15 diciembre 2006

Alegría

Cuando uno vive en un mundo de mierda, lo mejor es tener un plan. No hay vuelta: eso lo aprendí. Antes, ya había probado las consecuencias de entregarse durante años al azar de cierta bohemia académica: el ensueño de la eterna juventud. Porque si bien ya estaba convencido de que vivimos en un mundo de mierda, todavía no había llegado a ver ese detalle al final de todo: la muerte. Sin embargo, hay que decir que la facultad me ayudó mucho para agenciarme una visión catastrófica de este mundo, y creo que no le agradezco nada más que eso, descontando el beneficio de cruzarme obligadamente con personas afines en momentos de no competencia (no hay amistad sin ellos). Es decir: no digo que la facultad me haya hecho un resentido (porque yo ya lo era antes de ingresar allí), pero sí digo que justificó teóricamente mi resentimiento (lo que no es poco para un hijo de trabajadores).

Ahora, el tiempo pasó... y yo también me convertí en un trabajador, lo que –por otra parte– era tan inevitable que, para resistirme a tal destino, tuve que empeñarme en aquella bohemia académica.

Pero todo llega, y después de un lustro de vida proletaria, al fin me llegó el momento. El entrañable momento en que los trabajadores se reúnen. Y se reúnen para decidir su vida laboral, que es, en definitiva, su vida. Y me llegó luego de, siempre en parte, haberlo invocado.

Ahora estoy allí, un espacio real construido de representaciones, una estructura no competitiva que se planta contra la lógica de la competencia. Ellos, allí, son iguales a mí.

Y hay sólo un sentimiento que perdura, aunque a veces oprimido, en todos mis devaneos sobre el tema.

12 diciembre 2006

Arriba lo que van a Berisso

Hace un tiempo que estoy aplicando a mi vida una filosofía de tolerancia total..."Vive y deja vivir"...
Pero los acontecimientos de esta semana me hicieron por un segundo olvidar esta premisa y recordar que soy humano.
No puedo esconder mi sentimiento de algarabía por la muerte de un hijo de puta con papeles. Es lamentable que uno no pueda borrarlos de un plumazo, como ellos pudieron y pueden. Pero hoy nadie me va a sacar la sonrisa cada vez que escuche que el general Augusto Pinochet está muerto. Quedan muchos, pero también saben que cuando el último dinosaurio caiga nosotros vamos a estar ahí, de pie.

06 diciembre 2006














Prospera la mañana y viene ese momento de aplacamiento general, tal como si cuanto existe de animado acatara la magia de ese astro de ojo ardiente que se coloca por arriba de todo y por un rato permanece quieto y vigilante.

Antonio Di Benedetto, "Pez".

01 diciembre 2006

Santa Fe y Dorrego

Desde el tercer piso se escucha una música por parlantes que llega insistente. Hace rato que suena, como un bloque compacto que viene de no muy lejos y con cierta potencia. De pronto, ese bloque se fisura y escucho, más nítida, una sirena de patrullero.
Quien canta abajo es un musicante, un artista callejero. Y me parece que es bastante malo. Canta cosas de Los Abuelos, justamente en la temática plazoleta Miguel Abuelo; también “La balsa”, “Desconfío” y muchos otros temas que tal vez sean de su propia autoría. Como intérprete, tiene un estilo que mezcla Víctor Heredia, León Gieco y hasta Mercedes Sosa, con una lógica por la que podemos llegar a escuchar un personal homenaje a la Negra cantando “Desconfío”. Pero más allá de mis juicios musicales (por cierto, precarios), y como ya hace dos días que su presencia me despierta y además necesitaba cigarrillos, bajé para al menos determinar cuál era el origen de ese sonido.
Primero fui al kiosco, lindante con el edificio, y pedí un atado de veinte por la perspectiva de un largo viernes. Al salir, terminé de localizar al artista con parlantes cantándole su segunda versión vespertina de “La balsa” al edificio, a unos diez siete metros de su frente y de cara a él. A esa distancia, pensé, jode menos; sin embargo, más volumen entra derechito a la toma de aire y a los departamentos interiores, pasando por encima del chaperío de la estación Carranza de subte. Y no es que me jodiera mucho, sólo que sentía curiosidad por esa experiencia acústica.

En vez de volver a subir, me quedé un rato sentado al sol, fumando un pucho y mirando a ver qué pasaba, qué pasaba además del musicante y de los muchachos reunidos tomando cerveza bajo sombrillas auspiciadas. Y pasó mi portero rumbo al edificio (creo que por primera vez lo vi sin que él me viera y lo anoté como un punto para mí); pasaron los canas de siempre; pasaron unos Granaderos –los soldados de San Martín– que vendrían del regimiento; pasaron unas chicas –altas, vanas y ataviadas–; pasaron unos milicos que vendrían del hospital y también pasó una vieja... Una bastante vieja con vestido azul estampado con motivos florales en blanco, un cinturoncito de la misma tela, una cartera negra en el brazo derecho y, discordante con los 32°, un par de guantes negros, los dos en la mano derecha, uno puesto y el otro agarrado, que de pronto mira de soslayo, apenas hacia atrás, como sospechando de algún cliente del bar sentado en la vereda. Pienso: “¿Habrá liquidado a alguien, pero con el apuro no intentó siquiera ponerse los dos guantes?”. Parece una exageración y por eso me gusta, y tal vez buscando alguna justificación sigo observando si algo me la justifica.

Y claro que sí. La plazoleta Miguel Abuelo ha perdido los muñequitos –suerte de enanos de jardín en anabólicos– que representaban al grupo: Calamaro y su teclado, Bazterrica y su guitarra, Cachorro y su bajo. Lo primero que desapareció fue el saxo de Melingo, cuando los muñecos todavía estaban encerrados en una caja de alambre tejido con un cartel en el fondo en que aparecía el nombre del grupo. Luego el bar se hizo cargo del cuidado de los muñecos y allí se guardaban de noche. Después no sé, y después, hoy, me doy cuenta de que ya no están más y que de las representaciones de los Abuelos sólo queda esa vacía construcción de alambre tejido, dentro de la que sólo resta el cartel que reza: “Los Abuelos de la Nada”.
Subí y me puse a intentar describir esa silenciosa ausencia enjaulada.

28 noviembre 2006

Capacidades diferentes

Hace unos días me llamó mi mamá y me dijo que tenía un cuento que me iba a gustar.
Una nena con síndrome de Down camina todos los días cinco cuadras para ir a la escuela que queda en 24 de Noviembre. Esto ocurre luego del almuerzo. Por la tarde del día en cuestión, su abuela va a la escuela a buscarla, pero la maestra le dice que la nena no está, que no fue. Obvia desesperación de la familia.
Por el revés de la trama, la historia se completa así: la chica llegó a la puerta del colegio y siguió de largo, caminó derechamente no sé muy bien por dónde y llegó a un McDonald's. Entró y se sentó en una mesa, acaso contando con el recuerdo de que alguna vez allí le habían dado de comer. Los empleados, al rato de ver a la nena ahí, se acercaron, le dieron una hamburguesa y una coca y buscaron en la mochila el modo de comunicarse con la familia, que finalmente la pasó a buscar.
-¿Qué te pasó que no fuiste al colegio?
-Nada, llegué hasta la puerta pero no tenía ganas de estar ahí, así que seguí caminando.
Tenía razón mi vieja, el cuento me gustó bastante.
Keep walking.

10 noviembre 2006

Cuando lo mismo parece diferente

1) Durante al menos dos días consecutivos, Telefe tomó una decisión aberrante para la lógica que privilegia la venta de publicidad como razón suficiente de toda la programación televisiva. Durante dos días, Montecristo fue emitido como un único bloque de más de cuarenta minutos sin ningún tipo de interrupción publicitaria. La propaganda, tanto en su forma tradicional (la tanda) como en la no tradicional (Macro, Garbarino y todos esos cartelitos de canjes que aparecen antes de o en paralelo a los créditos del final de los dos o tres bloques que suelen constituir cada envío), fue cancelada. “No hay tanda” (“¡No hay tanda!”) escucho que me digo en mi cabeza. Raro, muy raro, rarísimo. ("¡Qué reacción tan interesante! Pero, ¿qué significa?", decía la marioneta protagonista de El extraño mundo de Jack.)

2) La conclusión de Gimnasia-Boca, que terminó con un segundo tiempo, de resultado 0-4, lisa y llanamente inverosímil. Tanto el presidente de Gimnasia como el ex tripero Guillermo Barros Schelotto “presagian” una goleada histórica de Boca sobre Gimnasia; la terna arbitral se equivoca siempre a favor de Boca; Palermo (archienemigo de Gimnasia y súper pincharrata) ni grita su gol, como tampoco lo grita Palacio; Clarín dice que fue una demostración de potencia ofensiva de Boca, y La Nación que fue “un simulacro de partido”; después del encuentro, cuando ya no importa, La Nación informa que la barra brava de Gimnasia, calzada con cuatro armas, amenazó al plantel de Gimnasia en su propio lugar de concentración para que perdieran el partido... (Si me pongo exhaustivo, podría seguir 2.000 caracteres más.)

A lo que voy: son dos hechos extrañísimos que pueden pasar por irrelevantes o folclóricos, pero que en realidad condensan por la negativa la regla que nos rige, la estructura económica de un tongo tan descomunal que nadie sabe bien dónde empieza ni dónde termina y para cuyo sostén se contratan cientos de marionetas destinadas a sembrar la confusión.

06 noviembre 2006

Sci-fi

Hace diez días estuve en Tucumán. Como viajé por un asunto laboral, no tenía mucho tiempo para dar ninguna vuelta macanuda, pero eso no impidió que me hiciera una pasadita por la casa histórica.
En la peatonal sobre la que ha quedado, hay una serie de carteles que mezclan datos históricos y arquitectónicos con el texto de la declaración de independencia y hasta hay una cita de Félix Luna (!). Pero no es eso de lo que quería hablar. Cada uno de esos carteles presentaba al pie una síntesis de la casita que estaba flanqueada por dos años, 1816 y... 2016.
Me pregunté cómo eso era posible y al día siguiente consulté a un tucumano, que me explicó que la ciudad ya se estaba preparando para el bicentenario.
La semana pasada, al llegar a Florida y Diagonal, escuché a un hombre que, con un equipo de sonido portátil y subido a una tarimita, militaba por Dios, pero lo hacía en inglés.
El absurdo me invadió otra vez y no pude evitar el recuerdo de los carteles tucumanos. Algo me había parecido raro en ellos, pero me aguanté hasta enterarme de qué se trataba y con eso creí que me iba a quedar tranquila, que una justificación había, que yo estaba mirando una ciudad con ojos ajenos, etc. Pero el señor que hablaba en inglés me avivó cierta inquietud nuevamente.
Me dije que podría averiguar de qué se trataba su militancia políglota, pero lo cierto es que me importaba un velín... lo mismo que el 2016, 2016 que, aunque tuviera una explicación, dejaba en descubierto lo ridículo de festejar algo con ¡diez! años de anticipación (Y ahora se me ocurre el gesto de desagrado de algunas personas al recibir un saludo de cumpleaños en un día que no le corresponde y que es anterior al aniversario).
Quiero decir: podría ocurrir cualquier cosa, cualquiera... (desde una invasión alienígena hasta que explote un polvorín... no sé) y quedar la ciudad desierta pero ostentando unos carteles que hablan de un futuro que no es sino sólo eso, un número al pie de un afiche... Yo creo que por el momento ese bicentenario es de ciencia-ficción.

