27 marzo 2007
Además
Me pregunto.
Sintonía trágica
El año pasado, me sorprendió al decirme que había sospechado que yo estaba muerta porque en su cablera había leído de un accidente automovilístico en la esquina de casa. Ni lerda ni perezosa, le espeté que era una hija de puta, que cómo me iba a decir eso, que ¡¡¡por favoooooorrrr!!!
Enterada, esta mañana, del derrumbe en Pedro Goyena y Thorne, mi primer pensamiento le fue dedicado a Perco (seguro que la hija de puta pensó que el edificio derrumbado era el de al lado de casa), aunque me tranquilizaba que, como había participado de la mudanza, sabía de las quince cuadras de distancia que median entre mi morada y el sitio donde se emplaza la catástrofe.
La tranquilidad me duró poco, porque hace minutos recibí este mail:
De: Perco
A: Malala
Asunto: Bosnia, tu casa, un instante, mi mente
Fecha: Tue, 27 Mar 2007 17:33:18 -0300
----------------------------------------------
Siguiendo con mi sintonización en tragedia, hoy a las 6 de la matina, cuando avisaron que se había derrumbado una obra en construcción sobre una casa en Pedro Goyena al 1600, entendí al 160.
El que todavía no haya memorizado tu nuevo número telefónico te salvó de que te despertara con el otro teléfono que tenía a mi lado.
Besos.
Vidas imaginarias (parte cuatro): Mi pasillo
Yendo al punto. Buenos Aires. En barrios donde viven muchos conocidos nuestros, en estos momentos, hay unas 130 mil personas sin energía eléctrica. Que no tengan luz es grave, y muy grave para estructuras como geriátricos, hospitales, edificios de departamentos y comercios con heladeras. Gravísimo, y hubo quilombo. La falla no puede adjudicarse a equis cantidad de agua caída. Si suelen inundarse ciertas subestaciones de Edesur, bueno, queridos, ya deberían haber establecido puentes hacia puntos más altos. No es imposible, sólo cuesta dinero.
Por otro lado, hoy un avión aterrizó en Aeroparque sin cobertura de la torre de control: el piloto vio el lugar y se mandó. Hace un tiempo K informaba el final de la aviación civil controlada por
A todo esto, Malala me decía hoy que la aburría enormemente con Heidelberg; y que la catedral de Brasilia fuera de tal modo y no de otro, no sólo le parecía lógico, sino que además la tenía muy sin cuidado. No sin dolor, por mi parte, acepté mi diletancia y el aburrimiento que puede generar, incluso en los seres que me conocen.
Me aboco, entonces. La infraestructura básica de esta ciudad está colapsando en ciertos barrios, que así y todo, son objetos de construcciones compulsivas que hacen tambalear aun más su equilibrio estructural. Desde ya, las nuevas viviendas son para consolidar los nuevos valores de las zonas elegidas y, de paso, para poner en circulación el excedente de las ventas de propiedades a precios más elevados. Las construcciones no apuntan a revertir el déficit de vivienda (eso es función del Estado, pero... cri cri) y cuando se venden no son accesibles para el 80 u 85 por ciento de la población. De modo tal que es lógico deducir que, así como aumenta la oferta, la concentración también aumenta. Y así siguiendo hasta repetir el proceso que se está dando en la impregnación palermitana hacia Villa Crespo, Chacarita, Coghlan; la sobresaturación de Caballito, Almagro y aledaños; la emergencia del fenómeno de las torres en barrios tradicionalmente bajos, que fueron puestos a disponibilidad por la extensión del subte (Villa Urquiza, Parque Chas, Villa Ortúzar, Agronomía); sin olvidar el desarrollo constante de reductos como Villa del Parque y Villa Devoto ni de la ciudad del Bicentenario que se están consolidando en la zona costanera, con Faena como mascarón de proa. (En la zona sur, lo único que se consolida es la pobreza, los asentamientos y la Corporación del Sur.)
La ciudad ha perdido su centro. Mientras, en un puñado de centros locales se monta una vida más o menos autoabastecida, que permite a quien vive, pongamos en Palermo, salir de la zona sólo en vacaciones.
