"Ellos, antes, podían", empieza Saer La mayor.
Los ellos a los que yo me refiero todavía pueden, pero tengo para mí que menos que antes, porque ni siquiera saben qué.
Se sabe: los empresarios anti K (no todos, no pocos), la oposición política, la hemegonía mediática y la coparticipada troupe de figurantes pour la galerie critican al kirchnerismo principalmente por las concreciones de sus proclamas igualitarias o paliativas, mientras callan olímpicamente hasta su propio oprobio el mutis K en cuestiones viciadas de menemismo explícito, como la depredadora extracción minera. En realidad no callan, hablan a favor, en suplementos especiales sobre la "San Juan minera" o la gloriosa Barrick Gold. La cobertura del veto de Cristina a la ley de glaciares no es denunciar el tongo (como ACÁ); es más bien la continuación del esmerilamiento por otros medios, como el ninguneo de la óptimamente noticiable reunión Cristina-Madonna-Betancourt, de un pedorrismo consustancial a la patria mediática, tanto como la reunión Julio César Cleto Cobos-Macri, aunque de mucha mayor envergadura la de las mujeres (que además dan tanto mejor en cámara).En nuestra democracia post-neoliberal, los medios de comunicación constituyen, por y para sí, la tendencia misma. Los medios -en Argentina, explícitamente: la hegemonía del clarinismo- comandan la contrarreforma (¡la opción por los ricos!), conjuntamente con el índice Merval, el Banco Galicia, la Sociedad Rural, el obispado ítalo católico argento y la pareja del momento que aparezca junto a Tinelli. Este es el papel en general de la prensa en buena parte del mundo y, muy particularmente, en la Argentina del Grupo Clarín; al menos tal como lo conocemos hoy, sábado 6 de diciembre de 2008... Porque las acciones de Clarín siguen bajando, lo que se me anuncia como una futura reconfiguración de su constitución accionaria, de la participación en la propiedad de semejante elefante y, por lo tanto, de su injerencia en la historia de Argentina (ese país al que le debe, el gran diario, en definitiva, su existencia.)
Hace seis/ocho años nomás, apuntalaron y reflejaron el abominable tinglado del helicóptero. Sólo así se explica que para ellos el gobierno de De la Rúa marchara sin resistencias evidentes en su portada hasta el 18 de diciembre de 2001: estaban, ellos, los hoy demócratas, los azules y los colorados de antaño, ganando tiempo para la fuga de divisas y su correspondiente pesificación asimétrica, una de cuyas contraprestaciones fue el nefando titular: "La crisis causó 2 nuevas muertes".En estos momentos, en su gozoso afán de estar en cadena nacional (pero privada), persiguen la transmisión perpetua de cada crimen contra la propiedad, en especial de aquellos que también sean contra la vida (de los propietarios y, en caso óptimo, ingenieros). Pretenden justificar su monomanía en piñón fijo por dichos crímenes representando un supuesto crecimiento exponencial, apenas por debajo de la sensación de inseguridad, ya en un putativo punto de saturación. Pero mañana no debería seguir siendo esto.
En el mundo, mientras tanto, otra hora comienza: la hora del crack de Wall Street. La hora en que es inminente la quiebra, la absorción y una mayor monopolización de su banca y de su producción. La hora en que es probable que los bonos del Tesoro estadounidense caigan en default, el quebranto del Estado yanqui y, en tanto, la cancelación a mansalva de los ceros y ceritos que inflaron todas las burbujas, la burbuja. La hora en que "dólar" mutará de valores, de cambio y de uso. Será otra modulación. No se sabe cuál. Algunos pensamos un poco de esto y otro poco de esto, entendiendo según nuestras posibilidades y apostando según nuestros deseos, como debe ser. Hasta gente como Morales Solá suele conservar esas mínimas decencias, aunque mienta con "desde el llano" mientras nosotros revoleamos los ojos, atribulados pero florecientes en medio de los silencios imperiales.
"Ellos son", en definitiva, los violadores de la lengua, el espejo de los lenguaraces de quienes en verdad sartenean a lo pavote con el mango firmemente aferredo: latifundistas, agiotistas y usureros (la gran banca privada), los capitanes de la industria y los dueños de la ferretería. Entre ellos, para nosotros, sólo se trata de vivir. Ojalá esta vez resulte bien.
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