30 octubre 2006

Libertad de empresa / Libertad de prensa

Los llamados “réclames” abrían el camino: por tales se entendía una noticia, al parecer independiente del editor, pero en realidad pagada por él, con la cual en la sección de redacción se hacía referencia a un libro para el que en el mismo número o en el de la víspera se reservaba un anuncio. Ya en 1839 se quejaba Sainte-Beuve de su efectos desmoralizadores. “¿Cómo se puede condenar en una “sección crítica” un engendro sobre el que dos pulgadas más abajo leemos que se trata de una maravillosa obra de nuestra época? La fuerza de atracción de las grandes letras del anuncio, por cierto cada vez más grandes, lleva la delantera; representa una mole imantada que trastorna la brújula”. Los “réclames” están en el inicio de un desarrollo cuyo final es la noticia de bolsa en los diarios pagadas por los interesados. Es difícil escribir la historia de la información por separado de la de la corrupción de la prensa.

"El París del Segundo Imperio en Baudelaire", Walter Benjamin, 1938.

25 octubre 2006

Yo recuerdo

Que Chrystian Colombo, jefe de Gabinete de De la Rúa, no sólo fue ejecutivo del Banco Macro sino también el principal “operador político” (¡ay de los eufemismos, cuando son fruto del desconocimiento!) de un gobierno caracterizado para siempre por dos fugas: una presidencial en helicóptero y otra de capitales vía clearing clandestino.
Hoy, cada vez que termina el primero o segundo bloque de Montecristo, aparece la propaganda de dicho banco, ahora con proyección nacional, luego de agenciarse de las bancas estatales de Misiones, Jujuy y Salta.
Son todos narcos, y de los malos.

23 octubre 2006

Declarado

Se puede decir que ha comenzado oficialmente la temporada de mosquitos, cucarachas, helados, musculosas, minifaldas y hormonas por el aire.
Habrá que pertrecharse.

19 octubre 2006

El principio esperanza

No pasa mucho, más bien lo contrario, pero pasar pasa. Pasa que a veces me topo con alguien mayor -mayor que yo-, pongamos que quince años más, y si bien percibo su espalda algo arqueada, le veo la pelada, cierto tinte a cigarrillo en la piel, las ojeras... queda imperturbable ante mi vista que en su mirada se sostiene el brillo luciferino, el asombro latente, las arrugas de la sonrisa lúcida; esos rasgos tan queridos, tan deseados, que siempre me tranquilizan como una voz que me dice: “Tranquilo, Ariel, todavía hay tiempo”.
Para quienes estén en ese rango de edad, para quienes sean de mi rango (el que piensa intermitente en el rango aquel) y también para quienes sean algo más jóvenes pero ya se inquietan ante lo fatal de ciertas fechas, vaya este pasaje escrito en medio de la catástrofe (1938-1947) y que, al menos a mí, me alegró este largo fin de semana pasado.

“La juventud, en el buen sentido de la palabra, cree tener alas y que todo lo justo y cierto espera su llegada tempestuosa, va a ser conformado por ella o, al menos, va a ser liberado por ella. Con la pubertad comienza el misterio de la mujer, el misterio de la vida, el misterio de la ciencia. ¡Cuántos estantes inexcrutados no ve rebrillar ante sus ojos la juventud lectora! La época en flor está repleta de amaneceres hacia adelante, que consisten, en más de la mitad, en situaciones todavía sin consecuencia. En la juventud, entre los 25 y los 30 años, estas situaciones se hallan, sin duda, amenazadas. Lo que, sin embargo, se ha conservado de juventud hasta entonces, se conserva para siempre en toda persona que no se ha contagiado de la podredumbre del ayer y se le ha entregado, y se conserva ante la vista como algo cálido, lúcido o, por lo menos, consolador.”, Ernst Bloch, El principio esperanza, 1947.

18 octubre 2006

Miseria (des)informativa

Cuando ayer me refería a la farsa, pensaba en dos cosas. Una, claro, la más obvia: en Ezeiza, 1973, se cagaron a tiros dos grandes facciones del peronismo (si bien la derecha tenía una mejor ferretería), disputándose la hegemonía estatal, el control cabal del gobierno; mientras que ayer, en cambio, fueron dos facciones luchando por un botín mucho menor (no tengo ni idea qué disputaban ayer, pero estoy seguro de que tiene muchísimo menos peso que el Ministerio de Bienestar Social de los 70).
La otra farsa es la del periodismo televisivo, si me disculpan el oxímoron. Por ejemplo, Telenoche, que gracias su eximio cameraman se deleitó pasando mil veces la secuencia de los tiros. Lo que casi no mostraron es a quién disparaban ni investigaron por qué lo hacían. Y no es que no hubiera pistas del porqué; por el contrario, se dijo –y parece confirmarse– que fue un enfrentamiento entre fuerzas de choque sindicales. Sin embargo, la consabida pregunta “¿Qué pasó?” quedó tapada por una sarta de generalizaciones como “Los argentinos somos…” (llenar con cualquier pelotudez).
Para completar, hoy apareció una nota de Julio Blanck, capo de Clarín, de la que destaco dos cosas. A): “Esa imagen del peor peronismo es la que revivió con la batalla campal de ayer en San Vicente”. El peor peronismo es el que se llena la boca con el estado de bienestar mientras, por ejemplo, la mitad de los chicos tienen hambre. B) “Ayer se demostró una vez más que premiar, apañar o adular a los violentos es comprarse una hipoteca explosiva.” A mí me parece obvio que, sea Menem, sea De la Rúa, sea Duhalde, sea Kirchner, los violentos son los que tienen la sartén por el mango, a quienes desde hace décadas Clarín en general y Blanck en particular (fue él quien decidió no publicar las fotos de los asesinatos de Kosteki y Santillán) vienen apañando y adulando sin descaro. Y más que comprarse una hipoteca, con eso se agenciaron de Papel Prensa y pesificaron sus deudas: un negocio redondo.
Violencia es mentir con un monopolio informativo. Al lado de eso, agarrarse a tiros en San Vicente es una actitud noble.