De pronto, vi una Buenos Aires futura: un par de zonas universitarias, otra proveedora de contenidos, otra para los servicios financieros, otra para los legales, otra para el lujo de turistas y magnates locales más y menos gateros, y algunas otras más para la vida cotidiana de las familias. Potenciales aldeas, islas en cualquier caso, abastecidas por monopolios que pueden dejarme sin luz por un mes o hacer que mi (?) avión aterrice sin monitoreo de radar. Para completar: la concentración mediática detentada por Clarín y Telefónica deja la información relevante en manos de particulares que, porái, la publican o la leen por internet. Por esa senda, el futuro post apocalíptico que tanto me atraía en Blade Runner o Fahrenheit 451 (por no hablar del Gran Hermano de 1984) está, más que cerca, ya en mi cabeza. En estas circunstancias y con este humor otoñal, mi vida al menos (no quisiera embolsar a nadie en tan incómodo espacio) se me hace un pasillo más o menos largo, cuya mejor parte resiste en los rincones más fantasiosos.
Así llegado el caso, se me hace imaginaria por el grado de desconexión con lo profuso de la realidad. Así, por esa oscura senda, mi cinismo o mi pereza veía la vida académica en Heidelberg como un buen lugar para esperar el final, sea éste estruendo o gemido.
(Desde ya, me voy a poner las pilas, porque si no con este humor no la voy a pasar bien.)
26 marzo 2007
Vidas imaginarias (parte tres): Rumbo a Brasilia
Habíamos hablado de Ginebra, por ejemplo, una próspera ciudad a orillas de un lago, sobre cuya orgullosa liquidez se renueva un chorro que bien pudiera ser de champán.Allí, un abogado en jefe gana cinco, siete millones de euros anuales, muchos tienen veleros y, a veces, también mucho frío. Es un espejo cuyos productos son relojes y dinero. En sus calles, en el lado oscuro de su luna (quiero decir: hasta las personas más caretas la consideran una ciudad aburrida), se hace real el temor de muchos porteños que no viajamos a Europa: allí, efectivamente, no hay kioscos. Y sus trabajadores pobres, a cuarenta minutos de tren, viven en Francia.
En la historia de Geo creo ver cómo Amsterdam se ha vuelto, digamos, menos receptiva con el extranjero, en contra de su propia historia, pero acompasadamente junto con Europa toda. Por su parte, Estrasburgo, símbolo de la reconciliación europea, acoge laboratorios cuyos jefes son adictos al trabajo, y no tanto al trabajo de la búsqueda de conocimiento sino de la obtención de resultados, sobre todo, publicaciones en revistas del rubro. El Estado benefactor de la Unión Europea es menos pródigo que el alemán de pura cepa.
De modo que, si uno quiere desarrollar una visión personal de su objeto de estudio, disponer de tiempo, al parecer, lo ideal es Heidelberg: universidad fundada en pleno medioevo alemán, en una ciudad que sigue su ritmo. La representación que yo me hice es: libros y tabernas.
De todos modos, como vida imaginaria, la de Heidelberg sólo funciona si uno estudia ciencias naturales o sistemas formales como matemática o física especulativa. Si uno quiere intervenir el mundo y no sólo explicarlo, el tema ya se complica.
En Europa (en la “vieja” al menos), con un campo homogéneamente subvencionado, las ciudades van adquiriendo un carácter propio, dado por las condiciones tan prósperas como estables. Privilegian sus "ventajas competitivas", tejen el entramado de la unificación europea y ganan cierta autonomía respecto de sus Estados nacionales (Barcelona en Cataluña y Bilbao en el País Vasco parecieran confirmar esta tendencia).
En nuestra América, las ciudades funcionales se dan poco. Hay un país, un estado, una ciudad capital y mucho campo en latifundio. Sin embargo, en Brasil también hay ciudades-función, Brasilia es todo un ejemplo, donde la abstracta planificación precedió toda su construcción. De tal modo, uno se lleva un chasco si espera ver un Congreso clásico en Brasil.
