. A todo esto, esto pasó el viernes, y yo tenía que pagar 400 pesos de impuestos. Pagué y al toque llamo a los hijos de puta de Ford, por la garantía, que me dicen que sí, que no, que vamos a ver. Así que le hice este arreglito como para poder usar el auto –no me fijé, pero sé que nunca pasamos los 40 km/h.
–Un garrón.
–Exacto: un garrón. Y, en serio, la verdad que un cartonero me podría decir: “¿Y para esto tenés un auto, tenés un taxi?”. ¡Un cartonero! ¿Entendés?
Hasta ahí, para mí, un viaje normal, con un tachero con verosímiles conocimientos mecánicos y un trabajo verdaderamente sufrido. Así que -porque además falta mucho más de la mitad del viaje- procuro no mantenerme callado y, haciendo de mi carencia su virtud, le digo:
-Bueno, pero por suerte vos sabés del tema...

(Tal vez continúe.)