Me enteré a través de un amigo de que hay en el Instituto Lanari unos perros. No de esos perros que andan sueltos en todos esos edificios pabellonados (tan hospitalarios ellos), sino canes encerrados en jaulitas que quedaron como resabios de antiguos (bah, más o menos viejos) experimentos.
Nuestra fuente (que oportunamente revelaremos, en caso de ser necesario) indicó lo siguiente:
a- Los perros fueron sometidos a diversos tipos de experimentos.
b- En virtud de una disposición oficial, hace algún tiempo no están permitidos ciertos experimentos en este tipo de animales (confórmense con las ratitas, nerds), motivo por el cual los perros ya no son sometidos a los no mencionados anteriormente experimentos.
c- Los perros no puede ser liberados bajo ningún concepto porque, acaso, sean portadores de quién sabe qué o han mutado en otra cosa no definible. No se sabe porque los perros están encerrados, encerrados ahí.
d- Los perros profieren aullidos propios de bestias torturadas (o en celo, o en celo mutante).
Ergo: en Agronomía no se puede dormir bien.
El silencio oficial no hace más que abonar la sospecha de que este sistema capitalista no se sostiene sino en la molestia sistemática de los vecinos de Agronomía y en la explotación experimentativa del mejor amigo del hombre.
7 comentarios:
Tu perro, tu caca.
a ver.....
Yo soy una vecina de agronomia y creo que lo de los perros es verdad.
Me paso la noche escuchando perros malditos que no dejan de llorar.
Estos experimentos realizados en perros huerfanos, esta avanzando a pasos agigantados.
Yo soy amiga de los RED HOT y ellos creen que este es un sistema perverso que se expande por todo el mundo.
De todas formas en un futuro no muy lejano, seran estos perros mutantes los que encierren a sus captores....
(Me parece que esto va pasar, mas o menos, en el año 2015)
POR LO QUE YO CREO NOS TENEMOS QUE PONERE LAS PILAS NOWWW
LOS ESPERO, ANSISOSA, CON SUS PROPUESTAS.
Y RECUERDEN: DIOS LE DA PERROS AL QUE NO TIENE ESCRÚPULOS.
Lo sabemos: el Lanari no es un instituto de investigaciones como cualquier otro. El Lanari es el compendio de la toda la oscuridad. Sus perros son apenas un emergente, el más audible quizá, pero jamás un caso excepcional, y su eterna vida de cautiverio no es más que un comentario mordaz de la vida que llevamos. Bien mirado: los perros del Lanari somos nosotros.
Me encanta el nombre de su blog. No sé. Suena bien.
Se siente, se siente: existe un estado de movilización en ciernes. Tras años de reclamos, estos parecen al fin ser escuchados. En este momento me estoy yendo a un abrazo simbólico a la Agronomía, hogar natural de todos los gatos. Pero, por lo pronto, les copio unas palabras de Ánima (anima.org.ar), una organización por la defensa de los derechos del animal.
"Ánima organizó la conmemoración del DIDA con una manifestación en Capital Federal y un Encendido de Velas en Mar del Plata, ambos eventos en la víspera del 9 de Diciembre. Este día se sustenta en la Nueva Declaración de los Derechos Animales, propiciada por Uncaged Campaigns participando en todo el mundo quienes comulgan con la filosofía de los derechos animales.
En Capital Federal, el lugar elegido fue el Instituto Lanari, dependiente de la Universidad de Buenos Aires, donde se experimenta con animales. Los activistas portaron carteles recorriendo el lugar y repartiendo folletos informativos sobre el tema. Estuvo presente el vecino - que ya no reside en la zona- a quien algunos años atrás le habían robado su perro, y al que rescató del Instituto a pesar de que le habían negado que el animal estuviera allí."
(Por si entran en el sitio y se fijan en la foto grande del escrache al Lanari: el de brazos cruzados con remera negra soy yo.)
Estoy indignado. La gente de Ánima no sólo tiene una sintaxis titubeante, sino también una propensión al olvido o al desdén. El doctor Lanari fue un pionero en ámbito de la trasplantología en la Argentina. Sus investigaciones con perros (que comienzan a fines de la década del 40) fueron realizadas para salvar vidas humanas.
Que le miren la cara a un trasplantado y se pregunten cuántos perros vale esa sonrisa. O que se laven la boca antes de decir "Lanari".
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