17 octubre 2006

esa mujer

El coronel elogia mi puntualidad:
Es puntual como los alemanes -dice.
O como los ingleses.
El coronel tiene apellido alemán.
Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada.
He leído sus cosas propone. Lo felicito.
Mientras sirve dos grandes vasos de whisky, me va informando, casualmente, que tiene veinte años de servicios de informaciones, que ha estudiado filosofía y letras, que es un curioso del arte. No subraya nada, simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar, una zona vagamente común.
Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el atardecer, las luces pálidas del río. Desde aquí es fácil amar, siquiera momentáneamente, a Buenos Aires. Pero no es una forma concebible de amor lo que nos ha reunido.
El coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga.
Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aún no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sopechan que podría ocurrírseme.
Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla. Ella no significa nada para mí, y sin embargo iré tras el misterio de su muerte, detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto cementerio. Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzarán, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra.
El coronel sabe dónde está.
Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos, ornado de marfiles y de bronces, de platos de Meissen y Cantón. Sonrío ante el Jongkind falso, el Figari dudoso. Pienso en la cara que pondría si le dijera quién fabrica los Jongkind, pero en cambio elogio su whisky.
Él bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente.
Esos papeles dice.
Lo miro.
Esa mujer, coronel.
Sonríe.
Todo se encadena filosofa.
A un potiche de porcelana de Viena le falta una esquirla en la base. Una lámpara de cristal está rajada. El coronel, con los ojos brumosos, habla de la bomba.
La pusieron en el palier. Creen que yo tengo la culpa. Si supieran lo que he hecho por ellos, esos roñosos.
¿Mucho daño? pregunto. Me importa un carajo.
Bastante. Mi hija. La he puesto en manos de un psiquiatra. Tiene doce años dice.
El coronel bebe con ira, con tristeza, con miedo, con remordimiento.
Entra su mujer con dos pocillos de café.
Contale vos, Negra.
Ella se va sin contestar; una mujer alta, orgullosa, con un rictus de neurosis. Su desdén queda flotando como una nubecita.
La pobre quedó muy afectada explica el coronel. Pero a usted no le importa esto.
¡Cómo no me va a importar!... Oí decir que al capitán N y al mayor X también les ocurrió alguna desgracia después de aquello.
El coronel se ríe.
La fantasía popular dice. Vea cómo trabaja. Pero en el fondo no inventan nada. No hacen más que repetir.
Enciende un Marlboro, deja el paquete a mi alcance sobre la mesa.
Cuénteme cualquier chiste dice.
Pienso. No se me ocurre.
Cuénteme cualquier chiste político, el que quiera, y yo le demostraré que estaba inventado hace veinte años, cincuenta años, un siglo. Que se usó tras la derrota de sedán, a propósito de Hindenburg, de Dollfuss, de Badoglio.
¿Y esto?
La tumba de Tutankamón dice el coronel. Lord Carnavon. Basura.
El coronel se seca la transpiración con la mano gorda y velluda.
Pero el mayor X tuvo un accidente, mató a su mujer.
¿Qué más? dice, haciendo tintinear el hielo en su vaso.
Le pegó un tiro una madrugada.
La confundió con un ladrón sonríe el coronel. Esas cosas ocurren.
Pero el capitán N...
Tuvo un choque de automóvil, que lo tiene cualquiera, y más él, que no ve un caballo cuando se pone en pedo.
¿Y usted, coronel?
Lo mío es distinto dice. Me la tienen jurada.
Se para, da una vuelta alrededor de la mesa.
Creen que yo tengo la culpa. Esos roñosos no saben lo que yo hice por ellos. Pero algún día se va a escribir la historia. A lo mejor la va a escribir usted.
Me gustaría.
Y yo voy a quedar limpio, yo voy a quedar bien. No es que me importe quedar bien con esos roñosos, pero sí ante la historia, ¿comprende?
Ojalá dependa de mí, coronel.
Anduvieron rondando. Una noche, uno se animó. Dejó la bomba en el palier y salió corriendo.
Mete la mano en una vitrina, saca una figurita de porcelana policromada, una pastora con un cesto de flores.
Mire.
A la pastora le falta un bracito.
Derby dice. Doscientos años.
La pastora se pierde entre sus dedos repentinamente tiernos. El coronel tiene una mueca de fierro en la cara nocturna, dolorida.
¿Por qué creen que usted tiene la culpa?
Porque yo la saqué de donde estaba, eso es cierto, y la llevé donde está ahora, eso también es cierto. Pero ellos no saben lo que yo quería hacer, esos roñosos no saben nada, y no saben que fui yo quien lo impidió.
El coronel bebe, con ardor, con orgullo, con fiereza, con elocuencia, con método.
Porque yo he estudiado historia. Puedo ver las cosas con perspectiva histórica. Yo he leído a Hegel.
¿Qué querían hacer?
Fondearla en el río, tirarla de un avión, quemarla y arrojar los restos por el inodoro, diluirla en ácido. ¡Cuánta basura tiene que oír uno! Este país está cubierto de basura, uno no sabe de dónde sale tanta basura, pero estamos todos hasta el cogote.
Todos, coronel. Porque en el fondo estamos de acuerdo, ¿no? Ha llegado la hora de destruir. Habría que romper todo.
Y orinarle encima.
Pero sin remordimientos, coronel. Enarbolando alegremente la bomba y la picana. ¡Salud! digo levantando el vaso.
No contesta. Estamos sentados junto al ventanal. Las luces del puerto brillan: azul mercurio. De a ratos se oyen las bocinas de los automóviles, arrastrándose lejanas como las voces de un sueño. El coronel es apenas la mancha gris de su cara sobre la mancha blanca de su camisa.
Esa mujer lo oigo murmurar. Estaba desnuda en el ataúd y parecía una virgen. La piel se le había vuelto transparente. Se veían las metástasis del cáncer, como esos dibujitos que uno hace en una ventanilla mojada.
El coronel bebe. Es duro.
Desnuda dcie. Éramos cuatro o cinco y no queríamos mirarnos. Estaba ese capitán de navío, y el gallego que la embalsamó, y no me acuerdo quién más. Y cuando la sacamos del ataúd el coronel se pasa la mano por la frente, cuando la sacamos, ese gallego asqueroso...
Oscurece por grados, como en un teatro. La cara del coronel es casi invisible. Sólo el whisky brilla en su vaso, como un fuego que se apaga despacio. Por la puerta abierta del departamento llegan remotos ruidos. La puerta del ascensor se ha cerrado en la planta baja, se ha abierto más cerca. El enorme edificio cuchichea, respira, gorgotea con sus cañerías, sus incineradores, sus cocinas, sus chicos, sus televisores, sus sirvientas. Y ahora el coronel se ha parado, empuña una metralleta que no le vi sacar de ninguna parte, y en puntas de pie camina hacia el palier, enciende la luz de golpe, mira el ascético, geométrico, irónico vacío del palier, del ascensor, de la escalera, donde no hay absolutamente nadie y regresa despacio, arrastrando la metralleta.
Me pareció oír. Esos roñosos no me van a agarrar descuidado, como la vez pasada.
Se sienta, más cerca del ventanal ahora. La metralleta ha desaparecido y el coronel divaga nuevamente sobre aquella gran escena de su vida.
... se le tiró encima, ese gallego asqueroso. Estaba enamorado del cadáver, la tocaba, le manoseaba los pezones. Le di una trompada, mire el coronel se mira los nudillos, que lo tiré contra la pared. Está todo podrido, no respetan ni a la muerte. ¿Le molesta la oscuridad?
No.
Mejor. Desde aquí puedo ver la calle. Y pensar. Pienso siempre. En la oscuridad se piensa mejor.
Vuelve a servirse un whisky.
Pero esa mujer estaba desnuda dice, argumenta contra un invisible contradictor. Tuve que taparle el monte de Venus, le puse una mortaja y el cinturón franciscano.
Bruscamente se ríe.
Tuve que pagar la mortaja de mi bolsillo. Mil cuatrocientos pesos. Eso le demuestra, ¿eh? Eso le demuestra.
Repite varias veces "Eso le demuestra", como un juguete mecánico, sin decir qué es lo que eso me demuestra.
Tuve que buscar ayuda para cambiarla de ataúd. Llamé a unos obreros que había por ahí. Figúrese cómo se quedaron. Para ellos era una diosa, qué sé yo las cosas que les meten en la cabeza, pobre gente.
¿Pobre gente?
Sí, pobre gente. El coronel lucha contra una escurridiza cólera interior. Yo también soy argentino.
Yo también, coronel, yo también. Somos todos argentinos.
Ah, bueno dice.
¿La vieron así?
Sí, ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y desnuda, y muerta. Con toda la muerte al aire, ¿sabe? Con todo, con todo...
La voz del coronel se pierde en una perspectiva surrealista, esa frasecita cada vez más remota encuadrada en sus líneas de fuga, y el descenso de la voz manteniendo una divina proporción o qué. Yo también me sirvo un whisky.
Para mí no es nada dice el coronel. Yo estoy acostumbrado a ver mujeres desnudas. Muchas en mi vida. Y hombres muertos. Muchos en Polonia; el 39. Yo era agregado militar, dese cuenta.
Quiero darme cuenta, sumo mujeres desnudas más hombres muertos, pero el resultado no me da, no me da, no me da... Con un solo movimiento muscular me pongo sobrio, como un perro que se sacude el agua.
A mí no me podía sorprender. Pero ellos...
¿Se impresionaron?
Uno se desmayó. Lo desperté a bofetadas. Le dije: "Maricón, ¿esto es lo que hacés cuando tenés que enterrar a tu reina? Acordate de San Pedro, que se durmió cuando lo mataban a Cristo". Después me agradeció.
Miro la calle. "Coca" dice el letrero, plata sobre rojo. "Cola" dice el letrero, plata sobre rojo. La pupila inmensa crece, círculo rojo tras concéntrico círculo rojo, invadiendo la noche, al ciudad, el mundo. "Beba".
Beba dice el coronel.
Bebo.
¿Me escucha?
Lo escucho.
Le cortamos un dedo.
¿Era necesario?
El coronel es de plata, ahora. Se mira la punta del índice, la demarca con la uña del pulgar y la alza.
Tantito así. Para identificarla.
¿No sabían quién era?
Se ríe. La mano se vuelve roja. "Beba".
Sabíamos, sí. Las cosas tiene que ser legales. Era un acto histórico, ¿comprende?
Comprendo.
La impresión digital no agarra si el dedo está muerto. Hay que hidratarlo. Más tarde se lo pegamos.
¿Y?
Era ella. Esa mujer era ella.
¿Muy cambiada?
No, no, usted no me entiende. Igualita. Parecía que iba a hablar, que iba a... Lo del dedo es para que todo fuera legal. El profesor R. controló todo, hasta le sacó radiografías.
¿El profesor R.?
Sí. Eso no lo podía hacer cualquiera. Hacía falta alguien con autoridad científica, moral.
En algún lugar de la casa suena, remota, etrecortadamente, una campanilla. No veo entrar a la mujer del coronel, pero de pronto está ahí, su voz amarga, inconquistable:
¿Enciendo?
No.
Teléfono.
Deciles que no estoy.
Desaparece.
Es para putearme explica el coronel. Me llaman a cualquier hora. A las tres de la madrugada, a las cinco.
Ganas de joder digo alegremente.
Cambié tres veces el número de teléfono. Pero siempre lo averiguan.
¿Qué le dicen?
Que a mi hija le agarre la polio. Que me van a cortar los huevos. Basura.
Oigo el hielo en el vaso, como un cencerro lejano.
Hice una ceremonia, los arengué. Yo respeto las ideas, les dije. Esa mujer hizo mucho por ustedes. Yo la voy a enterrar como cristiana. Pero tienen que ayudarme.
El coronel está de pie y bebe con coraje, con exasperación, con grandes y altas ideas que refluyen sobre él como grandes y altas olas contra un peñasco y lo dejan intocado y seco, recortado y negro, rojo y plata.
La sacamos en un furgón, la tuve en Viamonte, después en 25 de Mayo, siempre cuidándola, protegiéndola, escondiéndola. Me la querían quitar, hacer algo con ella. La tapé con una lona, estaba en mi despacho, sobre un armario, muy alto. Cuando me preguntaban qué era, les decía que era el transmisor de Córdoba, la Voz de la Libertad.
Ya no sé dónde está el coronel. El reflejo plateado lo busca, la pupila roja. Tal vez ha salido. Tal vez ambula entre los muebles. El edificio huele vagamente a sopa en la cocina, colonia en el baño, pañales en la cuna, remedios, cigarrillos, vida, muerte.
Llueve dice su voz extraña.
Miro el cielo: el perro Sirio, el cazador Orión.
Llueve día por medio dice el coronel. ¡La enterré parada como Facundo, porque era un macho!
Entonces lo veo, en la otra punta de la mesa. Y por un momento, cuando el resplandor cárdeno lo baña, creo que llora, que gruesas lágrimas le resbalan por la cara.
No me haga caso dice, se sienta. Estoy borracho.
Y largamente llueve en su memoria.
Me paro, le toco el hombro.
¿Eh? dice. ¿Eh? dice.
Y me mira con desconfianza, como un ebrio que se despierta en un tren desconocido.
¿La sacaron del país?
Sí.
¿La sacó usted?
Sí.
¿Cuántas personas saben?
Dos.
¿El Viejo sabe?
Se ríe.
Cree que sabe.
¿Dónde?
No contesta.
Hay que escribirlo, publicarlo.
Sí. Algún día.
Parece cansado, remoto.
¡Ahora! me exaspero. ¿No le preocupa la historia? ¡Yo escribo la historia, y usted queda bien, bien para siempre, coronel!
La lengua se le pega al paladar, a los dientes.
Cuando llegue el momento... usted será el primero...
No, ya mismo. Piense. Paris Match. Life. Cinco mil dólares. Diez mil. Lo que quiera.
Se ríe.
¿Dónde, coronel, dónde?
Se para despacio, no me conoce. Tal vez va a preguntarme quién soy, qué hago ahí.
Y mientras salgo derrotado, pensando que tendré que volver, o que no volveré nunca. Mientras mi dedo índice inicia ya ese infatigable itinerario por los mapas, uniendo isoyetas, probabilidades, complicidades. Mientras sé que ya no me interesa, y que justamente no moveré un dedo, ni siquiera en un mapa, la voz del coronel me alcanza, como una revelación:
Es mía dice simplemente. Esa mujer es mía.


Rodolfo Walsh, 1963

La farsa (Ezeiza-San Vicente)

¿Se acuerdan eso de "la historia se da primero como tragedia y luego se repite como farsa"? Bueno, parece que en este caso es cierto.

12 octubre 2006

Harto recomendable

Hoy estuve indagando sobre la verdadera identidad de Papipo (tengo una sospecha, pero soy una tumba), ideólogo, mentor y escriba del más que recomendable delmedio.blogspot, gloria de la crítica de los medios, avivador de giles (doy fe) y acérrimo enemigo de Jorge Fontevecchia, en quien yo no había reparado (porque entre tantos soberanos soretes, éste se me hacía un soretito) pero que ahora me parece la más grande mentira del periodismo. Seguramente estoy siendo injusto con algunos, pero no podés confundir a José María Aznar con Pedro Aznar en una contratapa. Como dicen: como muestra basta un botón.

10 octubre 2006

Haciendo de la carencia virtud

Acabo de pasar unos días obsesionado por seguir hablando de la propaganda, por encontrar el modo de exponer que la función de pregonar mercancías es sólo una parte del asunto que está enmarcada en otra más general y característica: la de imponer una justificación del status quo.

