Dos acotaciones me hacía mientras miraba por televisión la cobertura de la toma de las viviendas fonavi. Sólo me abocaré a una. Esta noche, las imágenes de los móviles del 13 y Telefe en la zona me parecieron semejantes, por iluminación, a las de los disturbios en París y, por enfoque, a las tomas de los bombardeos a Bagdad (aunque en un plano más corto). Luego consideré que esa asociación visual tal vez surgiera forzada por una previa asociación verbal (no sé, pero el emparejamiento no me resultó del todo sólido). Así que volví sobre “las palabras sueltas” que precedieron la asociación visual e, inevitables, allí estaban “vándalos”, “saqueos”, “delincuentes”, “desmanes”. Por el otro lado, ya de noche, aparecieron, en boca del movilero: “calma”, “gran operativo policial”, “pobres contra pobres”. La historia de siempre, sólo que cada vez me convenzo más de que hay que hacer quilombo, que los disturbios, los saqueos, los delincuentes y los vándalos son necesarios –si bien no suficientes– para que algo cambie. La tarea de la tele es la de crear argumentos que disuadan la rebelión.
Chocolate por la noticia.
Antes de apagar, veo la amplia cobertura a lo Subiela sobre la niebla que se estancó en Buenos Aires, porque, claro, cuando no quieren hablar de nada, hablan del clima (atmosférico o mundialista).
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