La verdad: no termino de interpretar cómo es que funciona el Hubble (ese telescopio así bautizado por el astrofísico Edwin Powell Hubble, quien postuló la expansión del universo, el alejamiento recíproco de todas las galaxias –lo que luego fue constatado y aún no refutado–), ni el resto de los telescopios, ni la luz en sí, ni su circulación por el universo, ni el universo en sí... nada, bah. El tema es que acabo de leer, en el Clarín Digital de estos momentos, que el mentado megatelescopio fotografió una nebulosa formada por la explosión de una supernova, explosión que ya había sido registrada por los chinos en el año 1054.
Está bien, dirán: “Bueno, es Clarín Digital, ¿qué querés?”. Pero no es el caso, al menos para mí: porque si hay algo en lo que creo yo es en la astronomía. Así que pienso: “Será que yo me estoy perdiendo algo”, y seguro tengo razón.
Pero bueno: el punto es que no entiendo cómo una luz que ya pasó puede ser alcanzada por un instrumento tan prosaico como un telescopio. De todos modos: ¿será que el Hubble ve un universo invertido? ¿Que la iluminación que, pongámosle, empezó por La Matanza y pasó por Palermo, termina siendo alcanzada por el Hubble para el lado de Siberia? ¿O que un rayo que pasa por la Tierra en dirección Recoleta-Belgrano es hospedado por el prodigioso Hubble por el lado de Texas? No sé, no sé.
En cualquier caso, me parece que este armatoste en órbita –asociado a unos cuantos seres humanos– lo que hace es establecer una interpretación de lo que fue y de lo que será en este nuestro presente.
Un Hubble por acá, por favor. (En el sentido de un astrofísico que nos explique cómo funciona el universo, jaula última de todos los perros.)
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