**************************Parlamento brasileño
Y si uno quiere ver una catedral así verá una asáEl hilo que ató toda esta deriva, es la capacidad de las empresas -asociadas o no a un Estado- de transformar nuestro espacio, reconvirtiendo las referencias por entre las que nos movemos. Por ejemplo, yo ahora me ubico más entre las parejas calles del Palermo que todavía se llama Viejo. Pienso: ¿Arévalo? A sí, esa donde están construyendo un bruto hotel donde antes había un bruto edificio abandonado (una escuela, creo). Por otro lado, comienzan a abundar las pintadas delante de las construcciones que dicen: "Aquí demolieron nuestra historia". (Volveré sobre este triángulo entre progreso, especulación inmobiliaria y planificación urbana.)
Los sonidos del silencio
¿Nos enteraremos mañana cuánto cobran, cuánto quieren cobrar y cómo trabajan los empleados de peajes y autopistas? Tal vez: si un evento involucra a alguien de apellido Moyano, tiene más chance de ser publicado.
Actualización de las 13.00: parece que Moyano tiene más cabida en Clarín que en La Nación.
24 marzo 2007
Vidas imaginarias (parte dos): Según pasan los siglos
Alguna vez se me ocurrió (en algún momento lo haré) sacar una buena foto desde el extremo Yrigoyen de los túneles a cielo abierto que hay detrás de
Algo similar aparece en las fotos de Heidelberg del post anterior (habría que viajar hasta allí y encontrar un punto de vista que abarque la diversidad histórico-arquitectónica). Un abigarrado y burgués caserío de tejados rojizos, una imponente ciudad universitaria –polo tecnológico– compuesta por edificios de algunos pisos y, en otras tomas, el castillo (desde el llano y desde abajo, con interpósita estatua de oro y todo), por encima de todo, dominando el terreno.
(Minerva: el castillo fue construido en el siglo xii; creo que por allí Martin Lutero clavó sus tesis protestantes y quemó las bulas papales (1517); su universidad fue la primera de Alemania, y allí se doctoró Goebbels, luego de estudiar historia y las filologías germánica y clásica, unos ciento y pico de años después de que los románticos alemanes se extasiaran representando la ciudad como ápice vertiginoso de la alemanidad al palo. Y creo que sí: Weber estudió ahí, aunque no haya sido un científico tal como yo entiendo el término, es decir, aunque haya dado lugar a las ciencias sociales.)
Las contigüidades son más o menos simétricas aunque, claro, en Europa los siglos cuanto menos se cuentan de a tríos: el castillo del siglo xii, el caserío de abajo que se extendió para albergar a la burguesía y, ya en el siglo xx, el polo tecnológico que se eleva hacia el castillo. (Mientras, nosotros, memoriosos mamíferos, seguimos lidiando contra el edificio.)
22 marzo 2007
Vidas imaginarias (parte uno): el castillo
****************************Mapa de Heidelberg
************(Los rojos sectores corresponden a edificios universitarios.)
Rodrigo: “Porque tenés cuatro tipos de emigrantes tras la boca, eehhh... la beca deseada:
a) está a quien el instituto extranjero le paga el viaje para conocerlo.
b) están los que ganan un concurso para viajar y conocer institutos.
c) están aquellos que tienen la tarasca para hacer lo mismo que los de b)
d) y están quienes, en el caso de querer irse, tienen que irse a ciegas.
Así se organiza la vida de un investigador, de un intelectual, si querés”.
***********************Heidelberg universidad
Rodrigo: “Bueno, Geo tenía la tarasca y pudo conocer cuatro instituciones.
Primero fue a Amsterdam, bah, un lugar muy cerquita de ahí. Pero no le dieron ni cinco de bola. Es más: su jefe olvidó que tenía una entrevista con ella. «Ni en pedo», pensó Geo.
Después se fue a Estrasburgo, donde su jefa trabajaba unas doce horas. «No voy a laburar quince horas por día», pensó. Además, los alquileres son carísimos ahí.
Finalmente recaló en Ginebra, donde el trabajo estaba bueno y la jefatura no era la misma mierda de siempre. Le pregunté por qué no se quedó. «Porque Ginebra es toda como la avenida Alvear. No es una ciudad, es un mega Patio Bullrich», me respondió, «y los laburantes son semi campesinos franceses, a cuarenta minutos de tren»”.
**********************************Vista del castillo
Rodrigo: "Hasta que en un momento (y a punto estaba ya de volverse), una amiga la llamó desde Heidelberg: «Está todo bien. Venite a que te conozcan», le dijo. Y Geo se quedó a vivir.