Con tal fin, transcribí toda la propaganda de Personal (“que la comunicación no nos incomunique”) pensando en las cínicas paradojas que sostienen las propagandas “con mensaje”, esas que, como portavoces de un sistema amoral, cacarean valores morales. Pero después de cada intento debía reconocer que o bien me faltaba el talento para dicho análisis o bien estaba confundiendo el camino.

Y si bien esas dudas pueden serme eternas, hoy pude suspenderlas por un rato. Concluí en que dicha propaganda encuentra la fuente de su ignominia no tanto en su contenido como en la relación que establece con su contexto. Porque: ¿justo ahora, justo ahora que el sistema de mensaje de textos se muestra como una estafa (se dan demoras de horas entre el envío y la recepción), justo ahora que por ello queda en evidencia la falta de inversión de las telefónicas, justo ahora se ponen moralistas y dicen que no hay que usar tanto el celular?

06 octubre 2006

Actitud Buenos Aires II

Explíquenme: ¿por qué el subte B tiene los vagones llenos de flores y pasa por Lavalle donde la baranda a cloaca te voltea?

05 octubre 2006

Las dos vanidosas razones (de un día aciago)

Lo reconozco: soy una persona vanidosa (“soberbio”, me espetó alguien alguna vez). Ahora bien, parafraseando: ¡quién que es no es vanidoso! Pero bueno, en parte por eso me comí un día aciago, por eso... por eso y por creer obstinadamente en el valor del capricho (siempre hay que tener dos razones). En tal virtud, sólo diré que: a) la casi perfecta indiferencia que generaron mis dos últimos posts, en cruce con b) la intención de cernirme a los radicales lineamientos explicitados en el post del 19 de septiembre, me llevan a buscar otras dos razones de mi aciago día. Por ejemplo:
1) La propaganda de Jumbo sobre la semana alemana (una aberración de la mente con que se insta a comer como un bruto salchicha con chucrut) me recuerda dos prejuicios que tengo por pilares: a) el capitalismo tiende a destruir al Estado, pero lo necesita como el campeón al sparring o al retador (así que Tony Negri y “su imperio sin imperialismo” me la chupan desde la Luna). b) Siendo que lo mejor que tienen para ofrecerme es que coma como un troglodita salchichas con chucrut, no me queda más remedio que pensar que efectivamente el que se come lo del nacionalismo es porque tiene boca de esclavo.
2) Después del día de mierda que para mí representó el miércoles 4, vi y disfruté del capítulo de Montecristo, la primera sostenida intervención televisiva en tratar el tema del terrorismo (no hace falta aclarar “de Estado”, porque todo terrorismo siempre es de Estado: no hace falta aclarar la distinción entre el miedo y el terror). Un gran capítulo, porque: a) reconoció ser una “novela K” (es decir, auspiciada por la Rosada), ya que al encadenamiento de pícaras coincidencias que se vienen dando entre la trama de la novela y la política gubernamental de derechos humanos, se le agregó la aparición –un día después de puesta en vigencia la ley que tiende a erradicar al fumador de la vida pública– de un desubicado abogado de pobres y ausentes que dice vencido sobre el cigarrillo: “Esta es mi condena”; b) me alentó la esperanza, aunque más no sea por unos minutos, de que los dinosaurios finalmente habrán de desaparecer. (Y porque María Onetto la rompe de lo bien actúa.)

(Otras dos razones posibles para pensar que tuve un día de mierda: a) que a la mañana el clima estaba bueno pero después se fue al carajo; b) que esperaba un día tranquilo en el laburo pero laburé hasta pasadas las ocho.)

04 octubre 2006

03 octubre 2006

¡Más Ricardito que nunca!

Pocas veces en la vida te muestran algo tan revelador como el Ricardito... Hay un antes y un después de haber saboreado esta tan particular golosina. Pero también pocas veces te decepciona algo tan noble como dicho tentempié. Sin miedo de las represalias de los tiranos que gobiernan este blog! al que suscribo, digo y fundamento: Me tuve que comer un Ricardito vacío, sí, sí, con muy poco contenido...
Pero mi indignación no viene de que hoy el fabricante (yo creo que sale de una fábrica al mejor estilo Willy Wonka, léase Wilson Wonka, por lo uruguayo, ¿vió?) se equivocó y llenó de menos mi postre, se origina en que inmediatamente pensé en los Ricarditos que vienen...
Los dejo con una cita: "Primero se llevaron el Terrabusi, no dije nada me quedaba el Suchard. Después se llevaron el Suchard, a mí no me importo, todavía había Melba. Más tardemente (diría Malala) se llevaron las Melba... Me callé... Están golpeado la puerta... ¿Vendrán por Ricardito?"

27 septiembre 2006

Tal vez...

Tal vez tenga razón Malala, tal vez los juegos electrónicos estrictamente no te enseñan a perder; sino tan sólo fomenten la compulsión por ese horizonte evanescente llamado “éxito”. Ese horizonte lejano que también mueve a las mentes esperanzadas que compran su entrada para Live Aid.

PD: Ah, confirmado: Live Aid trabaja para el Lado Oscuro de la Fuerza. (Bah, confirmado para mí, que, a pesar del desprecio que me causaba, todavía seguía empeñado en la duda entre si eran idiotas o hijos de puta, como si lo que importara no fuera la función antes que la intención.)

La vida es como te la tomás

Se pone uno en un brete cuando se impone una tarea. Tanto más si ella supone tratar con un objeto que, en su medio natural, expresa condiciones de posibilidad fuertemente emparentadas con las experiencias de asco, alienación y temor. Tal es el caso de la crítica de la propaganda que me propuse emprender.
Entonces es difícil, como deja entrever Evelyn, no ponerse más solemne que un merquero o no quebrar en un planto de borracho ante las tremendas injusticias de este mundo hoy. Hay que tener muñeca para no girar como un trompo y terminar haciendo el pavo, un vencido pavo pomposo.
De modo que mejor cortita y al pie que perder la pelota por calesitear.
Martes. Último día de cierre de revistas: espero irme temprano. Ambiente enrarecido: despiden a una empleada que filmaron robando un sobre. Alienación: por un lado, asco por corroborar la eficacia de la instalación de cámaras; por el otro, interés morboso por el cadáver despreciado (compartíamos función con la muerta, pero ella trabajaba mucho menos que yo). Prepondera esta última orientación: nada peor que sentirse estafado por un compañero y tener la convicción de que no hay que operar contra ellos. El desenlace se desarrolla, como toda acción dirigencial, fuera de mi mirada. Mientras, trabajo. Se hace tarde para mi seminario marxista. Tres horas tarde, finalmente llego. Entro en el aula y escucho: “Por eso es que Adorno... Adorno y Horkheimer sostienen que la publicidad recae en el mito”. Un rato después, ya en casa de Malala, mientras tomo un vasito de fernet con coca: propaganda de Coca en que se ve un sinnúmero de portentos en el interior de una máquina expendedora. “Más claro echale agua”, me digo, mientras miro bizco el oscuro líquido que va del vaso a mi boca.

19 septiembre 2006

En el camino

“Bajo estas circunstancias, una verdadera actividad literaria no puede pretender desarrollarse dentro del marco reservado a la literatura; esto es más bien la expresión de su infructuosidad. Para ser significativa, la eficacia literaria sólo puede surgir del riguroso intercambio entre acción y escritura; ha de plasmar, a través de octavillas, folletos, artículos de revista y carteles publicitarios, las modestas formas que se corresponden mejor con su influencia en el seno de las comunidades activas que el pretencioso gesto universal del libro. Sólo este lenguaje rápido y directo revela una eficacia operativa adecuada al momento actual.”

Walter Benjamin, Dirección única, 1928.

Avasallando al soberano I

Antes que nada, dos salvedades.
a) Hace ya mucho tiempo me enteraron de que propaganda y publicidad no significaban lo mismo. Tomé nota y apliqué la diferencia: propaganda para las manipuladoras campañas políticas y publicidad para los informativos avisos mercantilistas. Era lo correcto y yo era un chico correcto, o al menos eso pretendía, lingüísticamente hablando. Ahora, miro hacia atrás y siento que estuve un poco boludo. Ahora finalmente –“mientrasmente” podría decir Malala– trabajo como corrector y hoy tuve la posibilidad de reemplazar “propaganda” por “publicidad” en un texto que versaba sobre un spot de comida para gatos. No lo hice, no me pareció pertinente, ya que siguiendo esa lógica, habría que hacer la distinción teórica, por ejemplo, entre propagandas de bienes y propagandas de servicios, y sería una soberana pelotudez.
b) Un recordatorio de La sociedad del espectáculo, de Guy Debord. Citando de memoria: el espectáculo somete al hombre porque la economía lo ha sometido previa y totalmente.

Hechas las salvedades, digo:
Incluso en la propaganda más abyecta existe un resto de verdad. “Atrevete a más” es una muestra patente: hasta ellos, meros vendedores de gaseosas, saben que existe un resto de posibilidades vitales por fuera de la cristalización social y lo sugieren como prueba de verdad en su panegírico del brebaje. Lo mismo puede observarse en cualquier medio conservador, como casi todos con más de 10 mil ejemplares de circulación, cuyos contenidos no son más que propaganda encubierta (ver si no las secciones: autos, moda, tiempo libre, tecnología...). Hay en ellos rarezas como el artista “comprometido”, en que se resalta un valor ninguneado, cuando no obliterado, y se lo restituye con un ejemplo de vida. Es decir, lo mismo: incluso ellos, meros propagadores de la razón de empresa, reconocen la existencia del compromiso como valor vital.
Ampliaremos.

13 septiembre 2006

En pleno siglo dieci...

RTZ aka B XVI
- Calificó de "irracional" la teoría de la evolución de Darwin y afirmó también que "el odio y el fanatismo destruyen la imagen de Dios".
- Arremetió a fondo contra el científico inglés y "al menos una parte de la ciencia" moderna, que no tiene en cuenta que "la fe es imprescindible en el mundo moderno y trabaja infatigablemente desde el Iluminismo para encontrar una explicación del mundo en la que Dios sea superfluo".
- Condenó las teorías "irracionales" que "explican la existencia de la humanidad como resultado del azar".
- "Todas las formas de la ciencia necesitan referirse a Dios."
- "Sin Dios los cálculos sobre el hombre no encajan."
- Dijo que es necesario plantearse qué existe en el origen. "La razón creadora, el espíritu que obra en todo, o la irracionalidad que, despojada de toda razón, produce extrañamente un universo ordenado de manera matemática, así como el hombre y su razón."

¡Seradedió!

11 septiembre 2006

Avasallando al soberano

Estoy pensando en una saga crítica sobre publicidades. Creo que la llamaré “Avasallando al soberano”. Porque, tomando como referencia la preceptiva sarmientina de “Educar al soberano”, la función de la propaganda consiste en moldear al ciudadano hasta convertirlo en consumidor, hasta que deje de ser un hacedor político transformándose en un comprador mercantil. Este pasaje que va desde el hacedor hasta el consumidor es un proceso de enseñanza, de avasallamiento, de hacer vasallos.
Creo que la primera será sobre la propaganda de Personal, esa que con un cinismo a toda prueba predica: "Que la comunicación no nos incomunique".

