Una amiga compañera se quejaba en redes sociales recién del bajonismo, del regodeo en la lágrima, de la deprimente musicalización del telenoticierismo. Mentaba, ella, que “Seguir viviendo sin tu amor” no es la única canción que compuso el Flaco y que era imposible esperar que pasaran “Los libros de la buena memoria”.
Yo, justo después de escuchar Almendra con nuestro hijito, estaba por poner esa canción.
Aunque finalmente puse “Las golondrina de Plaza de Mayo” y “El anillo del Capitán Beto” porque, la verdad, “Los libros de la buena memoria” me torra un poco. De todos modos, la idea es: “Las almas repudian todo encierro/ las cruces dejaron de llover”.
Te pueden gustar o no sus canciones, pero el Flaco nunca vivió de hacer giladas, más allá de las ínsitas giladas de los poetas poetizantes.
Pero fue un laburante. Y vivió de vender su arte, no su vida privada. Eso es un ejemplo, sobre todo cuando el arte gusta intensamente fuera del recoleto ámbito de los miembros de la familia del artista.
Y tampoco le cantó a la gilada, a la falopa, al reviente. El pomelismo (y no me refiero a Sabbatella) es un camino facilongo y terminal. Él eligió mayormente otro, el de la imaginación, el de la construcción de miniaturas de la ensoñación.
Te podrá gustar más lo realista, lo figurativo. Son opiniones.
Pero fue un gran argentino. Con todo lo bueno y lo malo que eso quiere decir.
“Aunque me fuercen yo nunca voy a decir
que todo tiempo por pasado fue mejor”
“Pesimismo de la razón / Optimismo de la voluntad.”
“La esperanza es una invención moral.”
(Cuida bien al niño.)
1 comentario:
Me emocionó, gracicas. Con la profundidad de los sintético, algo que el flaco lograba mucho a veces.
Saludos, Belauza
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