******************************Heidelberg hoy
La paja en el ojo ajeno
"La práctica de la masturbación rebaja el concepto que una joven tiene de sus órganos reproductores. Le hace pensar en ellos tan sólo como medio de satisfacción física en vez de considerarlos como un legado sagrado.
"El estímulo de las partes sensibles de los órganos reproductores en la masturbación significa un gasto de energía nerviosa tan grande que puede quedar agotada la reserva de ella. Esta es una razón importante por la cual debe evitarse la masturbación. Consume la provisión de fuerza vital, y deja a la persona cansada, apática y abatida.
"(...) En caso de ceder repetidas veces a la masturbación, la reserva de energía nerviosa queda tan reducida que la persona no parece tener ningún vigor normal. Así privada de las satisfacciones que debiera experimentar mediante las recompensas de un trabajo bien hecho, pierde interés en las cosas superiores de la vida.
"(...) Cuando se ha agotado la energía nerviosa de una persona, todo su cuerpo sufre. Los tejidos pierden una parte de su resistencia normal a la enfermedad. Las infecciones y los resfríos pueden vencerla con más facilidad.
"(...) Otro trágico efecto de la masturbación es que la joven que recurre a esta práctica sabe que no tiene la aprobación de las personas correctas. Por lo tanto, se avergüenza de su debilidad. procura ocultarla a sus amigos y parientes y el temor de que la descubran le crea un sentido de incomodidad. La necesidad de guardar el secreto y la ansiedad la privan de una gran parte del gozo que podría encontrar en la vida.
"Existe un factor anatómico que ocasiona a veces irritación en el clítoris e incita a que se lo toque más de lo debido. Aunque estos casos no son muy comunes, si hay evidencia de que estos tejidos están irritados ello constituye motivo suficiente para que la joven consulte a un médico cristiano. Con frecuencia el remedio para esta situación consiste en una operación quirúrgica muy sencilla llamada circuncisión. Esta operación no ofrece peligro y es muy preferible a dejar continuar un estado de irritación.
"Un factor importante que contribuye a mantenerse libre del hábito consiste en evitar las lecturas, la conversación y las fantasías que se refieran a asuntos sexuales."
Dr. Haroldo Shryock
Impreso en Buenos Aires en 1968
21 marzo 2007
Presagio
16 marzo 2007
15 marzo 2007
En la selva...
Complementariamente, desearía que alguien me desasnara al siguiente respecto: ¿qué está pasando durante el gobierno K con las acciones militares en Sudamérica? ¿Cómo sigue aquel entrenamiento en que participaban –al menos hasta De
* No me culpen de paranoico, pero a las 4.13 acabo de corregir la entrada, y tres minutos después entran tres visitas (dos de EE.UU. y una de China).
12 marzo 2007
Gesto político
Ariel, parafraseándome, escribió algo que yo no dije (Y Malala concluyó: “Lo que pasa es que damos muchas cosas por sentadas, las creemos firmes como el suelo que pisamos. Pero cuando el piso cede, lo que antes considerábamos decisión personal se nos aparece como un cruce, más o menos favorable, de contingencias”). Al leerlo no sólo no termino de reconocerme, sino que me parece que ese enunciado, como tal, permite que uno se lave las manos respecto de sus propias decisiones. Pareciera que si las cosas salen de acuerdo a lo planeado el crédito es propio y, si no, es una especie de factor climático sobre el que nadie puede tener la menor injerencia, ni para mejor ni para peor.
Pensando en cómo plasmar esto (que pretendía ser un comment a este post), me figuré que lo que yo estaba diciendo es que uno a veces toma decisiones (como sujeto) y termina sometiéndose a procesos u oscuros mecanismos de los que acaba siendo objeto (en ese momento, la anécdota tenía que ver con planes de viajes que distintos hechos, acaso fortuitos, terminaban alterando, por no decir casi pervirtiendo).
Mientras (mientras empaquetaba mis cosas, las cambiaba de casa y las desempaquetaba –cada vez hay más cosas–) dejaba en el borrador de Blogger un título que rezaba “Barrios cerrados”, con intención de escribir algo respecto de cierta idea de una compañera de trabajo.