01 septiembre 2006

La aldea global

Antes era el planeta, el mundo. Y la literatura y la prensa (luego junto al cine) conformaban un entramado mental que integraba las selvas vírgenes, el campo y las grandes metrópolis. Cosmopolita era ese entramado, y organizaba un mundo de ciudades ante las que las selvas y el campo se reportaban con sus mercancías, piedra de toque de una construcción social que se abría al cambiante futuro y dejaba atrás las rémoras conservadoras del mundo rural. Antes era así o así decían. Y ahora también. Sólo que el incesante avance del capital tiende a la homogeneización del flujo de mercancías –entre ellas, y a la vanguardia, las representaciones culturales hegemónicas–, lo que coadyuva a la cristalización de una forma de representación del mundo cuyos adláteres han denominado, no sin cierto cinismo triunfalista, “aldea global”, es decir, ni más ni menos, el retorno farsesco al mundo feudal.

Nadamente

LXXV

Estáis muertos.

Qué extraña manera de estarse muertos. Quienquiera diría no lo estáis. Pero, en verdad, estáis muertos.

Flotáis nadamente detrás de aquesa membrana que, pendula del zenit al nadir, viene y va de crepúsculo a crepúsculo, vibrando ante la sonora caja de una herida que a vosotros no os duele. Os digo, pues, que la vida está en el espejo, y que vosotros sois el original, la muerte.

Mientras la onda va, mientras la onda viene, cuán impunemente se está uno muerto. Sólo cuando las aguas se quebrantan en los bordes enfrentados y se doblan y doblan, percibís la sexta cuerda que ya no es vuestra.

Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás. Quienquiera diría que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros sois los cadáveres de una vida que nunca fue. Triste destino. El no haber sido sino muertos siempre. El ser hoja seca sin haber sido verde jamás. Orfandad de orfandades.

Y sin embargo, los muertos no son, no pueden ser cadáveres de una vida que todavía no han vivido. Ellos muerieron siempre de vida.

Estáis muertos.

César Vallejo, Trilce, 1922.
Gracias, Martín.

26 agosto 2006

Ludópatas Anónimos

Cada vez que me enojo perdiendo al Solitario, pienso:
"Se venden juegos electrónicos y, junto con ellos, se propaga un aumento exponencial de las posibilidades de perder. Porque los juegos entre personas suponen un conjunto de restricciones a las cuales todos se avienen, en principio, en igualdad de condiciones. En cambio, el juego electrónico es el desarrollo mismo de las restricciones, al cual cada uno debe avenirse, en principio, en la más completa de las desigualdades. De tal modo, en una tecnosociedad capitalista, los juegos electrónicos comportan una doble función: acercan a las personas a la tecnología y a la derrota. Nos familiarizan con esta sociedad: nos maquinizan y nos enseñan a perder."
Después cierro el juego. Después vuelvo a abrirlo. Y así hasta que el horror al vacío contamina incluso esa absurda repetición.
Después me olvido del vicio, y sonrío (o lloro sobre el tiempo derramado).

03 agosto 2006

Los Titanes

Buscaba algo sobre este lugar al que me estoy yendo a descansar. Alguna referencia al porqué de su nombre. Algún mito de origen. Un cuento.
Lejos de mis intenciones, sólo encontré esto, que si bien no es un mito de origen, al menos es un cuento.

En la Costa de Oro

En las playas que van de Araminda hasta Los Titanes suele verse, de acuerdo al testimonio de varios personajes, la figura de una dama de blanco a la orilla del mar, generalmente cuando despunta la madrugada. Entre varios relatos del avistamiento recogimos el siguiente.
Diez años atrás un grupo de jóvenes salía de bailar de un boliche en Araminda, emprendiendo el regreso por la playa. En un momento determinado, tres de los jóvenes quedaron relegados en el viaje, cuando uno de ellos notó algo extraño en el agua. A unos cuantos metros de la orilla, con el agua a la cintura, una mujer de blanco oteaba el horizonte. Mientras todos observaban, la mujer desapareció súbitamente, en forma que ninguno de ellos puede explicar hasta el día de hoy. Quisieron entrar al agua, creyendo quizá que la joven estaba ahogándose, pero el susto de la situación -potenciado por la noche cerrada y la visión extraña- hizo que decidieran echarse atrás. En la zona se cuenta que aquella figura fantasmal no es otra cosa que el espíritu de una mujer ahogada, cuyo cuerpo jamás pudo ser encontrado. Narran que los espectros de quienes perdieron la vida en el mar regresan cada tanto, como si pasearan indolentemente a orillas del mar que les quitó al vida.

Me gustan los cuentos de fantasmas, pero no creo que salga a buscar a esta mujer de blanco, más que nada por el asunto de la fresca.
Aunque por las referencias, la piba para cerca de casa.

26 julio 2006

No sé... (como muy tipo que nada, viste?)

Sí, lo veo, es cierto: desconozco perfectamente la psicología de los creativos. La lógica de la zona marketing se me escapa... cómo decirlo... como un sorete ideal en alguno de mis dos puños realmente disponibles. Lo sabido es que lo único que quieren es vender más (lo que sea, dentro y fuera del trabajo), y lo insólito es que creen que están en condiciones de alcanzar ese tan preciado objetivo. Calculo que son la primera generación hegemónica de ignorantes cínicos de la historia, una combinación aberrante: frívola y radicalizada al mismo tiempo.
Por otro lado es probable que, en mi condición laboral de corrector, esté un poco propenso –"facilitado", dicen los neurolingüistas– a la detección de aberraciones y, por qué no, a la ofuscación consecuente. En tal caso, este post sería terapéutico (más que los otros).
El caso es el siguiente: los creativos de las Bodegas Chandon, no satisfechos con desparramar por esta zona sus melifluos vinos, nos enrostran en una publicidad gráfica un par de parejas de lindos y edulcorados megamuñecos que sonríen mientras toman Valmont. Hasta ahí, lo de siempre. Entonces: ¿por qué ese fondo sobre el que se recortan las parejas? ¿Por qué –cito de memoria– esa repetición de "muy actual", "muy frutado", "muy fresco", "muy Valmont"? ¿Cómo es posible tanta liviandad? Y, sobre todo, esto que me abruma: ¿Cómo fue que llegaron a ese inverosímil y repugnante "muy único"? ¿Cuáles son sus motivos? ¿Desconocen que es una frase incorrecta de toda incorrección, pero son impunes? ¿Lo saben pero, como son transgresores, la perpetran para que sea comentada? ¿O habrán llegado al momento en que su rapaz autoconciencia –híper adaptable, por otra parte– comienza su fase autocelebratoria?
No lo sé, no logro determinarlo.

17 julio 2006

El banquete

No sé si por exóticos, por distantes, por su cultura milenaria, porque son demasiados millones de personas (y es inevitable que cada tanto surja alguna pavada como esta), o por qué cuernos, pero los chinos no paran de causarme sorpresa.

12 julio 2006

Bloqueo

Mientras uno protesta porque la yerba que hay no le gusta, otra quiere su cocalaigt y a un par nos hacen falta cigarrillos y chocolates, llamo por teléfono al quiosco.
Arranco el pedido con los Block, el sujeto que me atiende me dice que con esto de la semana de la dulzura no le quedaron esos chocolates y, no conforme con eso, me contraoferta barras de cereal (puaj).
Me indigna la semana de la dulzura, me indigna que no haya el chocolate que quiero, mucho más me indigna pensar en una barra de cereal.
Por lo demás: se quedaron sin Block; ahí me bloqueé yo y corté con desconcierto.
Ni yerba, ni cigarrillos, ni cocalaigt...

05 julio 2006

Visibilidad variable

Dos acotaciones me hacía mientras miraba por televisión la cobertura de la toma de las viviendas fonavi. Sólo me abocaré a una. Esta noche, las imágenes de los móviles del 13 y Telefe en la zona me parecieron semejantes, por iluminación, a las de los disturbios en París y, por enfoque, a las tomas de los bombardeos a Bagdad (aunque en un plano más corto). Luego consideré que esa asociación visual tal vez surgiera forzada por una previa asociación verbal (no sé, pero el emparejamiento no me resultó del todo sólido). Así que volví sobre “las palabras sueltas” que precedieron la asociación visual e, inevitables, allí estaban “vándalos”, “saqueos”, “delincuentes”, “desmanes”. Por el otro lado, ya de noche, aparecieron, en boca del movilero: “calma”, “gran operativo policial”, “pobres contra pobres”. La historia de siempre, sólo que cada vez me convenzo más de que hay que hacer quilombo, que los disturbios, los saqueos, los delincuentes y los vándalos son necesarios –si bien no suficientes– para que algo cambie. La tarea de la tele es la de crear argumentos que disuadan la rebelión.
Chocolate por la noticia.
Antes de apagar, veo la amplia cobertura a lo Subiela sobre la niebla que se estancó en Buenos Aires, porque, claro, cuando no quieren hablar de nada, hablan del clima (atmosférico o mundialista).

30 junio 2006

Siamo fuori (favor de difundir)

Esto dirán grandes docentes e investigadores si prosperare la inciativa del Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA que impide que los actuales directores de departamentos puedan participar en los concursos para las renovaciones de sus cargos. David Viñas y Elvira Arnoux son los dos que mejor conozco y más admiro. Suena a atropello, a pechada para agenciarse del poder que genera toda elección de autoridades.
Así termina un mail de la agrupación Génesis -graduados de FyL-:

"Esta disposición, claramente discriminatoria, no tiene en cuenta que la mayoría de esos profesores viven de su sueldo universitario, y algunos de ellos no lo cobran desde el mes de abril, con el agravante de que por esta circunstancia la obra social de la UBA les suspendió los servicios médicos.
Asimismo queremos dejar constancia la carencia de valores éticos de algunos de los funcionarios actuales, no sólo por los numerosos nombramientos clientares que han realizado sino por el cuestionamiento que han recibido desde distintos medios, como es el caso del Lic. Carlos Cullen, sobre quien en un editorial del Diario Página/12 se dejó constancias y pruebas que durante su desempeño en la Universidad del Salvador avaló con su presencia el acto en el que le fuera otorgado el Doctorado Honoris Causa al genocida Massera."

Como vemos, siempre parece haber un clásico y nefasto perrero, los laderos del Amo.

Por otro lado, también está diciendo "siamo fuori" toda la cúpula creativa del excelente canal Ciudad Abierta. Otra decisión nefasta de un oscuro personaje con apellido de superhéroe y comportamiento carroñero (¿se entiende que me refiero a Telermán?). Más información, en letra de los propios despedidos, puede leerse acá.
Así que bueh, ahora que terminó el Mundial, nos encontramos con que seguimos encerrados y con que de ese asado que parecía estar haciéndose en Alemania no nos van a tocar ni los huesos.

27 junio 2006

¿Cómo juegan ellos?

