01 septiembre 2006

La aldea global

Antes era el planeta, el mundo. Y la literatura y la prensa (luego junto al cine) conformaban un entramado mental que integraba las selvas vírgenes, el campo y las grandes metrópolis. Cosmopolita era ese entramado, y organizaba un mundo de ciudades ante las que las selvas y el campo se reportaban con sus mercancías, piedra de toque de una construcción social que se abría al cambiante futuro y dejaba atrás las rémoras conservadoras del mundo rural. Antes era así o así decían. Y ahora también. Sólo que el incesante avance del capital tiende a la homogeneización del flujo de mercancías –entre ellas, y a la vanguardia, las representaciones culturales hegemónicas–, lo que coadyuva a la cristalización de una forma de representación del mundo cuyos adláteres han denominado, no sin cierto cinismo triunfalista, “aldea global”, es decir, ni más ni menos, el retorno farsesco al mundo feudal.

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