Entre ese post –que es este– y el comment que se me hacía difícil redactar para rectificar mis dichos, las ideas se encontraron a mitad de camino a tomar un café, o más bien un fernet con coca.
Y acá parece necesario que hable un poco de mi trabajo: con un grupo de gente nos ocupamos entre otras cosas de que haya lugares en la ciudad donde la gente pueda retirar forros gratis. Para eso estamos divididos en grupos que acompañan las actividades de distintas organizaciones e instituciones, muchas de ellas en villas y barrios pobres.
Todo esto viene a cuento de que Mabel, que trabaja en la zona sur de la ciudad, días atrás dijo en una reunión que esos son sus barrios cerrados. En un principio podía sonar disparatado, pero sin embargo se puede decir que un barrio cerrado reúne un colectivo de familias con cierta identidad social, básicamente económica, y que termina definiendo un perfil de lo que es la vida cotidiana allí. Pensaba que cierto rasgo de desigualdad se ligaba bien con esa diferencia entre sujetos y objetos. Digo: alguien “acomodado” puede decidir mudarse a
Mientras me deprimo porque dicho todo así no parece haber espacio para cambiar nada, me alegro porque ni yo (aun habiendo escrito lo que encabeza esta misma oración) ni muchas personas que conozco nos comemos el paquete de que no se puede hacer nada.
Siempre queda algo así como el “gesto político”, algo que genere una cosa distinta, un poco mejor (no necesariamente manifestaciones ni revoluciones). Acaso mínimos movimientos.
El viernes cuando volvía del trabajo vi dos chicas que se besaban en Florida y Diagonal. No pude contener la sonrisa. En el contexto en que vivimos, eso (además de una demostración de amor) es un gesto político, que suma gente, que subvierte lo que se considera lo normal, lo habitual, que dice “esto es así”.
La diferencia siempre la hacen las personas, y reconocerse objeto de algo suma porotos para el sujeto que, quiérase o no, todos llevamos dentro.
11 marzo 2007
Domingos de súper acción
¡Perdió Federer!
Bueno, che, no me van a decir que no es destacable... Y además le ganó el lucky loser de Cañas.
Bueno, pero por si esto fuera poco, por si me llegaren a decir que no les interesa el tenis, quedó confirmado: Soriano estuvo en Puan, pero no lo invitó Sarlo y además se fue aplaudido.
Y después dicen que los domingos no pasa nada.
10 marzo 2007
Sábados de doble pulsión
Desde el cielo de arriba la claridad del sol viaja, y parpadea en el cielo de abajo por nubes que vuelan a millones de kilómetros de su origen. Discontinuo y por debajo, acá nomás, apenas antes de que el fulgor sobre la toma de aire me empujase hacia esa claridad, yo me lanzaba hacia el colchón en caída libre boca arriba invocando la siesta.
***
Dos horas después, a la hora en que el búho levanta vuelo, subo las fotos a nuestro despótico servidor, concluyo este texto y salgo a correr un poco, en procura de la información de mis reticentes sentidos (como dice un amigo: la lucha cotidiana contra la pereza).
09 marzo 2007
¡Veinte pesos!
Pido una plantita y saqué dos pesos, esperando incluso recibir las monedas. "Cuatlo peso." "¡Cuatro pesos!" "Sí: veinte el kilo. Está calo lo velde."
¡Menos mal que no tenía que cocinar empanadas para seis! Porque entre la mother, el micro y la cebollita de verdeo...
08 marzo 2007
Lo que ves es lo que hay
De modo tal que, en treinta países, un grupo de boludos con papeles se transforma por algunos meses en el centro millones de conversaciones, televisadas o no. Ayer vi Los Simpson y allí explicaron cuál es el funcionamiento de los realities: “Ustedes exhiben sus miserias y luego el público decide quién es la persona menos censurable entre todos los participantes”. Perfecto, es eso.