Hay un racimo de frases que viene dando vueltas por mi cabeza. La original, de allá por los inicios de los 60, es "El medio es el masaje", título de un libro de Marshall McLuhan, uno de los intelectuales felizmente integrados. La frase luego derivó en "El medio es el mensaje", que es una reformulación democrática o una crítica del "Miente, miente y miente que algo quedará" goebbeliano. La estructura es esa, sólida y flexible, hegemónica.
Sobre ella, de aquí hasta el viernes, las variaciones serán "La esperanza –el aguante– es el mensaje" y, cada vez más cerca del partido, "El miedo es el mensaje". Después de Alemania-Argentina, el mensaje será planto o diatriba o, tal vez, el masaje será la euforia del panegírico.

26 junio 2006

Antídoto

Contra las indignaciones menores y mayores, llegó el notición de que Liniers tiene su propio blog.
¡Qué alegrón, por favor!

Y a propósito del "grupo" del que habla Ariel acá abajo:

25 junio 2006

Respecto del Mundial (por el lado del "grupo")

Antes de seguir, retomemos. En este blog hay una frase que últimamente viene teniendo ciertos privilegios de figuración (y bien merecidos que los tiene): "El presente nunca ha sido más actual, por un tris no es el futuro". Y en principio retomo por ella, porque es la frase que se espectaculariza en cada instancia decisiva, por ejemplo, en una mundialista, cuando cada elección supone dos resultados: que el circo local continúe o que el circo se corte.
La otra cuestión que no hay que olvidar es que el Mundial es un negocio, es decir, una actividad corporativa más o menos arreglada para ganar dinero. Un tongo institucionalizado. Así que, si se corta el circo, se corta el tongo (bah, al principio seguirá un poco, en forma de diatriba, planto o cantilena –según el grupo que venda cada una de las partes implicadas–, y luego desaparecerá hasta dentro de cuatro años).
En este contexto, decimos:
a) Me caen bien los que no miran el Mundial, porque tienen un motivo que no es el más obvio. De todos modos, como decía un cartel: "Si no quiere, no tome, pero no desaliente". Porque, se quiera o no, en un Mundial pasan cosas.
b) Lo decía en el post anterior: Román podría ser el héroe de este equipo, pero sólo porque es la persona destinada a ser el eje, porque ésa su función en el grupo, y cada uno de quienes lo componen han contribuido para estar donde está (menos Mascherano, pero bueno...).
c) Grondona, Julio, le dijo a Niembro que le había dicho a Sorin que los jugadores –los trabajadores del circo– sólo iban a ver plata si ganaban el campeonato, si no nada. Lo que muestra a las claras el estado de las relaciones laborales en este país.
d) Telefe le gana a Canal 13 en las mediciones porque Clos y Niembro son populistas, mientras que Macaya –cada vez más parecido a Pablo Mármol– y Rivotril Bilardo son conservadores. En los estilos difieren del siguiente modo: Clos es prepotente y Niembro, astuto. Macaya es facilista y Bilardo, deíctico (señala lo primero que se le ocurre).
Hasta el próximo viernes no comentaré nada más de fútbol, aunque al circo probablemente vuelva a referirme (me interesa más el circo que el juego, aunque si no disfruto de este aquel me chupa un huevo, me parece puro grupo).

Respecto del Mundial (Por el lado del "héroe")

Supuse que el partido contra México sería más fácil, que tres goles aventajarían a la Selección Argentina. Obviamente no fue así. No fue el partido soñado, pero ha servido. Primero para demostrar que el mexicano es un fútbol caótico, que puede perder con Túnez y ganarle a Brasil. Segundo, lo que más me interesa: aquellos que hablaban de lo pecho frío que sería Riquelme deberán llamarse a silencio. Fue el peor partido de la Selección, y el peor de Riquelme en este Mundial; para él, básicamente porque no cumplió con el axioma que mejor lo define: no pierde una sola pelota en todo el partido. Ayer perdió varias. Sin embargo: a) metió un pase gol (para gol en contra, pero gol al fin); b) metió un par de estiletazos más que con un poco mejor puntería hubieran terminado adentro; c) metió, metió y metió: gran movilidad, recuperaciones y también encaradas que con anterioridad en este Mundial no se habían visto de él.
Todo esto me lleva a reforzar la idea que viene rondando por mi cabeza: si Riquelme jugó estos partidos en un nivel de entre ocho y seis puntos, con Alemania –la primera gran parada de Argentina–, vamos a encontrarnos con el Román de los Boca-River (¿se acuerdan del caño que le hizo a Yepes? ¿y de los goles de tiro libre?), de los Boca-Real Madrid (¿se acuerdan de esas asistencias a Palermo?, de los Argentina-Brasil en juveniles. Es decir, con el Román superlativo.
Él no se cree este circo del que tantos viven, inclusive él. Pero cree en las nuevas situaciones, las nuevas experiencias, en esos momentos en que la vida se abre hacia otro lugar. Recuerdo uno de esos momentos en que él mismo dio otro paso: debía patear un penal contra River, pero para él era el momento precedente al de convertirse en héroe. Metió el gol (después de errar el penal y de desbocarse hacia el cabezazo goleador que aprovecharía el rebote) y, raro en él, no lo festejó con sus compañeros, sino que fue directamente hacia el centro del campo. Así, se plantó –después de un salto– de cara al palco presidencial e inauguró el famoso festejo Topo Gigio, que en realidad significaba "Escuchá, escuchá gil de goma, garca, escuchá qué dice el pueblo". Obviamente, el pueblo gritaba, a rabiar: "Riqueeeelme, Riqueeeelme". Él también festejó rabioso. Había dado el paso, se había abierto: el perro se reconocía como tal, pero ya no el perro ladero, sino el rabioso, el que, en la puerta misma de la jaula, se agita ladrando, mostrando los dientes, ante el desconcierto del perrero (en este caso, el pelotudo de Macri, aclaro para que no se pierda la referencia).

Va(ya)mos por partes

El viernes, al final de una semana extenuante –definida como una sucesión de secuencias despertar-desayunar-trabajar-cenar-dormir, con breves variaciones–, miraba con Malala El camino del samurái y una frase dio en el centro de mis certezas: la vida de los hombres se compone de los constantes pasajes de una situación a otra.
El sentido de esos pasajes está dado por lógicas diversas. La lógica eje de mi semana laboral fue, justamente, el trabajo. La de ayer sábado, el Mundial. Hoy domingo, por suerte, he recuperado mi vida, ese lugar de apertura una y mil veces obturada.

15 junio 2006

La vida te despeina

A veces me pasa que leo o escucho algo que me produce reverberaciones del presente, esto es: una cadena significante me cae como anillo al dedo para explicar algo que me anda pasando; son cosas que puedo saber o no… pero cae la frase y termino diciendo: “Ah, ahora entiendo”.
La explicación viene a cuento de que recién termino de ver Silvia Prieto y, en medio de muchas líneas de diálogo que me sentaron simpatiquísimamente, escuché lo siguiente: “Esa mujer tiene el diablo en el pelo”.
Bueno, así me siento yo estos días: mi peluquero está desaparecido, su casilla de mensajes está llena, aparentemente el celular que tenía ya no existe, me da pánico ir a probar con uno nuevo y la cantidad de clips que necesito para sujetar los rulos está creciendo de forma alarmante.

14 junio 2006

Brujería doméstica

Anoche descubrí con alegría que el control remoto de mi dvd estaba en funciones gracias a equis franeleo que casi desconozco pero cada tanto resulta.
Bueno, esta mañana, mientras daba las vueltas de sacarme las legañas y demases, me pareció prudente cierta compañía musical. Mas cuando fui al living vi el pequeño aparatito gris caído en el piso (de bruces, diría) y sentí un mal pálpito, que no tardé en corroborar al apretar los botones y ver que nada ocurría. Puse un cd cualquiera y lo dejé ser, tomé mis mates, vi mis mails y me fui.
Hace un rato, nuevamente necesité compañía musical y se me ocurrió que lo que tenía que hacer era dejar caer el control remoto "de espaldas", aplicando esa lógica ridícula de, por ejemplo, pérdida y recuperación de la memoria a base de golpes en la cabeza, tan cara al dibujo animado o al Chavo del 8. Con esa idea, me encaminé hacia el living. Cuando decido tirar el control remoto al piso, alguna de mis torpezas habituales, mediante tropezón, casi terminó en caída... pero no, me atajé, aunque no pude evitar que también se cayera el control remoto de la tele. Entonces: desparramo de aparatitos, tapitas, pilas y pilitas.
Recompuestas las partes en sus respectivos sitios, el aparatito andó.
Cosa ‘e mandinga.

13 junio 2006

Sobredosis de TV

Bueno, ganamos. Que Saviola jugó bien, que el Pato se puso las manos, que Heinze no sé qué. (¡Qué pase el de Riquelme, por Dios!)
Ahora: ¿cuánto más se puede hablar de un partido, de 90, ponele que 94 minutos de fútbol? ¿Cuánto? Bueno, al parecer, indefinidamente.
Es sabido: el Mundial es una peste, un mal endémico. Una enfermedad que coloniza los intersticios del tiempo y del espacio, una verborrea literalmente sinvergüenza que no se detiene ni ante la propia incredulidad de quien habla, una verborragia desbocada una y mil veces repuesta de las mil y una pérdidas de sentido que salen a su paso.
Despilfarro de movileros, corresponsales, enviados especiales, analistas invitados. Ex futbolistas, ex funcionarios menemistas, ex futbolistas actuales funcionarios kirchneristas, ex técnicos, periodistas (¿periodistas?). Periodistas rubios, morochos, colorados, anaranjado incluso, periodistas que tratan bien a las mujeres, periodistas que les pegan, periodistas que se parecen a Pablo Mármol… y palabras, muchas muchas palabras. ¿Cómo hacer cosas con palabras? Ahí tienen, un Mundial.
(¡Cabildo y Juramento! Sólo a estafermos como los programadores de TV y productores de móviles en vivo se les puede ocurrir que allí festeja la gente.)

07 junio 2006

El presente nunca ha sido más actual

Son las ocho de la mañana y tuve un día difícil y largo, muy largo: ya llevo 21 horas despierto, y no termino de decidir si no me pude dormir por la tensión que pasaré a describir o por los efectos de una miel con coca que la verdad es un golazo.

La tensión.

Desde hace una semana, en las redacciones hay un malestar incesante respecto del tema sueldos y carga laboral: no aumentan los salarios pero sí las tareas, es decir, no tenemos ni tiempo ni plata.

Ayer pareció tomar trascendencia –aunque sotto voce– el hecho de que una revista de las que hacemos salió con un error en la portada. Alto garrón. En principio, recordar cuál fue el momento en que me tildé de tal modo, ya que soy uno de los correctores. Después, enterarme de que no fui yo el que corrigió esa tapa. Luego, tomar dimensión del asunto y darme cuenta de que un error en tapa no es un problema sólo para un corrector sino también para redactores, editores, secretarios de redacción y, por qué no, director editorial. Es decir, el organigrama casi en pleno cae en la volteada.

Ayer me reuní con Mariela, amiga mía e hija de un abogado que necesita un asesoramiento lingüístico para un juicio por la sucesión de unas cinco mil hectáreas (es decir, cuanto menos, cinco millones de dólares). Me dijo que cobrara lo que me pareciera, pero que actuara rápido. Además, me deslizó la posibilidad de que haya una veta para explotar en el ramo de los peritajes lingüísticos.