En Estados Unidos el programa no funcionó, pero más allá de cuáles sean las razones de tal fracaso (Linkillo algo decía al respecto hace algunos meses), el formato reality abunda y cómo: por estos días hay uno en que buscan un nuevo superhéroe. Y hay una causa que se repite: es barato producir un reality, al menos más barato que pergeñar una serie cuyos actores podrán llegar a cobrar, si esta tiene éxito, un millón de dólares por capítulo. Por otra parte, al formato, como a la realidad misma, le gustan las simetrías y los leves anacronismos. Por ejemplo, tenemos el caso del reality chileno Pelotón, en que los participantes son llamados reclutas y no viven en una casa sino, como es dable esperar, en un cuartel, y los nominados se visten de fajina, mientras los que seguirán en el programa los miran desde una tribuna vestidos con galas castrenses. (Anteayer vi la partida de una participante que caminaba por un oscuro descampado al lado de una suerte de coronel. “Y bueno –pensé–: ahora la fusilan...” Pero no.)
Pelotón, reality castrense
Así es que la máquina de guerra, el dispositivo de humillación televisada, continúa produciendo chorizos baratos que vende a precio Torgelón. Y así es que generan una nueva categoría de lo televisable: el boludo que nadie quiere ser. Entonces, complementariamente, se entiende no sólo el calco formal sino también la repetición de un mismo significado en las propagandas de Movistar y Speedy, unidades de negocios de un mismo monopolio: Telefónica, cuyos cráneos de marketing decidieron matar dos pájaros de un tiro. En ambas campañas nos muestran el boludo que, según ellos, no deberíamos ser. Y si bien el boludo según Movistar es simplemente un anticuado, el de Speedy no es ningún boludo: ¡el boludo es el padre, quien más allá del paso de los años, sigue entrando en la habitación de Beto para tirarle una pelota! Y para colmo, para completar la orden de no ser como Beto, Speedy abrió un centro de orientación vocacional on line, tal vez para paliar el desorientado vacío que genera seguir, paso a paso, Gran hermano.
01 marzo 2007
Experiencia de la catástrofe: noticias de ayer
Conversábamos anoche con amigos (D. y S., digamos). Nos contaban el sinuoso camino hacia su actual domicilio. Cada punto del relato se abría más o menos hacia lo mismo: un mínimo error de cálculo, una pizca de indiferencia u hostilidad, o el mero caos climático pueden conducirnos a vivir en los caños, o a alguna calamidad semejante. Una frase de S. quedó flotando: “El mundo es hostil”. Y
Hoy a la mañana, mientras el agua avanzaba sobre (y bajo) Buenos Aires, recordaba la charla de anoche y, vagamente, como en un eco o un rumor de la conciencia, me preguntaba dónde estarían en ese momento los desplazados por el incendio de Villa Cartón. Luego recordé que la lluvia es apenas un instrumento de la catástrofe, uno entre medio de muchos otros, algunos mucho más devastadores.
(Arde Tokio)
Entre la conversación de anoche y el diluvio de hoy, vi por i-Sat Niebla de guerra, un muy buen documental sobre Robert Strange McNamara. El tipo, menos en Corea, estuvo casi en todas. Empezó su carrera en Harvard; organizó la reclutación de pilotos de bombarderos mediante las fichas computadas de la IBM; fue parte del equipo que planificó el bombardeo incendiario sobre decenas de ciudades japonesas; trabajó en la Ford, donde introdujo innovaciones en seguridad tendientes a salvaguardar la vida de los consumidores, y de la que fue el primer presidente con un apellido que no fuera Ford; mano derecha de Kennedy y después también de Johnson. Todo eso, entre 1942 y 1968.
Habla McNamara y solito va dando una idea acabada de eso que se ha dado en llamar complejo industrial-militar estadounidense y sus consecuencias en la sociedad de su país y en el resto del mundo. Una simple historia de vida contada en primera persona por alguien consciente de que, de haber perdido, él –y tantos otros– habrían sido juzgados como criminales de guerra.
LA escena: en off, McNamara cuenta que la innovación que revitalizó a la Ford fue copiar ciertas características de los Cadillacs. En pantalla, un plano detalle de la cola de un Cadillac recordaba los misiles que antes habían sido mostrados. Luego, la cola del Cadillac, se transforma en la de un Falcon. Así salió adelante la fábrica de Henry F. Usted sabe lo que un Ford (Falcon) significa.
PD: entre 1968 y 1981 fue presidente del Banco Mundial. Parafraseando a Clausewitz: la economía es la continuación de la guerra por otros medios.