Así que cuando a eso de las tres me quise dormir, no me fue posible porque fui infiriendo que aquel error, que todavía parecía pasar soslayado, en realidad era ya la causa de que ayer se reuniera la plana mayor de la empresa: desde el dueño hasta el secretario general de redacciones, pasando por el gerente general y los encargados de negocios. Tal vez estuviera exagerando con mis inferencias, pero cómo saberlo. Y más: cómo no temer lo peor cuando tal vez deba prepararme para eso, cuando tal vez deba prepararme en general, para todo.

Así que, ante la imposibilidad de incorporar nuevos datos al respecto hasta que hoy vuelva al trabajo, decidí bosquejar el glorioso y nunca bien ponderado plan B. Me levanté, me vestí y abordé el tema de ese chúcaro testamento sucesorio. Di vueltas al asunto, di vueltas un poco más, y finalmente llegué a una argumentación que si bien no es inapelable, al menos permitirá ganar un poco de tiempo y una posición aventajada en el pleito.

Entonces, satisfecho con mí mismo, volví a la cama creyendo que, más apaciguado por hacer menos acuciante cualquier problema que surja en la redacción, podría dormir como un bebé.

Pero no: todavía soy un insomne y además ya no soy un inocente. Y tal vez sea esa evidencia la que me hace sentirme más vivo que en mucho, mucho tiempo. Este presente –este faltar dos horas para que los acontecimientos sigan su curso, y yo con ellos– por un tris no es el futuro.

05 junio 2006

El privilegio de estar informado

Siguiendo un poco con la temática inagurada por Malala ¿no les parece que esto se esta yendo un poco al carajo?
Haga click aquí si no quiere seguir sumido en la oscuridad

30 mayo 2006

Un médico a la derecha

Hace unas cuantas semanas que se viene palpitando este clima mundialista que a quien suscribe tanto le molesta. Vendría a formar parte de los "hechos que indignan".
Yo te miro los partidos, te grito los goles, te puteo a los árbitros... pero la parafernalia marketinera, la exhortación patrioteril y la especulación eterna y vacua de los periodistas deportivos, los no tan deportivos y los no tan periodistas me rompen soberanamente las almendritas.
Sin embargo, cada tanto alguna cosa, a pesar de formar parte del aparato mediático mundialero, deja la veta del absurdo tan al descubierto que no puede sino causarme gracia:
Ver el Mundial puede ser perjudicial para la salud, titula Clarín y, mientras prescinde de su ya gastado "ahora dicen" (que, hay que mencionarlo, vendría como anillo al dedo), se basa en estudios científicos que confirman el aumento de paros cardíacos, comas etílicos y hechos de violencia luego de los partidos.
Hasta hay gente que recomienda eliminar las rondas de penales por razones de salud pública.

29 mayo 2006

Advertencia

Debo decir que ando con vitrosis, esto es: una inflamación en mi vínculo con los vidrios a mi alcance.
El saldo de esta afección viene siendo, por el momento, la rotura de una ventana, de una copa bellísima y la adquisición de unos lentes -también bellísimos- con los que no veo nada y que he tenido que mandar a rehacer.

Así que ¡attenti! porque hay una vitricida suelta.

28 mayo 2006

Más dudas que certezas

la miro, la miro y no termino de decidirme...

La hermana Bernarda: ¿Mujer tradicional o travesti con bigotes?

23 mayo 2006

Bitácora de obra, día 1

11 horas
Desconcertada, me despierto porque la tele está prendida. Pienso que no deben ser las ocho todavía, porque me dijeron que a esa hora venían, pero suena el teléfono y es mi madre quien, entre otras cosas, me informa el horario: diez menos cuarto. Me pongo loca, pero estoy dormida y no me sale muy bien. Corto y vuelvo a la cama. Hace frío. Me levanto y me visto. Sin peinarme, voy a buscar al capataz de la obra de al lado y le pregunto si no van a venir a arreglar mis paredes. Me contesta que yo había quedado en avisarle cuándo podían venir. Le retruco que se lo dije el mismo día que pedí posponer el trabajo una semana, y que eso nos dejaba en el martes 23, o sea hoy; me mira con cara de que lo estoy cagando, pero accede y vienen a ver la pared. Me advierten que se va a llenar todo de polvo. Miro la delicada infraestructura con la que he cubierto los muebles del dormitorio y pienso que no sirve para nada. Cada cosa que quedó ahí tiene una bolsa que la cubre y rodea. Decido que es tarde para improvisar algo, que le den así nomás. Después me pelearé con todo ese polvillo (que –­hay que decirlo– en general me gana).
Queda pendiente el asunto del living. Me pongo a hacer las fundas para cubrir esas cosas, pero sólo hago la de una biblioteca y la coloco. No sé qué hacer con la tele ni con el sillón. La tele sigue prendida en Crónica.
Cada vez hay más cosas dando vueltas por todos lados.

13.30 horas
Se fueron a comer y volvieron. Bah, es uno solo. El capanga se da una vuelta cada tanto y va supervisando los pasos del obrero que está atendiendo mi pared del dormitorio. Estuve en tratativas para ver dónde paso la noche… Puede ser en lo de Hugo, también podría ser en lo de Paula. Si no pasa nada en ese sentido, me iré a lo de Ariel y madrugaré mañana para abrirles la puerta a estas personas.
(Esto es una especie de exorcismo; lo de la escritura, digo.)
Hace un rato me di cuenta de que no tengo dónde echarme. No me pasa nunca, pero ahora me está empezando a molestar la cintura y me querría tirar en alguna parte. En cualquier momento empiezo a somatizar.
La buena noticia es que van a pintar todas las paredes. Y pensándolo bien, es bárbaro que haya tenido que pasar este tema de la obra, porque viene bien la pintura: esta casa necesitaba una lavada de cara desde hacía rato. Ojalá que pueda elegir los colores. Se verá.
Hablé con la dueña de casa y le mencioné que creo que hay problemas de humedad en los cimientos. Me sugirió que le preguntara a esta gente qué onda, a ver qué les parece a ellos. Ni ella ni yo tenemos la menor idea de estos asuntos.
Las fundas del living están todas listas. El nylon alcanzó justo, aunque los 15 metros por 3,60 parecían demasiado. Todo parece esos pasillos de ET. Tendría que tener un micro por Utilísima Satelital para explicar cómo he sobrellevado haciendo fundas estas lides de la construcción.
Fui al almacén a proveerme de algunas cositas y, cuando volví, tuve que ir al baño. Ahí me di cuenta de que en ningún momento había reparado en el estado de mi cabellera: lamentable.
Compulsivamente tengo que ponerme a hacer cosas, por eso estoy gastando el teléfono a pleno, aprovechando para llamar a gente con la que hablo poco, y para llamar a gente con la que seguir haciendo esta catarsis inmensa. Me esperan unos días bravos, parece…
El muchacho ahora está poniendo material sobre los ladrillos. ¿Liquidará el tema del dormitorio hoy? Ojalá que sí. De todos modos, esta casa es invivible en este estado.

15 horas
Voy a dormir a lo de Germán. Él estaba apurado porque tenía que salir a laburar y me dejó en negociación con su madre, que me informó, para mi beneplácito, que tienen un cuarto para mí y que no hay ningún inconveniente en que lo use.
En la perspectiva de tener que usar la casa de otro –uno/a que viva cerca, porque mañana hay que estar acá temprano­–, esta solución es la mejor. Pensaba en si tuviera que ir a alguna casa de mi familia, y ese cuadro no me agrada.
Todo está lleno de polvo: los pisos, las cosas, mis uñas y mis pelos.
De repente, me doy cuenta de que tengo que hacer una cantidad de tareas:
-Remendar unas prendas que adoro y que he ido juntando en una bolsita, que apareció cuando me puse a organizar esta movida de la obra.
-Llamar a un plomero que haga una revisión de las canillas, porque hay un par que pierden.
-Cuando estén pintados los cuartos, voy a tener que pintar el patio, porque si no va a quedar desprolijo.
-Habrá que evaluar cuál es el estado de los pisos luego de todo este asunto.
Ay, falta tanto para decir que la casa está en orden.
Hablé con la gente de mi oficina. Me van a mandar cosas para que labure acá en casa. Mejor, así tengo algo que hacer en lugar de desesperarme porque las paredes se me vienen encima y no tengo donde recostarme.

16.30 horas
Vino el arquitecto. Me dijo que se va a trabajar como a mí me convenga. Entonces, mañana no se madruga. Con el estándar de levantarse a las nueve, todo queda más o menos bien, así que me voy a dormir a lo de Ariel y a la mañana me vengo a abrirles la puerta.
Ahora ya son dos las personas que, agarradas de sus fratachos, andan cicatrizando lo que uno de ellos tiró solo. No sé cuánto va a tardar en secarse. El arquitecto me mira, después gira hacia la pared y sentencia: “No menos de quince días”. ¡Quince días!

17 horas
Hay exilio de baldes y utensilios de trabajo. Están barriendo. Ya dejan mi dormitorio. Parece que la obra sigue mañana.

Nota mental: Para el futuro quiero un mayordomo que se ocupe de todas estas cosas. Ojalá que la fortuna que estoy amasando me lo permita.

22 mayo 2006

Cada vez hay más cosas

Días atrás, Diego me contaba que una de sus hermanas, en plena crisis de mudanza, había soltado una frase que contradecía toda la lógica material. “Cada vez hay más cosas”, se escuchaba a medida que muebles, cajas, electrodomésticos y demases desfilaban de adentro hacia fuera. Diego es un buen contador de anécdotas, y lo cierto es que cuando llegó al punto del relato en que tiró eso, me produjo una risa sincera.
Apenas unos pocos días después, me vi obligada a hacer una mudanza interior. Con motivo de una obra de construcción tras la medianera de casa, las paredes han sufrido diversos tipos de grietas, humedades, caídas de revoque y etcéteras; y finalmente esta semana empiezan a arreglar todo, excepto el temita éste de que voy a ser rehén en mi propio hogar.
La movida incluye el desplazamiento del setenta por ciento del mobiliario, la disposición de materiales que protejan los pisos, los muebles y las cosas que contienen, y una especie de preparación mental para afrontar un procedimiento tan invasivo como a mí me parece que es todo esto (vengo pensando hace días que es como que me van a hacer una operación que va a durar una semana).
O sea, hay una especie de infraestructura de mudanza, pero lo cierto es que no se está yendo a ninguna parte. Alguien dirá que la casa va a quedar mejor y yo no lo dudo, pero esta operación no requiere anestesia, sino más bien al contrario: muchas pilas.
Parte del asunto de los preparativos consistió en deshacerse de buena cantidad de papeles-objetitos-cositas que –ahora se ve– estaban al pedo. Sin embargo, y a pesar de que materialmente los desechos podrían cuantificarse en el volumen correspondiente a tres bolsas de consorcio y algunas cajas, debo darle la razón a la hermana de Diego y admitir que es innegable: cada vez hay más cosas.

19 mayo 2006

Me dieron ganas

Hace tiempo que no lo leía y volver a toparme con él me gustó.
Buen fin de semana para todas y todos


Para Jane

225 días bajo la hierba
y ya me conoces mejor que yo mismo.

ellos se han llevado tu sangre,
eres un palo seco en una canasta.

¿es así como funciona?

en este cuarto
las horas de amor
aún hacen sombras

cuando te fuiste
te llevaste casi
todo

me arrodillo en las noches
ante tigres
que no me dejarán ser.

lo que fuiste
no volverá a suceder.

los tigres me han encontrado
y no me importa.

16 mayo 2006

La mafia china y yo (Parte I)

Como parte de una nueva ¿sección? de colaboraciones, Adriana Mastieri (amiga de la casa) nos envía un relato prologado por las promesas y amenazas que aquí nomás siguen.

"Bueno, yo te mando la primera tanda de chino. Después sigo con el acolchado. Obvio que me siento una víctima de la mafia china. Voy a contratar una banda de yakuzas para exterminarlos en cualquier momento, por ahora sólo se salvan por la comida."

No recuerdo exactamente cuándo fue, digamos en la temporada primavera/verano 05/06, pero sí sé que el caso del chino pirómano que quemaba mueblerías por la ciudad estaba en pleno auge mediático (e incendiario).
Notamos por esas épocas que un nuevo restaurante de comida china había abierto sobre Ángel Gallardo, a tres cuadras de casa. Era un local raro, demasiado grande para un take and go pero no había mesas que invitaran a quedarse a comer. Lo que sí había era panfletos colgando en la puerta y me llevé uno, ya que el otro restaurante chino del barrio ya de chino no tiene nada (empezando por el cocinero). De modo que la novedad fue bienvenida.
Un miércoles del referido período decidimos llamar y probar la comida, serían alrededor de las once de la noche. Mejor dicho, serían las once cuando llamé, no sé qué hora era cuando terminé de tratar de hacer que el chinito entendiera la dirección y la comida que pedía, ya se había ido al carajo de tan chino que era el muchacho y de tanto no entender nada. Bueno, el asunto es que la comida tardaba, tardaba; no sé con qué nos colgamos y no llamamos para preguntar qué pasaba, pero la cuestión es que un poco después de las doce y media (dicho de otro modo, casi a la una de la mañana) vino un chinito en bicicleta con el pedido. La comida era bastante mala por cierto, se puede decir que era la peor comida china que probé en mi vida: los fideos estaban pasados, ni siquiera los pudimos terminar.
En esta instancia del relato se impone la necesidad de tomar partido: uno debe elegir entre un universo regido por el azar y tendiente a la entropía, u otro gobernado por la necesidad en el que las casualidades no son posibles. Yo me quedo con el segundo, más que nada para ponerme al servicio de la narración que me incumbe.
Lo cierto es que al día siguiente, en el noticiero matutino, nos enteramos de que el chino pirómano había sido capturado durante la madrugada, luego de incendiar -entre otras- una mueblería en Villa Crespo y otra en Caballito, movilizándose en bicicleta con su bidón de nafta. Las coordenadas eran llamativas: para hacer el camino entre la mueblería de Villa Crespo y la de Caballito, el chino tenía que haber pasado cerca de casa forzosamente. La pregunta que se imponía era: ¿cuántos chinos en bicicleta andan por Caballito un miércoles a la una de la mañana?
Así fue como supimos que entre un incendio y el otro, el chino nos había traído nuestra comida. Poco tiempo después de encarcelado el pirómano, el restaurante cerró, aunque desde adentro sigue saliendo olor a comida china.

Solicitud

Alguien me puede explicar que catzo está pasando en Nepal.
Gracias.

¿Qué hacer?

Es difícil sostener un blog, y entre tres o cinco personas más aun. Uno mismo a veces tiene una idea y después tiene otra distinta, así que muy poca coherencia puede pedírsele a un grupo blogger: que hay que hacer una clasificación de las entradas o no, que hay que incorporar nuevos links a otros blogs o no, que hay que comentar en otros blogs o no, que el blog tiene que ser una bitácora o una papelera de reciclaje, y así siguiendo. Entonces, como el zorro ante las uvas verdes, dictamino soberbio: "Me-ne-frega". Y, por suerte, en eso parece que coincidimos.
El otro día, sin ir más lejos, yo pretendía discutir con Malala y Diego sobre la estructura que debería tener un post de dicotomías que definan a ciertos personajes (en el estilo: "Charly García: ¿ídolo o qué?"). Metafóricamente, alegué que había que conseguir una gradación, es decir, partir de una dicotomía de blanco o negro, pasar por otra entre bordó y rojo, hasta llegar –tal vez– a una entre el ultravioleta y las palanganas.
La discusión no prosperó: a ellos no les interesaba. Entonces dije que a mí tampoco me importaba un pito y que iba a hacer lo que quisiera. (Por suerte, nuevamente coincidimos, aunque no sin amenazas.)
Y también coincidimos en que la sección bien podría llamarse "Más dudas que certezas (o viceversa)" y en que había que postear el resultado de nuestro mancomunado esfuerzo intelectual. Acá va:

Kusnetzoff: ¿Vivo bárbaro o boludo con suerte?

Sabato: ¿Reserva moral de la patria o gagá institucionalizado?

Messi: ¿Esperanza infinita o fiasco incipiente?

Mariano Grondona: ¿La voz ecuánime del statu quo o el silencio cómplice de la oligarquía?

Pigna: ¿Mito argentino o mentira nacional?

Kirchner: ¿Lobo suelto o cordero atado?

Niembro: ¿El chancho o el que le da de comer?

Víctor Hugo Morales: ¿Barrilete cósmico o clásico veleta?

Majul: ¿Boludo alegre o boludo triste?

Fernández: ¿Aníbal, Alberto o Cristina?

12 mayo 2006

¡Último momento!

Acaba de golpear a mi puerta la vecina de atrás. Me quería pedir unas boletas de la luz, porque no sé qué cosa quería revisar, pero en el medio me tiró una noticia que me dejó pasmada.
Mi escalera -que está en su casa desde hace un par de meses- se cayó sobre su gata y la mató.
"Menos mal que no estaban los chicos, igual no les conté nada", me dijo. Mientras tanto yo pensaba: "Menos mal que no estaban cerca de la escalera, qué linda que era esa gata, para qué querrá mis boletas".

Muy viernes

Últimamente todos los días son de esos en que los acontecimientos y las emociones se apelotonan. Y no sé si quiero dormir, irme de vacaciones o tratar de hacer las cosas ordenadamente.
Si los días tuvieran 28 horas en lugar de 24, ¿sería lo mismo y yo seguiría sin tener un minuto?

08 mayo 2006

Antaño/Hogaño

Acabo de volver a mi nueva ex casa, y disfruto de los beneficios de la banda ancha que ya perdí en mi condición de recién emancipado. En fin... deberé acostumbrarme a postear desde el laburo.

Tiempo de mudanza y cualquier circunstancia se transforma en evento. Recién, sin ir más lejos, noté que el picaporte de la cocina estaba desencajado: había que reubicar los tornillos. Dicha operación requiere de cierta fuerza y precisión para que el tornillo entre, además, sin torcerse. Un trabajo en plano detalle. Así, tan de cerca (y es sabido: de cerca todos somos raros), noté que el esmalte símil amatista del picaporte, pasados ya once años desde su instalación, estaba completamente saltado. Entonces, pensé en los tiempos de esa reforma, en mi viejo, en la reelección menemista, en los 15 de Mariana, mi hermana, y en algunas otras cosas que, como el esmalte símil amatista, ya han entrado en el ámbito del pasado y la memoria.

03 mayo 2006

La gente detrás de las paredes

Mientras caminaba por los pasillos del subte, anoche, algo me hizo pensar en otros pasillos: los de los shoppings, esos que usan los empleados de gastronomía o de limpieza, esos que unen todos los puestos de comidas por la trastienda. Son pasillos que nunca recorrí, pero que no me cuesta nada imaginar como otros –que tampoco recorrí pero me fueron referidos–, los pasillos de circulación interna de algún hotel céntrico.
Tras puertas que casi conservan la isotopía estilística del no lugar de que se trate, el cartel que reza “privado” o “personal only” esconde un espacio bastante más horrible que aquel que es de circulación del “cliente”: poca luz y nunca natural, nada de aire acondicionado o calefacción, escaleras angostas con pasamanos de lata, ascensores de servicio pequeñitos o gigantes dependiendo de si llevan sólo empleados o empleados con carritos. Como suele ocurrir, porque ciertas instalaciones se estructuran como al sistema conviene, el espacio se hace cargo de las diferencias sociales a las que acaso estemos acostumbrados: el teatro de guardar tras bambalinas “las cosas feas de ver” porque, claro, así son más baratas. Nada que difiera demasiado de esconder el polvo debajo de la alfombra.
Y pensaba en esto por contraste con otros pasillos, que sí conozco: los de circulación interna de los consultorios de un hospital. Allí las cosas son al revés, social y espacialmente al revés. Mientras acaso los mismos empleados de esos shoppings u hoteles se apiñan en los pasillos a la espera de ser atendidos, los médicos (también acaso los mismos clientes de esos shoppings y hoteles) circulan por pasillos bien iluminados y acondicionados, se toman un cafecito recién hecho en una máquina que hay para eso o, directamente, se fugan de la consulta por la otra puerta para tomarse el cafecito en bar.

¡Qué fregados que estamos, por favor!

02 mayo 2006

No hay como...

...respirar una buena bocanada de aire fresco después de sentir que se ha estado sumergido en algo espeso y pringoso y opaco y agobiante durante más tiempo del conveniente.
Por suerte, siempre quedan las superficies de placer.

28 abril 2006

No sé a ustedes

Pero a mí, me genera mucha desconfianza la gente que saluda por el día del trabajador.

Paja brava

Exhibicionista alemán se masturbó en balcón

De tan entusiasmados que se encuentran con el Mundial a desarrollar en su país, los alemanes muestran contentos las "pelotas" que van a utilizar en los partidos a todo el mundo. Pero en pleno barrio de Palermo a un atrevido ciudadano germano, se le fue un poco la "mano" ya que realizaba exhibiciones obscenas en el balcón de su departamento, lo que escandalizaba a vecinos. Hasta se masturbó en público sin darle "bola" a los policías que trataron de disuadirlo.
El insólito episodio se produjo poco antes de las 11 cuando el individuo salió desnudo a un balcón del séptimo piso de un edificio ubicado en Gurruchaga entre Guatemala y Paraguay, y además de exhibirse, comenzó a tocarse.
Vecinos llamaron a la policía y llegaron dos patrullas de la Comisaría 23º, que llamaron por el timbre del departamento del hombre para comunicarle que estaba haciendo algo ilegal, pero este no los atendió.
Los efectivos tomaron declaraciones de vecinos del edificio, que dijeron que ya estaban disgustados desde hacía tiempo por la presencia del alemán, que con frecuencia se exhibía desnudo en el inmueble.

Extraído de Diario Popular del 27 de abril.
Por supuesto, las comillas y negritas son de ellos.
¡¡Muchas gracias, Aguostro!!